José Ibarrola

Los otros

La gestión de la migración en el siglo XXI es una tarea crucial, pero no se puede permitir que el discurso populista distraiga de centrarse en desafíos acuciantes

David Mathieson

Periodista y exasesor del Gobierno británico

Viernes, 3 de octubre 2025, 00:25

Hace poco más de 100 años comenzó a circular uno de los documentos más perniciosos de la historia. El archivo, llamado los Protocolos de los ... Sabios de Sión, pretendía ser las actas de un complot secreto urdido por la comunidad judía para lograr la dominación global. Los Protocolos vieron la luz por primera vez en la Rusia de los zares en 1903, pero pronto fueron traducidos a varios idiomas y circularon entre grupos antisemitas de todo el mundo. En realidad, el documento era totalmente ficticio, un bulo creado y difundido para desacreditar a las comunidades judías, pero el documento reavivó viejos mitos y contribuyó a promover un miedo al judaísmo sin precedentes dentro y fuera de Rusia.

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Algunos de quienes difundieron la calumnia fueron individuos poderosos y adinerados como Henry Ford. Magnate industrial de la fabricación de automóviles, Ford también era un fanático antisemita y utilizó un periódico de su propiedad para fomentar teorías sobre la amenaza que representaba el judaísmo internacional para la integridad de EE UU. En Europa, algunos movimientos nacionalistas también tomaron los Protocolos como evidencia de que los judíos planteaban un desafío existencial a la civilización cristiana del continente con unas consecuencias catastróficas.

En el siglo XXI, este uso de narrativas falsas para explotar las diferencias étnicas y religiosas continúa a través de las redes sociales y es aún más prolífico. Los objetivos han cambiado, de modo que con frecuencia se ha sustituido a los judíos por musulmanes, pero la intención es la misma: crear divisiones y un clima de desconfianza hacia un grupo que puede ser retratado como 'el otro'. Un videoclip que circula actualmente en diversas plataformas pretende mostrar cómo Madrid estará dominada por los musulmanes en 2050. Las imágenes falsas muestran una ciudad devastada, con edificios emblemáticos como la Plaza Mayor o la Puerta de Alcalá invadidos por árabes.

El vídeo insiste que el mercado de San Miguel «antes era tapas y vino, pero ahora es caos y kebabs». Aunque sea satírico de una forma, el vídeo se hace eco de la teoría del Gran Reemplazo, otro cliché racista común en EE UU.    Los defensores del Gran Reemplazo insisten en que la población de cristianos blancos, con antecedentes anglosajones, pronto se convertirá en una minoría y será reemplazada sistemáticamente por árabes, africanos u otras comunidades sin raíces europeas. Al igual que el vídeo, esta proyección es absurda y trasciende la sátira.

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En realidad, actualmente hay tan solo unos 2,5 millones de musulmanes en España, lo que equivale a un 5% de la población. Casi la mitad son españoles, junto con otros de Marruecos, Pakistán y Senegal. Lógicamente, es inadmisible sugerir que el islam se convertirá en la religión mayoritaria en 2050. Sin embargo, como siempre, los estereotipos racistas promueven una visión distópica diseñada para apelar a la emoción y el sentimiento, no a la razón. El reto actual para España, como en otros países, no es la amenaza del islam, sino garantizar que los musulmanes y otros grupos puedan seguir integrándose plenamente en la vida cultural y democrática general, como muchos ya lo hacen.

Sin duda, la necesidad de gestionar la migración en el siglo XXI es una tarea crucial pero no se puede permitir que el discurso populista distraiga de la necesidad de centrarse en otros desafíos aún más acuciantes, como las tendencias demográficas, el mercado inmobiliario o el cambio climático. Lejos de verse inundada por la inmigración, casi todos los economistas sugieren que España necesitará más, no menos, migración para cerrar la brecha demográfica que se avecina.

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La tasa de natalidad en España es una de las más bajas de Europa, mientras que el número de jubilados crece, al igual que la esperanza de vida. Según los analistas, la tasa de dependencia en España en 2050 será de dos personas trabajando por cada una que no trabaje, ya sea por ser demasiado jóvenes o por estar jubiladas. A diferencia de los clichés sobre musulmanes tomando la Plaza Mayor, esta es una proyección real que requerirá políticas muy coherentes. La migración puede ser parte de la solución, ya que la gran mayoría de las personas que llegan a España no lo hacen para vivir de paguitas, sino para trabajar, pagar impuestos y vivir mejor.

La escasez de vivienda es otro problema real, especialmente para muchos jóvenes, pero, una vez más, la migración es solo un factor entre varios. Una de las razones detrás de la crisis de la vivienda no son los inmigrantes, sino las viviendas vacías y un mercado disfuncional.   

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Según el Instituto Nacional de Estadística hay casi cuatro millones de casas vacías en España; es decir, un 15% del total inmobiliario. Las razones del número de viviendas vacías son complejas, como lo es, aparentemente, la imposibilidad de construir más viviendas asequibles. Pero en cualquier caso es una ilusión pensar que el problema se solucionará con una simple limitación de la migración.

Quizás la necesidad más urgente del siglo XXI sea reducir el ritmo del cambio climático y crear economías basadas en un crecimiento sostenible. Como se ha visto este verano, para muchos la amenaza más inmediata para nuestro estilo de vida en la Península Ibérica proviene de las altas temperaturas y los incendios incontrolados.     

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Al contrario de lo que dice el presidente Trump y sus seguidores de la extrema derecha el cambio climático sí es una realidad. Las soluciones se encontrarán con políticas serias y no con risas sobre los 'los otros' en la Plaza Mayor.

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