¿A la comisaria le gustaría que la violase un antidisturbios?

UNA VIDA PROPIA ·

Marisa García

Badajoz

Sábado, 26 de marzo 2022, 11:01

Estupefacta. Así me quedé el martes al oír lo que había dicho Estíbaliz Palma Varona, comisaria provincial de Pontevedra en una comida de homenaje a ... un antidisturbios que resultó herido durante los incidentes que se registraron en Cataluña tras conocer la sentencia del procés: «Hubo 48 horas en las que parecía que la Policía Nacional se había transformado y, de repente, violaba, maltrataba y no sé qué cuántas cosas hacía más, que ya les gustaría a algunas que las violara un UIP (Unidad de Intervención Policial, antidisturbios)». La comisaria de Pontevedra hizo este comentario en tono jocoso y hasta se rieron los presentes. No daba crédito a lo que acababa de escuchar. ¿Dónde le veían la gracia? Me quedaría sin adjetivos negativos para calificar a esta señora, que por lo visto es –era– una policía de prestigio (aunque con esa frase se lo cargó de un plumazo), ha sido abanderada de los derechos de la mujer e impulsó y dotó de más recursos a la Unidad de Familia y Mujer en Pontevedra, el grupo que ampara a las víctimas de violencia de género (¿sufrió entonces «trastorno mental transitorio» cuando dijo semejante barbaridad?). Increíble. No me extraña que el Ministerio del Interior la cesara fulminantemente tras confirmar que efectivamente dijo ese disparate. Y es que sus palabras no tienen justificación porque inducen a la violencia contra las mujeres por agentes antidisturbios. Es inaceptable. Qué falta de ética, de profesionalidad y de sensibilidad. Está claro que no merecía el cargo que ostentaba, una de las comisarias más jóvenes de España, pendiente de ser nombrada comisaria principal.

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«¡Impresionante! ¿Está loca?», «Debería darle vergüenza», «Así no avanzamos», fueron algunos de los comentarios de mis amigas cuando compartí la información en grupos de whatsapp. Pues claro, ¿quién puede entender ese comentario? Y más aún en boca de una mujer que «tiene entre sus cometidos garantizar la seguridad de las mujeres», como se ha encargado de recordar la subdelegada del Gobierno en Pontevedra, Maica Larriba.

Imagino que cuando Estíbaliz Palma haya analizado su deplorable actitud y haya reflexionado sobre sus palabras se habrá dado cuenta de que era una bestialidad inaceptable y estará arrepentida. Y más que estaría si se pusiese en la piel de otras mujeres, tuviese un poco de empatía y escuchase los testimonios de las que han sido violadas, si percibiese su angustia, su sufrimiento, su asco, su miedo, su rabia, su impotencia, si viese sus caras desencajadas al recordar la traumática y horrible experiencia que sufrieron y las ha hecho más vulnerables, los ataques de pánico que siguen padeciendo, las pesadillas que les asaltan, la ansiedad, el resentimiento, la desconfianza... Porque las secuelas físicas son muy duras, pero las psicológicas son incluso peores, tanto que muchas mujeres no logran recuperarse del impacto emocional de una violación. ¿Cómo se habrán sentido al escuchar que «ya les gustaría a algunas que las violara un antidisturbios»? Indignadas, como todas.

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