¿Qué ha pasado este viernes, 5 de diciembre, en Extremadura?

Lo suficiente

Saberes inútiles ·

César Rina Simón

Viernes, 22 de noviembre 2024, 22:44

El Ayuntamiento de Madrid ha empapelado la ciudad con carteles con el lema «Todo está en Madrid». Ha creado hasta una página web. Cuando entras, ... compruebas que «todo» se refiere al comercio. En Madrid se puede comprar todo, todo tiene un precio y todo se consigue. Luego descansas tomando unas cañas «in the Plaza Mayor». Pobres provincianos sin cerveza. La verdad es que Madrid no tiene todo. Le falta calma, domingo y pueblo, y no le vendrían mal algunos límites. Sin embargo, sus vecinos experimentan a diario el placer de sentirse habitantes de la totalidad. La libertad consiste en saber que existe «todo», aunque sean otros quienes lo tengan.

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En paralelo, y probablemente sin relación alguna, el Ayuntamiento de Malpartida de Cáceres ha llenado los buzones de Cáceres y alrededores con un folleto con el eslogan «En Malpartida lo tienes todo». También con página web y fotografías de rotondas, pistas de pádel, parques infantiles y supermercados. «¿Quién no quiere rotondas?» La campaña pretende atraer nuevos residentes prometiéndoles la totalidad. Parece que los publicistas coinciden en identificar nuestros anhelos. Malpartida tampoco tiene todo. Le falta prisa, millones de personas, neones y trenes a todas partes y en todas direcciones. Puestos a elegir, me quedo con el Vostell, la patatera y las proporciones.

Estas dos campañas ponen de relieve nuestra obsesión enfermiza por tenerlo todo, como si todo siempre fuera bueno y no implicara que otros no tengan nada. Porque todo puede ser también la enfermedad, el sufrimiento, la desesperación. Da igual, «póngame una de todo». El motor de esta sed radica en el paradigma capitalista, cada vez más acelerado y ensanchando, que considera que el sentido de la vida está en la acumulación de bienes y experiencias –sin preguntarse si esa acumulación le está privando a otras personas de esos bienes y experiencias–. Es como si el universo se hubiera vuelto infinito y quien se apropia de una parte no se la roba al resto. «¡Qué compren bitcoins e inviertan en bolsa por la noche!». Que el placer está en la capacidad de consumir 24/7 y en acumular experiencias inconexas.

Queremos estar en todas partes. Ciframos nuestra felicidad en la abundancia, el despilfarro, la disponibilidad inmediata –aunque no podamos pagarla–. Nos conforta saber que todo está ahí y que quizá en alguna reencarnación tengamos pasta suficiente para pagarlo.

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Este mundo disparatado jamás tendrá todo porque le falta lo más importante: paciencia, conformarse, esperar. Quien tiene esto, lo tiene todo. Ya el Maestro Eckhart, a comienzos del siglo XIV, entendió que Dios y la salvación estaban en la nada, en el vacío, en conformarse, algo parecido a lo que sostiene la tradición budista zen. También lo percibió Joseph Heller, autor de 'Trampa 22', una novela antibelicista que deberían interiorizar los votantes de los pirómanos que han provocado los incendios que vemos desde el televisor. Heller y el escritor Kurt Vonnegut acudieron a una fiesta que daba un multimillonario. Cuando salieron de la mansión, Vonnegut habló del dineral que ganaba el anfitrión, pero Heller le cortó: «Yo tengo algo que él nunca podrá tener: suficiente».

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