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Ángulo inverso

Predicar con ejemplo

Ojalá la religión católica demuestre que el amor al prójimo se practica, no solo se predica

Candelaria Carrera Asturiano

Martes, 13 de mayo 2025, 22:56

La semana pasada hemos vivido otro acontecimiento memorable: el nombramiento del nuevo papa. Los últimos años no tienen desperdicio en cuanto a hechos históricos se ... refiere. No nos da la vida para tanto cambio y tanta sorpresa, sobre todo porque nos encanta la exageración. La única forma de atraer nuestra atención es dándole a cualquier noticia el carácter de extraordinaria, y los medios lo han entendido a la perfección. Saben que el resto de información, queda prácticamente reducida a la categoría de «reseña», pasando de forma rápida a la papelera.

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La fumata blanca, en apenas dos jornadas de debate, ha dejado a un norteamericano al frente del Vaticano y al mando de una de las religiones más poderosas del mundo. El nuevo pontífice, considerado hace meses como un candidato de consenso, ha elegido el nombre de León XIV para su papado. Espero que este acercamiento a los sectores conservadores no signifique agradar a los más reaccionarios, que llegaron a rogar a Dios la muerte de su antecesor, y que continúe la labor de socialización que inició Francisco.

Y es que el peso de la religión en la sociedad sigue siendo decisivo. Hay quien relaciona la fe con tiempos pretéritos y cuestiona su poder. Pero la realidad es tozuda y nos muestra un panorama diferente. Las distintas creencias y confesiones siguen marcando el pulso moral y cultural de millones de personas y las decisiones que se toman en el Vaticano o en centros como Al-Azhar, en el Cairo, repercuten en todo el mundo, traspasando los muros de los templos.

Es fundamental que quienes lideran estos movimientos estén a la altura de los tiempos que se viven, que se abran al diálogo y sean conscientes de su autoridad. Bergoglio, aunque tibio en asuntos en los que se esperaba mayor contundencia, supuso un avance enorme en temas cruciales. Roma no se construyó en un día y era imposible esperar que una institución con siglos de tradición, conformada por una sólida estructura jerárquica y por normas doctrinales profundamente arraigadas, pudiera cambiarse en los pocos años que dura un papado.

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Sin embargo, abrió el camino hacia la modernización y procuró dar coherencia a la famosa máxima de que «todos somos hijos de Dios», sin excluir a nadie por ningún motivo.

León XIV tiene entre sus manos la responsabilidad de continuar este legado aunque el camino no sea fácil. Es inaudito que las mujeres no puedan oficiar una misa u ocupar altos cargos, que no se respete e integre a cualquier colectivo, sobre todo a los más marginados, y que no se luche contra los abusos cometidos por la curia. Hay que dejarse de medias tintas. No basta con reconocer la importancia de las mujeres o llamar errores a delitos muy graves. Deben adoptarse medidas firmes y correctoras.

Por definición, todas las religiones deberían tener como base el respeto a los seres humanos, sean ateos o seguidores de otra fe. Ojalá la católica demuestre que el amor al prójimo se practica, no solo se predica.

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