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Cómo ser buena feminista

Manuela Martín

Badajoz

Domingo, 7 de marzo 2021, 11:11

Quienes somos mujeres y feministas pero no militamos en ningún partido ni organización contemplamos con cierta desazón la batalla desatada a cuenta del 8 de ... marzo. Hay tanto ruido alrededor, tanta agresividad, que preferimos obviar el conflicto y centrarnos en lo esencial: celebrar el avance de las mujeres, de la ciudadanía en general, hacia una sociedad más igualitaria. El camino no es fácil ni rápido, ojalá lo fuera, pero estamos en ello. Es comprensible que unos destaquen lo mucho conseguido y otros lo mucho que queda por conseguir. Ambas partes tienen razón.

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Sabemos que las mujeres lo tenían más difícil hace 50 años. No hace falta más que preguntar a nuestras madres para darse cuenta. Las mujeres de las sociedades occidentales tenemos más derechos que nunca. Las leyes por las que nos regimos no son discriminatorias, aunque hay situaciones que sí lo son.

Entonces, a qué viene la bronca, se preguntarán algunos. ¿A qué el ruido? Quiero pensar, y no descarten que me equivoque, que hay más ruido político y mediático que social. Que las mujeres y los hombres que no son protagonistas del debate público viven con más sosiego el feminismo. No me malinterpreten.

No quiero decir que a muchas no les importen (y les indignen) las discriminaciones cotidianas que se siguen produciendo en muchos ámbitos. Pero no suelen estar a palos dialécticos con quienes no están de acuerdo.

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Sé que este es un debate envenenado y que casi cualquier cosa que una escriba o diga puede ser utilizado en su contra. Hay demasiada gente que se ha arrogado el derecho de expender carnés de feminista (de buena feminista, se entiende), y quien no encaja en el molde se ve arrojada a las tinieblas. Lo cual es una lástima, porque siempre es provechoso mantener un debate en el que nadie se falte al respeto.

Tan plagado de minas está el terreno que hay muchas mujeres y muchos hombres que no se atreven a abrir la boca por miedo a que les tilden de antifeministas o directamente de machistas. Mejor callados ante lo políticamente correcto. Lo cual es una barbaridad. La causa de la igualdad no debería ser nunca una ocasión para construir más trincheras, como si no hubiera suficientes.

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Pero se ve que en estos tiempos de división no hay asunto que no se emponzoñe. Si hasta la pandemia es motivo de bronca, cómo no iba a causar un conflicto la oportunidad de celebrar manifestaciones con motivo del 8 de marzo. Otra vez enfrentados los buenos y los malos. Todo menos apelar a la razón y al sentido común que nos dice que en este momento no es lo más prudente promover concentraciones de muchas personas. Ni para reclamar la igualdad entre hombres y mujeres ni para celebrar la Semana Santa.

Ni es más feminista quien más grita y más agita la pancarta, ni es mejor cristiano quien más reza y más golpes de pecho se da.

La apropiación del feminismo por las ideologías más radicales acaba por perjudicar a la causa de la igualdad de las mujeres, que en su mayoría no quieren ser soldados de una especie de ejército en lucha contra los hombres sino personas que ejercen todos sus derechos y tratan de progresar junto a los hombres En igualdad.

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