Opinión

El fuera de la ley

El zurdo ·

Antonio Chacón

Badajoz

Domingo, 10 de noviembre 2024, 07:52

Perdonen la autocita, pero hace justo cuatro años, tras ganar el demócrata Joe Biden las elecciones presidenciales de Estados Unidos, concluía el artículo 'Trump y el malestar de la cultura' ... con estas palabras que, lamentablemente, han resultado premonitorias: «La reacción del sistema ha vigorizado a Trump: demonizándolo lo ha convertido en un mártir a ojos de sus incondicionales (...). Además, la alternativa ofrecida (...) lo carga de argumentos, pues es más de lo mismo (...). Por ende, no hay que dar por muerto al magnate. Con el caudal de apoyos que conserva y la arrogante resiliencia que lo caracteriza, no es descartable que intente reconquistar la Casa Blanca en 2024».

Publicidad

Dos meses después, el 6 de enero de 2021, una turbamulta de esos incondicionales asaltó el Capitolio. Por su presunto papel instigador en ese intento de autogolpe de Estado a fin de revertir su derrota, Trump afronta un juicio paralizado ahora por su reelección, ya que el Departamento de Justicia impide investigar a los mandatarios mientras ejercen. No es la única causa penal abierta contra él. Ya fue declarado culpable de 34 cargos por falsificar documentos para encubrir que pagó a la actriz porno Stormy Daniels durante la campaña de 2016 para silenciar una relación sexual que mantuvieron. Pero el caso más grave, junto al del ataque al Capitolio, es su intento de subvertir los resultados de las urnas en Georgia, estado clave en la victoria de Biden.

Todo ello no ha sido óbice para que Trump haya recuperado el poder, un poder absoluto, pues, además del Ejecutivo, controlará el Legislativo y el Judicial. De hecho, en julio, el Tribunal Supremo, formado por una mayoría de jueces conservadores que nombró durante su primer mandato, le reconoció inmunidad para sus actos oficiales, aunque no para los privados, un «peligroso precedente», como alertó Biden, pues podría permitir a Trump salir impune de los casos mencionados y otros por venir. Para Sonia Sotomayor, una de las magistradas liberales del Supremo que votó en contra, «en cada uso del poder oficial, el presidente es ahora un rey por encima de la ley» que puede ordenar asesinar a un rival político o un autogolpe y quedar inmune.

Pero ni ella ni los demócratas son los únicos en EE UU que ven a Trump como un peligro para la democracia. De igual opinión son no pocos excolaboradores. Así el genera John Kelly, el jefe de gabinete de Trump que más duró en el cargo, ha advertido que su exjefe «gobernaría como un dictador si se lo permitieran» y «sin duda entra en la definición general de fascista». De «fascista hasta la médula», lo ha tachado otro general (en la reserva), Mark A. Milley, que fue su jefe del Estado Mayor Conjunto.

Publicidad

Lo cierto es que una mayoría de americanos ha conectado con un tipo ubuesco que se ha presentado como un antihéroe, un antisistema y paladín de la libertad, cuando en realidad es un hijo bastardo, podrido de dinero y por el dinero, de ese sistema, a sueldo del plutócrata Elon Musk y dispuesto a cerrar a los medios de comunicación que no le bailen el agua, a procesar a sus rivales políticos que «hicieron trampas» e incluso a usar al ejército contra «el enemigo interno». Kamala Harris pensaba que la ciudadanía optaría por ella en vez de por el caos, pero, como en la ya mítica viñeta de Ramón en 'Hermano Lobo', una legión de estadounidenses, más de los esperados, ha preferido el caos. Tal es su desesperación… o su grado de intoxicación política e informativa. En este lado del Atlántico haríamos bien en tomar nota, pues tenemos un buen puñado de Trumps en potencia y en poder.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Primer mes sólo 1€

Publicidad