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Cartas al director

Honestidad ante todo

Antonio Alaminos López

Badajoz

Viernes, 17 de octubre 2025, 02:00

La honestidad es un valor fundamental que se caracteriza por la sinceridad, la rectitud, la justicia y la honradez en el comportamiento y en la ... forma de pensar. Implica ser coherente entre lo que se piensa, se dice y se hace. Pero hay personas que no entienden la honestidad, o no la quieren entender, y por tanto, no es un valor a seguir. Hay políticos, y hasta «poetas mediocres», y sus entornos, que parecen que la evitan. Sin embargo, la honestidad, al igual que la veracidad, el espíritu de servicio, la humildad o la solidaridad con las personas que tienen necesidades, son principios muy necesarios en la vida social, laboral y familiar. Y no digamos para la condición de persona política, dónde el ejemplo debe ser cabal. El amor y la honestidad, en el fondo y en la forma, son un binomio inseparable. Si no hay honestidad no hay amor y se chapotea en el egoísmo. Además, la honestidad, permite vivir en paz, sin el peso de las mentiras. Permite trabajar por la paz entre las personas y las naciones. Permite decir, de verdad, alto y claro, ¡no a las guerras! La honestidad no se debe evadir si se quiere vivir una vida honrada. La honestidad une su paso a lo importante y pone a cada persona en predisposición de cumplir con su deber. Si se opta por la seguridad en los ideales, la honestidad tiene que formar parte del carácter de cada uno. Solo así se puede contestar con cierto sentido a las preguntas de los jueces o de los periodistas, en definitiva, de la sociedad. Si no las experiencias ¡son unas duras maestras! Véanse las hemerotecas y los archivos televisivos, y escúchese las fonotecas, no tienen desperdicio, a este respecto. El poderoso yo constantemente atrae con fuerza una y otra vez, a modo de imán, pero no engrandece como persona. Las apariencias no sirven y cada cual queda colocado delante de su realidad. Se deben acabar las excusas: en civilizaciones pasadas se denominaban 'bárbaro' a aquellos que no conocían o no cumplían con los preceptos de la honestidad. Ante todo debería ser la honestidad pura y dura.

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