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Nada dos veces

Y llegó la EBAU

Anabel Rodríguez

Martes, 4 de junio 2024, 07:27

Hace años comenzamos un camino que nos trajo hasta aquí: hoy comienza la EBAU y durante tres días, miles de alumnos y alumnas extremeños van ... a estar haciendo esos exámenes, tal vez decisivos para su futuro. Mis hijas son dos de ellas, así que este año revivo como madre, lo que en su día padecí como alumna en la Selectividad. Tengo la sensación de haber vivido esto antes, de cubrir unas huellas casi idénticas, pero no son las mismas. Es su camino, no el mío, son sus estudios, sus decisiones, sus tiempos, no los de su madre.

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Esto no impide que sienta nervios, que esté pendiente de las instrucciones que nos han dado, que pregunte doscientas veces si tienen toda la documentación, si saben donde tienen que ir… Que conste que trato de parar la tercera vez que pregunto, pero puede que esté mintiendo descaradamente y lo pregunte cinco veces más. Aunque, de momento, la cumbre de mi intervención como madre persistente la marcó la matrícula online de EBAU, que no había forma de enterarse de cómo hacerla.

Destacaré también, en estos días, mis labores como taxista, psicóloga, coach, animadora profesional y reidora de chistes tan malos como «descarté a Descartes». Sí, sí, me he reído de esa frase, lo confieso (mientras cruzo los dedos para que no caiga el filósofo francés).

Estoy completando una etapa vivencial que me da una perspectiva diferente de las cosas. La Selectividad la pasé como alumna y recuerdo las malas pasadas de los nervios cuando haces un examen, las dudas antes del mismo, el alivio y el cansancio posterior. Confieso que incluso después de superarla no sabía qué quería estudiar, mejor dicho, quería estudiar historia, pero mi padre dijo que iba a ser que no, que mejor otra cosa. Lo que yo no he terminado de entender nunca, porque él concretamente disfruta estudiando esa materia, pero los padres son así de raros y yo terminé dando con mis huesos en Derecho.

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Ahora los nervios son otros, veo su sensibilidad a flor de piel, las caras de sueño, los dolores de cabeza, pero sé que todo esto va a pasar.

No puedo evitar recordar cuando íbamos al colegio cogidas de la mano, charlando, cantando y volvimos deprisa para comer, las primeras fichas que había que hacer en casa, las tareas, las tardes en los parques vigilando como jugaban (he sido una experta vigilante de parques y jardines durante años), las visitas al pediatra, las vacunas… El comienzo del instituto fue una etapa distinta, que vino acompañada de un alejamiento hacia quienes habíamos sido líderes hasta entonces, nuevos amigos, retos y un descubrimiento gradual de lo que una quiere ser en la vida o, al menos, la intuición de lo que puede ser.

Os deseo la mejor de las suertes a todos los que os enfrentáis a la EBAU. A vuestros padres y madres les doy ya la enhorabuena, que se la merecen. A mis niñas, pedirles que continuemos caminando cerca aunque el sendero se bifurque.

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