El león y la columna

Demasiadas carreras

Los moradores del Casco Antiguo, que piden menos carreras y más atención a los baches

Alberto González

Cronista oficial de Badajoz

Viernes, 4 de abril 2025, 23:05

Tras mantener la ciudad en danza dos semanas, con el Casco Antiguo asaltado por una multitud estruendosa que ha hecho que muchos abandonaran su casa ... para huir del jaleo, ya pasó el carnaval.

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Inmediatamente, por recordar solo los de efectos asemejables al torbellino carnavalero, llegan a este Badajoz abierto que no para y lo absorbe todo, Semana Santa, Los Palomos, Almossassa, Noche en Blanco, ferias del desayuno, la tapa, el libro, San Juan y otras, para finalizar el año con las secularizadas de Navidad y Reyes, de un mes de duración.

Entre ellas se intercalan las recreaciones históricas de los asaltos a la ciudad, maratones, medias maratones, carreras, vueltas al baluarte, circuitos ciclistas, festivales de teatro, folclore, música, danza, y múltiples actividades callejeras más, muchas de ellas con actos adicionales que ocupan el espacio público casi cada día. Un apretado programa con múltiples números al mes, y a menudo problemas de organización por falta de policía local y otras dificultades, que hace del centro de la ciudad escenario de una profusión de actos que alteran la vida cotidiana.

Programa que a unos atrae, como evidencia la numerosa concurrencia que los dinamiza, y del que otros abominan por sus efectos. Una alternativa para los más invasivos sería diversificar los espacios y no realizarlos todos en el centro. Pero ello opacaría el efecto escaparate que es lo que sobre todo se pretende.

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Los que lo respaldan dicen que, como el carnaval, anima a la población, desahoga al personal, beneficia al comercio y hostelería, y promociona la ciudad. Como así es, según prueba el renombre de muchos acontecimientos, y que varios tengan rango de Fiesta de Interés Turístico Internacional.

Los otros deploran que alteren la normalidad del quehacer ciudadano cortando el trafico en el centro de la ciudad, a veces sin aviso previo; reduzcan los pocos aparcamientos existentes; originen molestias a los peatones; y sean un quita y pon constante de casetas, tendidos eléctricos, artefactos, vallas y otros incordios.

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Los que así piensan estiman que bien está realizar alguno, pero que tantos resulta oneroso. Y que mejor sería aplicar el esfuerzo y medios económicos y humanos a atender la ciudad y en proyectos de alcance importantes y perdurables.

Los reticentes frente a este híperactivismo en lo accesorio se preguntan hasta cuándo podrá soportar el Casco Antiguo tal sobrecarga de usos, pidiendo que se analicen los efectos de hacer del centro de la ciudad su palestra, y cómo afectan a la habitabilidad de zonas cuya naturaleza es precisamente la paz, e impelen a sus ocupantes a abandonarlas en busca de ámbitos más sosegados.

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Limitación del tráfico y zonas de aparcamiento de modo permanente, control de bajas emisiones, plataforma única, carril bici, y otros inventos de imposición europea u ocurrencia local, completan las dificultades y molestias a los moradores del Casco Antiguo, que piden menos carreras y más atención a los baches.

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