«Mi visión de Extremadura es ya la de un extremeño más»
La Extremadura de... Antonio Hidalgo | Rector de la UEx ·
Algunos datos. Nació el 27 de diciembre en una pedanía de la ciudad de Murcia. Se trasladó a Badajoz el 27 de noviembre de 1987, donde ha vivido hasta ahora excepto por algún traslado por trabajoProfesor de Química en la Universidad de Extremadura, y su actual rector, está encantado de su vida en la región.
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–¿Por qué vino a Extremadura?
–En aquellos momentos se convocó una plaza de Ayudante en mi área de trabajo en la Universidad de Extremadura. Tuve la fortuna de salir elegido y me vine.
–¿Qué impresión tuvo cuando llegó?
–Me quedé sorprendido. Tanto Extremadura como Murcia son regiones desconocidas y tendemos a igualar todo con los patrones conocidos. Sin embargo todo fue diferente, mi sorpresa fue fundamentalmente lo relacionado con el paisaje, las ciudades monumentales, la enorme extensión de dehesa, el tamaño de las tierras de cultivo, la abundancia de agua, la amplitud de la región, la fauna, especialmente de las cigüeñas que no había visto nunca...
–¿Cuál es la mayor diferencia que ha encontrado entre el modo de vida de aquí y el de Murcia?
–La vida en Badajoz es más tranquila, la ciudad es más cómoda para vivir y la convivencia es muy sencilla. En la ciudad las distancias son pequeñas y existe una variedad suficiente de comercios y servicios. Hay amplios jardines y zonas de esparcimiento en el entorno próximo. Murcia, que es la séptima ciudad en población de España, se está volviendo una ciudad demasiado grande y compleja...
–¿Cómo lo recibieron aquí?
–Me considero afortunado, desde el primer instante mis compañeros de trabajo y los primeros amigos que conocí me acogieron con mucho afecto. Fui recibido tan bien que desde entonces conservo mis dos familias adoptivas: la de Cáceres, que es la de mi compañera Mariluz, y la de Badajoz, la de mi amigo Javi en Peloche. En ambos hogares me siento como en casa.
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–¿Tardó en habituarse a vivir aquí o se adaptó enseguida al ritmo de vida?
–No tuve muchas dificultades. El factor más determinante de mi falta de acomodo inicial fue que durante los tres primeros años mi novia estaba en mi tierra. Al final, nos casamos y vinieron nuestros dos hijos, extremeños hasta la médula, y todo fue mucho más fácil.
–¿Hay algunas costumbres o tradiciones que le hayan llamado especialmente la atención?
–Hay varias que no dejan de impresionarme, la alegría del Carnaval de Badajoz, la emoción de los Empalaos de Semana Santa, el Jarramplas. Una situación que nos chocó al principio fue cómo Badajoz se vaciaba los fines de semana en primavera. Luego descubrimos que salían al campo. Lo chocante es que parecía que todos se ponían de acuerdo en qué fin de semana empezaba esta costumbre genial. Al final lo que hicimos fue observar los mostradores de pescado de los supermercados, cuando había mucha oferta de sardinas ya era tiempo de salir al campo.
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–¿Qué echa de menos en el lugar donde vive?
–Pocas cosas, la principal la lejanía con la familia, tanto mi madre como mis hermanos siguen viviendo allí y solo podemos vernos en periodos de vacaciones. También extraño la proximidad al mar.
–¿Cómo ha cambiado su visión de la región en el tiempo que lleva aquí?
–El cambio más importante es que mi visión ya no es la de un extraño sino de un extremeño más. Las dificultades y las alegrías de los extremeños ya son las mías.
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–¿Qué es lo que más le conquistó de esta tierra?
–La gente, el paisaje, los monumentos y las ciudades patrimonio de la humanidad, la historia, los pueblos, las fiestas, la gastronomía.
–¿Suele recomendar a sus familiares y amigos que vengan de vacaciones o a visitar Extremadura? ¿Por qué?
–Sí, de hecho toda mi familia directa ha venido en muchas ocasiones y muchos de mis amigos. Estas visitas nos sirvieron para conocer casi todos los rincones de Extremadura y cada vez teníamos que ampliar nuestros destinos para no repetir. Al principio les enseñábamos Badajoz, Mérida y Cáceres. Después Almendralejo, Olivenza, Zafra, Jerez de los Caballeros, Cuacos de Yuste, la Vera, el Jerte, Plasencia, Monfragüe, Hervás... En 33 años he tenido el lujo de conocer gran parte de la región, y con seguridad, mucho mejor que mi tierra. Y a todos les ha gustado.
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–¿Qué es lo que más le conquistó de esta tierra?
–Me gusta bastante, el frío no llega a ser intenso y es seco, lo que lo hace muy llevadero, al igual que el calor, que aunque se alcanzan temperaturas muy altas, por la noche refresca. Cosa muy diferente al clima mediterráneo, donde la humedad hace insoportable el calor.
–¿Qué destacaría de los extremeños?
–La cercanía, su sencillez y la honestidad.
–¿Qué cree que necesita Extremadura para su desarrollo?
–Quizás un poco más de empuje, convencernos de que somos nosotros los que tenemos que resolver nuestro futuro. Debemos encontrar qué podemos hacer bien (industria alimenticia, renovables, tecnología, turismo...) y ponernos a hacerlo. Lo que tenga que venir, vendrá, pero no podemos esperar a que suceda.
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–¿Los servicios públicos con los que cuenta son suficientes?
–Todo es mejorable, fundamentalmente la mejora de las comunicaciones con el resto de España. Todavía recuerdo que en 1987, para venir de Murcia a Badajoz, solo recorría seis kilómetros de vía desdoblada en 800 kilómetros. Ahora se puede ir desde Badajoz a Murcia por autovía por Madrid o por Andalucía. Sin embargo el camino directo a través de Ciudad Real sigue sin completarse. Y la comunicación por tren es exactamente la misma.
–¿Cuáles son sus sitios favoritos de la región?
–Tengo una especial fijación por los sitios que tengan un castillo (el de Trujillo y el de Alburquerque me gustan mucho) o una presa, creo que he visitado más de 50, por supuesto todas las grandes (me encanta ver el contraste de la presa de Alcántara con el puente o la de la Siberia desde el Castillo de Puebla de Alcocer). Y, por supuesto, las ciudades monumentales: Cáceres, Mérida, Plasencia, Zafra, Medellín...
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–¿Qué rincones de Badajoz recomendaría visitar?
–En Badajoz es muy recomendable la Alcazaba y bajar por el casco antiguo hasta la catedral. O bien pasear por la orilla del río. Ver atardecer desde la Torre de los Ahorcados o la del Pendón de la muralla de la Alcazaba es un lujo.
¿Dónde ha viajado o va a viajar este verano?
–Tenemos la costumbre de veranear en La Manga del Mar Menor. Es el periodo que podemos volver a nuestra tierra y estar con la familia.
–¿A qué dedica su ocio?
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–A la lectura, salgo con un grupo de amigos ciclistas, paseo, de bares con amigos, vamos a los conciertos.
–¿Suele acudir a fiestas o a acontecimientos culturales?
–Sí, aparte del Festival de Mérida, he estado en otros eventos como los Escobazos de Jarandilla de la Vera, los San Antones de Peloche y Navalvillar de Pela, la feria de ganado de Zafra, la del Queso de Trujillo, la Almossassa, la noche en blanco, el Womad, los festivales medievales y el Martes Mayor de Plasencia.
–¿La cercanía con Portugal es un aliciente?
–Indudablemente, Portugal es un valor añadido. Hemos visitado fundamentalmente el Alentejo, el entorno de Lisboa y el Algarve, también varias veces Coimbra, Aveiro y Oporto. No hemos visitado nada más hacia el norte. Una anécdota que me hacía mucha gracia al principio era preguntar a los alumnos si habían estado alguna vez en el extranjero, y a los que contestaban que no, les decía: «¿Nunca habéis estado en Portugal?», y la respuesta era siempre «Sí claro, pero Portugal no cuenta».
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–¿Qué es lo que más le gusta de la gastronomía extremeña?
–Todo, pero lo que más, seguiría siendo todo. En eso sí que me siento orgulloso cuando vienen familiares o amigos de Murcia y les puedo dejar impresionados en cada pueblo o ciudad con las diferentes especialidades locales.
–Defina Extremadura en tres palabras.
–Natural, acogedora y bella.
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