Tecnología nueva para un campo envejecido
Innovación. El Centro de Formación de Villafranca de los Barros imparte un curso de agricultura de precisión con drones, sensores y hasta tractores autónomos
JOSÉ TOMÁS PALACÍN
Lunes, 20 de marzo 2023, 07:15
Manejar drones, sensores o tractores autónomos. Las nuevas tecnologías llegan al campo extremeño. O por lo menos, los agricultores se forman para ello.
Publicidad
El Centro ... de Formación Agraria de Villafranca de los Barros, dependiente de la Consejería de Agricultura, se encuentra durante este mes de marzo impartiendo un curso acerca de todo tipo de nuevas tecnologías al campo.
Un grupo de diez agricultores aprende en una finca a las afueras de la localidad el manejo de todos estos dispositivos. Sobre todo de los drones, quizá la joya de la corona de la tecnología agrícola ya que permite fertilizar el campo sin complicaciones, además de plantar semillas desde el aire o monitorizar la propia tierra y cultivos.
El precio de estos drones destinados a la agricultura oscila entre 5.000 y 12.000 euros, sin contar con cámaras especiales
El monitor es un joven ingeniero agrónomo llamado Gregorio Becerra, CEO de Drondeando, una empresa de servicios de tecnología para la agricultura. «La idea es acercar tecnologías a los agricultores: desde satélites, drones, sensores, cámaras multiespectrales y térmicas y tractores autónomos hasta cómo aplicar los fitosanitarios, semillas o fertilizantes a través de estos», explica.
Publicidad
El objetivo es que todos los agricultores interesados de la región se aprovechen de las subvenciones que llegan desde la Unión Europea: ayudas centradas en la digitalización del campo, y sobre todo gracias a las nuevas normativas que buscan la sostenibilidad. «Eso queremos, hacer llegar toda esta información sobre la agricultura de precisión y la llamada Agricultura 4.0 para que se beneficien».
Y es que una zona como Tierra de Barros es perfecta para que sus agricultores sean «formados, informados y transformados». Que tengan esos requisitos técnicos para que su trabajo sea más sencillo y que aprovechen mejor la tierra fértil.
Publicidad
Los drones
Nada más llegar al lugar donde se realiza el curso, para el visitante destacan tres cosas: en primer lugar, la mesa de los drones; segundo, el tractor rojo con apero verde que todos los alumnos van probando, y por último, los propios agricultores que van a aprender.
Sobre ese primer grupo habla Francisco Javier Moreno, CEO de DronFly y colaborador de Gregorio Becerra, que también imparte cursos de formación y que va allí a explicar las 'reglas' que deben seguir para volar drones.
Publicidad
Porque, como él mismo indica, «esto no es ir al campo con el dron que se ha comprado el agricultor o el que le ha comprado su familia y a volarlo. Quizás esté el Seprona a un kilómetro, por ejemplo. Además de que se necesita formación para ser manipulado: esto no deja de ser un arma, se cae y alguien puede morir. Incluso los que pesan un kilo son peligrosos, las hélices son como cuchillas al fin y al cabo».
Y no es para menos. De entre todos los drones que se encuentran en la finca destaca uno sobre todos: hélices como un brazo de largo, 25 kilos de peso –24,9 kilogramos, especifica Moreno, perfecto para evitar más burocracia al ser comprado según el peso– y un depósito en el centro de la aeronave.
Publicidad
«Este grande es un DJI T-10. Cuesta 12.000 euros», señala el experto. También muestra otro. Uno de construcción propia, de unos seis kilogramos de peso, con una cámara multiespectral. Es un tipo de cámara con cinco canales que es capaz de saber por ejemplo los índices de clorofila, qué zonas están mejor regadas, dónde puede haber plagas... Esas imágenes luego las procesa un software específico para ello y ayuda al agricultor a entender qué le pasa a su finca. O como puede mejorarla. Solo la cámara cuesta 10.000 euros.
También está el Inspire, que puede modelarse a gusto del agricultor. Solo la aeronave cuesta 5.000 euros. Los sensores que lleva en cada una de las patas de las hélices –pueden ser hasta ocho–, de 5.000 a 10.000 euros.
Noticia Patrocinada
No son aparatos baratos. «La cuestión es que los agricultores vean todo lo que les puede ofrecer. La rentabilidad en los campos, con drones, es exponencial. Puedes controlar cada detalle, y más con fincas grandes con muchas hectáreas», admite.
El mismo Moreno continúa diciendo que se pueden financiar. Incluso los agricultores se pueden acoger a los incentivos autonómicos para compra de herramientas o para modificaciones del negocio. «Antes de llegar a todo eso hay que tener la documentación oportuna y necesaria. Si se cumplen los requisitos, se pueden obtener esas ayudas de diputaciones, Junta, ayuntamientos, etcétera».
Publicidad
¿Realmente los agricultores están interesados en comprar estos drones para la agricultura? «A mí no me vienen agricultores particulares como tal, no como a mi compañero Gregorio Becerra... Por otro lado, sí están interesados sobre todo empresas para investigación de cultivos. Pongo un ejemplo: una empresa de semillas o de cualquier cultivo te contrata porque quieren hacer ciertos estudios sobre sus plantaciones para medir de forma más específica su superficie».
Los agricultores
Antonio López tiene 56 años, es agricultor de viñedos y olivares y alumno del curso. Explica que todas las subvenciones de los planes de mejora actuales van dirigidas a esto: a la agricultura de precisión, a adaptar tractores y aperos, a manejar drones.
Publicidad
Pero hay un problema. «Mi problema es mi edad. Si tuviera otra, cambiaría el 'chip'. Pero invertir ahora en estas tecnologías... para cuando tenga todo montado me tendría que jubilar», lamenta. «Otra cosa es que me cogiera todo esto con 30 años. En vez de comprar un atomizador para ir fumigando las viñas, me compraría un dron metiéndole todos los datos y que lo hiciera por mí. Estamos en Tierra de Barros; aquí, cuando llueve, es difícil entrar al campo. Ojalá meter un dron, hacerlo volar y acabar con los problemas».
López reitera que más joven gastaría ese dinero con los ojos cerrados, porque sí está convencido de que daría buenos resultados. «Podemos optimizar los recursos, lo tengo claro. Y acabar con ciertas enfermedades de forma más rápida. Sin embargo, tal y como está la cosa, yo ahora no accedo a ningún plan de mejora a través de la Junta. A ninguno, por edad. Solo mujeres y jóvenes».
Publicidad
Por otro lado, matiza que «estos cursos están muy bien», porque aunque quizá ahora no sean tan necesarios en el campo extremeño, en un futuro tendrán su recompensa para quien los haya hecho. «Yo hice otro curso que parecía que no me iba a servir de nada y años después sí me sirvió. Llegará en un momento en que valdrá. Pero ahora... nuestros tractores no tienen cabina, no sirven para esto. Nadie invierte, nadie financia. Y encima, nuestro campo no tiene jóvenes, que son los que tienen que interesarse en esto. No tiene».
En otro corrillo de agricultores está Fernando Trigo, de 30 años. Corrobora las palabras de su veterano compañero: «No hay jóvenes. Da la casualidad de que tengo dos amigos que se dedican al campo, pero créeme, no es lo más frecuente».
Publicidad
Él sí pagaría los 12.000 euros que cuesta el gran dron fertilizador, o el sistema de guiado de tractores. «A los jóvenes sí nos dan bastante ayudas, no tiene nada que ver con lo que han contado los compañeros, aunque también hay un problema: sí te dan subvención para tener cierta tecnología, como la que conecta el tractor; sin embargo, nuestros tractores no tienen para poder instalarlo, es algo que no tiene mucho sentido», apunta.
De todos modos, incide en la idea de que pagaría por toda esta nueva tecnología. Tecnología joven para un campo envejecido. «No solo es interesante, nos ahorra mucho tiempo y trabajo. Es más fiable, segura, sencilla y aporta mayor rentabilidad al campo. Además, los que somos nativos digitales tenemos más manejo en utilizar este tipo de dispositivos, aunque tengamos que hacer el curso correspondiente. Pero esa inversión tan fuerte de primeras, sin ayudas, es inviable».
Primer mes sólo 1€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión