«Siempre he sido Extremoduro, pero siempre he sido Robe también»
El placentino llega a Mérida para presentar 'Mayéutica' en un gira de conciertos que está brillando en toda España
JUAN CARLOS RAMOS
PLASENCIA.
Miércoles, 22 de septiembre 2021, 07:33
Había una tarjeta de visita, de esas que acuñan las imprentas en poco más de diez minutos, en la que rezaba un nombre y un ... cargo que llamaba la atención nada más aterrizar en la vista: Roberto Iniesta Ojea, Rey de Extremadura. Seguramente, el cerebro de la idea no creía más en esa broma que aquellos a los que entregaba ese pedazo de cartón. Hoy, esa tarjeta de visita, es una pieza de museo. Y su autor, figuradamente o no, es el auténtico Rey de Extremadura, ya sea para un 'currito' o para el director de cualquier empresa. La censura o la prohibición ya resuena con ecos lejanos. El Rey regresa a casa para volver a ocupar el trono. Este jueves, en Mérida. El 8 y 9 de octubre, en Plasencia.
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–Aunque vive durante largos periodos en Plasencia, siempre da la sensación de que en cualquier concierto de Extremoduro o de Robe en la región es como si el Rey de Extremadura volviera a casa. ¿Hay responsabilidad o presión?
–Responsabilidad siempre tienes, pero estos casos son especiales. El Teatro Romano es un sitio bonito y el concierto es importante. Lo del Rey de Extremadura era un poco chiste. Pero el tiempo va poniendo las cosas en su sitio y sí que siento ese reconocimiento más unánime.
–Pero aun siendo el Rey, en 2014, en la concesión de la Medalla de Extremadura, pidió más locales de ensayos y no sé si le han hecho mucho caso.
–Un poco de caso sí que me han hecho. En algunos pueblos hay alcaldes que han tomado nota y han hecho locales pensando en la gente joven para que siga haciendo cosas. En este sentido, tengo que agradecer a la Junta y a Cristina Cano, la directora del Palacio de Congresos de Plasencia, por dejarnos el espacio para ensayar durante todo el verano. Era un rollo meterse en un local pequeño por todo esto del covid y al final nos dejaron el Palacio. Así por lo menos se ha estado dando uso y volveremos a darlo tocando dos días. Y el alcalde también nos ha dado muchas facilidades. Ahora lo que falta es que hagan eso mismo, pero no con la gente consagrada, sino con la gente que de verdad lo necesita, que son los que están empezando y tienen muchos menos medios. Es tontería tener edificios infrautilizados habiendo gente que los necesita.
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–Regresa a Mérida, donde tuvo uno de sus conciertos más desastrosos y uno de los más gloriosos. En el lado negativo, el de la Plaza de Toros del 93 donde volaron piedras (y se gestó Pedrá). En el positivo, el de 2017 en el Teatro Romano que le encumbró al Olimpo del rock.
–Bueno, en el 93 no fue tan desastroso, lo que pasa es que había unos pocos que tenían que dar la nota. Los ha habido peores. Son cosas que pasan. Esto es rock y es poesía y las cosas no siempre salen como tienen que salir. Y eso es lo bonito. El concierto de 2017 fue muy bonito y en el DVD fue el que mejor quedó. Es un escenario incomparable, con esas columnas y ese rollazo que tiene.
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«En las críticas, hay cosas que deben de hablar por encima del repertorio. Lo bonito es la sorpresa»
«Es mi mejor banda no por la calidad de los músicos, sino por la calidad del grupo, del entendimiento»
–Extremoduro siempre ha sido Robe y los que le rodeaban. ¿Por qué no llamar a este último proyecto también Extremoduro?
–Bueno, porque me pareció que la última formación de la banda había estado muchos años... Y bueno, un poco por deferencia hacia ellos y para no dar lugar a equívocos. Y sí, siempre he sido Extremoduro, pero siempre he sido Robe también. A estas alturas, la gente me conoce, sabe lo que hago y va más allá de un nombre. El nombre está muy bien, pero yo soy yo y creo que no tiene mayor importancia. El que no se entere de que sigo haciendo lo mismo, ya se enterará. Yo no me quiero desmarcar de nada, ni de etapas ni de estilos. No puedo poner la cabeza en lo que compongo, solo puedo poner el corazón.
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–Su último concierto con Extremoduro fue en 2014. ¿Llegó algún momento en que llegó a decir: «No puedo cantar más esta canción, no me la creo»?
–Hombre, está claro que después de tanto tiempo hay canciones a las que le pierdes el gusto. Y no solo porque las toques mucho, sino porque vas evolucionando. Y no estamos hablando de dos años o cinco. Hablamos de veinte o treinta años.
–Dijo que su banda actual es la mejor de su carrera. Eso ha levantado algunas ampollas.
–No sé cómo se lo ha tomado la gente, pero yo quise decir lo que dije, que creo que tengo la mejor banda que he tenido en mi vida por la forma de trabajar. No estoy hablando de la calidad de los músicos, sino de la calidad del grupo, del entendimiento que tenemos, del 'feeling' y la compenetración que hay. La forma de trabajar es diferente a hacer una maqueta y que todo el mundo se la aprenda. El rock no se hace así. El rock se hace metiéndote en un local de ensayo y tocando las canciones. Ahora hay un aporte entre todos que me encanta y lo estoy gozando.
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–Vamos a reivindicar a la banda un poco, ya que en ruedas de prensa y presentaciones pasa muy desapercibida en la ronda de preguntas.
–Me cuesta hablar de cada uno de ellos, pero todos tienen muy buen gusto, que fue por lo que entraron en el grupo. Empezaron a tocar y me fueron conquistando. Cuando estás con gente con tanto gusto, y además siendo siete, surgen muchas ideas y sabes que nada de lo que salga va a ser malo. Son músicos con una trayectoria de la hostia. Y si no son más famosos es porque nuestra región es la que es: tenemos pocos medios de información, hay poca juventud y para los grupos es difícil salir.
–Antes bebía de Machado, Lorca o Neruda. Ahora lo hace de Cicerón, Sócrates o Nietszche. ¿Ahora es un poco menos poeta y un poco más filósofo?
–A pesar de ser filósofos, son cosas que a mí me parecen muy poéticas, tanto por el fondo como por la forma como están escritas.
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«¿Estilos diferentes? El que no se entere de que sigo haciendo lo mismo, ya se enterará»
«Hay alcaldes que han tomado nota y han hecho locales pensando en la gente joven»
–Esas referencias filosóficas aparecen a raíz de 'La Ley innata' en 2008, tras una larga crisis creativa. ¿La filosofía y la reflexión sobre la propia vida le ayudó a salir de esa crisis?
–No lo sé. Por suerte hace mucho que no me ha vuelto a pasar. Por ejemplo, ya tengo otro disco preparado y tengo muchas ganas de ponerme con él. No sé dónde está la clave para crear: si te pones el listón alto, o te metes presión o no te vienen las musas. Para mí el nivel está en que me emocione, me da igual el estilo que haya salido. Es el listón que me pongo. No sé qué pasó entonces.
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–Da la sensación de que es el Robe de los comienzos, cuando tenía canciones para sacar un disco cada año y además descartaba muchas. ¿Se está sorprendiendo de ello?
–Y ahora encima las canciones que más me gustan, las que estoy loco e impaciente que la gente oiga, son las que he compuesto en el confinamiento. Pero 'Mayéutica' me encanta. La gente lo disfruta mucho y nosotros también. Te pones a tocarla y se hace corta.
–'Mayéutica' parece un disco luminoso y lleno de vitalidad. Dice que no controla lo que escribe, que es como si vomitase y luego mira lo que hay. Pero unas veces vomitamos tras una noche de fiesta y otras por enfermedad. ¿El vómito de 'Mayéutica' es de felicidad?
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–Yo creo que sí, cuando te sale algo luminoso es porque estás feliz. Pero a veces estás alegre y te sale una canción triste. Y al revés. No es que esté conectado, pero en este caso sí que es así.
–Todo el mundo quiere descifrar de qué habla 'Mayéutica'. Entiendo que sus músicos también. ¿Hay algún momento en que los sienta y les dice: «'Mayéutica' habla de esto y esto y tiene tal o cual significado»?
–Claro que les explicas las cosas y ellos preguntan. Es la manera de estar metido en una canción. No puedes hacer arreglos a una canción cuya letra no entiendes muy bien. Realmente, les explico muchas más cosas que a la gente, porque a la gente no me gusta explicarle cosas de las canciones. Prefiero que la gente las interprete a su gusto. No es que me dé pudor, prefiero que cada uno haga suyas las canciones. Creo que las canciones hablan por sí solas y cada uno debe interpretarlas. No está bien que yo diga de qué hablan las canciones.
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–¿Haber dejado 'Mayéutica' en el cajón durante dos años le ha frustrado un poco? ¿Le recuerda a aquellos dos años en los que también dejó 'Pedrá' en el cajón?
–Pues sí, ha sido parecido. La otra vez hubo que tragar y sacarlo como Extremoduro, porque no había otra forma de sacarlo. Y esta vez no se podía quedar el disco más tiempo parado. Lo compuse en el 18, lo grabamos en el 19 y esperamos a que se celebrara la Gira de Despedida de Extremoduro... Este era el momento de sacarlo y hacer un gira adaptándose a las circunstancias.
–Estoy tratando de no ver ningún vídeo de la gira, pero por los pocos que he visto es una pasada...
–¡No veas ninguno! Los periodistas a veces sois demasiado explicadores, ¡coño! ¿Tienes que poner una por una las canciones que van a salir? Pon tu opinión del concierto, pero no expliques todo con pelos y señales... La gente no debería leer esas cosas. La gente de prensa deberíais ser conscientes hasta dónde estáis informando y hasta dónde estáis haciendo 'spoilers'. La sorpresa, y sorprenderte, es más bonito que leerlo y que te lo expliquen y que ya medio te lo esperes. Es que, joder, la gente es muy explicativa. ¡Hasta la ropa! En las críticas, hay cosas que deben de hablar por encima del repertorio.
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–Siempre ha dicho que prefiere crear canciones o prepararlas en el local de ensayo antes que representarlas en los conciertos. ¿Está consiguiendo disfrutarlas en la gira casi tanto como en el local de ensayo?
–El momento más potente es el momento de la creación, cuando la canción va saliendo de la nada. No hay ninguna responsabilidad. Puedes hacer todas las pruebas que te dé la gana, nada supone fallar. Todo es ir hacia adelante y encontrar cosas diferentes. En los conciertos está la responsabilidad y los nervios, lo gozas por el rollito que te da la gente, pero no tienes la misma libertad que cuando estás en tu habitación o en el local de ensayo, cuando tienes todo el campo para ti.
–Decía Sabina en la canción 'Ni tan joven ni tan viejo' que se dormía en los entierros de su generación. Este año se han ido varios compañeros que compartieron etapas contigo en Extremoduro: Selu, Salo y Carlos. ¿Uno asume que es ley de vida o pellizca en corazón y te pone ante el espejo de la finitud de la vida?
–Claro que pellizca y te da mal rollo. Aunque no tenía mucho contacto con ellos, claro que te da el toque y te hace acordarte de muchas cosas. Es una pena. Yo lo que intento es ser feliz y en ello gasto todas mis energías.
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