Rui Pedro Sousa
El cineasta portugués estrena este lunes en el Festival Ibérico de Cine, en Badajoz, su premiada 'Revoluçao sem sangue', donde explora el lado menos romántico y más oscuro de la Revolución de los claveles
Este lunes arranca en Badajoz el Festival Iberico de Cine (FIC), que va por su 31 edición y se clausura el próximo viernes. Aunque tiene ... como sedes alternativas Olivenza y San Vicente de Alcántara, el teatro López de Ayala de Badajoz será su espacio principal. Allí tiene lugar este lunes a las 20.30 horas la primera de las actividades alternativas de este festival que ha seleccionado 21 cortos finalistas. Sin embargo, el lunes antes de que dé comienzo la sección oficial del FIC habrá una 'premiere' que obedece claramente a la vocación ibérica de este certamen. Se trata de 'Revoluçao sem Sangue' (color, 103 minutos), la ópera prima de Rui Pedro Sousa nominada en 10 categorías de los Premios Sophia de la Academia Portuguesa de Cine que rompe con un mito: Que en la Revolución de los Claveles no hubo muertos. El film cuenta la historia de los olvidados de esa lucha, cuatro jóvenes que dejaron su vida en las calles de Lisboa durante los acontecimientos que provocaron el paso de la dictadura a la democracia en Portugal.
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Su director explica en esta entrevista cómo concibió este largometraje ambientado en la Revolución de los Claveles y la importancia que concede a este tipo hechos históricos cuando son abordados con una cámara de cine.
-¿Cómo cree que se percibe en España la Revolución de los Claveles, un país que en ese mismo año, 1974, también estaba dejando atrás otra dictadura (la de Franco), cree que la sociedad española sabe en qué consistió esa revolución portuguesa?
- Es interesante porque, sinceramente, no había tenido mucho contacto con el público español antes de este festival. Siempre supe que Galicia estaba muy interesada en la Revolución de los Claveles, pero no imaginaba que otras regiones de España —digamos más centrales— también serían tan curiosas y conocedoras. Sin embargo, cuando hablé con los directores del FIC2025, me di cuenta de que realmente valoran la revolución portuguesa. Saben de qué se trataba, comprenden su impacto y, sobre todo, reconocen su singularidad. Aunque ambos países aún estaban bajo dictadura en 1974, el caso portugués fue más abrupto, con la Revolución de Abril ese mismo año. En España, la transición llegaría más tarde, tras la muerte de Franco en 1975, pero es evidente que, para 1974, ya se percibía una sensación de cambio y de erosión del régimen. A ambos lados de la frontera, existía un cansancio colectivo y un deseo de transformación. Creo que existe un vínculo emocional entre ambos países, ya que, a pesar de sus diferentes contextos, ambos vivieron décadas de represión, censura y miedo. Y quizá por eso la Revolución Portuguesa despierta esta fascinación: porque representa algo que también se anhelaba en España, aunque llegara más tarde.
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-¿Cómo llega a este caso de los cuatro jóvenes que relata en su película?
- Todo empezó en 2021, cuando leí un artículo de periódico con el titular: «La Revolución de los Claveles. Una revolución no tan suave». Fue la primera vez, a los 35 años, que me di cuenta de que, después de todo, hubo gente que murió durante el 25 de abril, en la llamada «Revolución Incruenta». Me sorprendió y me conmovió, porque esta realidad nunca me la habían mostrado antes, ni en la escuela, ni en la política, ni en los informes más comunes. Después, profundicé en el tema y descubrí que, en realidad, nunca se había hecho un homenaje oficial a estos mártires anónimos. Solo unos pocos comunicados de prensa y un libro los mencionaban, pero era casi como si hubieran sido borrados de la memoria colectiva. Fue este descubrimiento lo que me motivó a contar esta historia. Quería dar voz a estos cuatro jóvenes, que representan a muchos otros, para que su valentía y sacrificio no cayeran en el olvido. Esta película es un homenaje a ellos, un esfuerzo por asegurar que se reconozca la verdadera dimensión de la revolución.
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-¿Cree que en las últimas décadas se ha tratado de ocultar casos así de violentos para no ensuciar el eslogan de revolución pacífica?, ¿sospecha que podría haber más?
- No puedo asegurar si hubo un intento deliberado de ocultar estos episodios, pero creo que, al estilo portugués, fue «práctico» no mencionarlos para preservar la belleza del lema «Revolución sin sangre». Es como si prefiriéramos mantener esta imagen idealizada, que forma parte de nuestra identidad, aunque la realidad fuera un poco más compleja y dura. Durante la investigación para la película, me di cuenta de que estas historias estaban un poco olvidadas, un poco ocultas, como si fuera más cómodo ignorarlas. Y sí, sospecho que puede haber más historias como esta que aún no han salido a la luz. Para mí, lo importante es poder contemplar la revolución con todos sus matices, sin borrar el sufrimiento real de quienes lucharon y, en ocasiones, perdieron la vida. Solo así podremos ser fieles a nuestra historia.
-¿Por qué se habla en el tráiler de 'la otra historia de la revolución'?, ¿cambia mucho la visión del espectador sobre estos hechos cuando sale del cine tras haber visto 'Revolucao sem sangue'?
-Las películas sobre el 25 de abril siempre se han centrado en participantes militares o figuras icónicas, como Capitanes de Abril, de Maria de Medeiros, que narra la historia de los movimientos militares, o Salgueiro Maia, de Sérgio Graciano, que se centra en el capitán que da nombre a la película. Nunca antes se había hecho una película desde la perspectiva del pueblo: el pueblo que salió a las calles y vivió la revolución en primera persona. Por eso, en nuestra película, la cámara siempre está con el pueblo, al otro lado, lejos de los militares o de Salgueiro Maia. Queremos mostrar lo que estas personas anónimas, que son la verdadera fuerza de la revolución, sintieron, vieron y sufrieron. Creo que quien vea Revolución (sin) Sangre saldrá del cine con una visión diferente, más humana y cercana a la verdad que la que suele mostrar la historia oficial. Es «la otra historia», la que nos toca el corazón y nos hace reflexionar sobre el verdadero precio de la libertad.
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-La de los claveles fue una revolución que prácticamente se pudo grabar, existen imágenes reales y de hecho hay muchos documentales, ¿No consideró arriesgado atreverse con un tema así que ya ha sido abordado desde muchos puntos de vista y precisamente en una opera prima?
- Creo que todo se conectó en un sentido de oportunidad. La historia de esas personas me fascinó desde el principio; las historias reales de los cuatro jóvenes son tan poderosas y humanas que inmediatamente sentí que era una historia que debía ser contada. Además, el 50.º aniversario del 25 de abril coincidió con el estreno de la película en 2024, lo que hizo que el proyecto fuera aún más significativo y oportuno. Nunca dudé de que quería hacer esta película. Normalmente me gusta involucrarme en proyectos que me apasionan, y una vez que me enamoré de esos personajes, nunca miré atrás ni tuve dudas. Fue un reto, por supuesto, porque el tema ya se ha explorado mucho, pero mi motivación y la fuerza de estas historias fueron más fuertes que cualquier miedo.
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-Personas que en 1974 tenían veinte años hoy tienen más de setenta, ¿cineastas e historiadores no sienten que cada vez quedan menos testimonios vivos de aquella época que están a punto de perderse?, ¿qué cree que queda por rescatar de aquel momento histórico revolucionario?
-Sí, sin duda. El tiempo se lleva consigo a los últimos testigos vivos del 25 de abril, y esto hace aún más urgente la labor de recuperar la memoria, especialmente la de las experiencias humanas que nunca se escribieron en los libros de historia. Tengo tres ejemplos que demuestran claramente cómo nuestra película ha logrado conmover a varias generaciones. En Alentejo, al final de una sesión, un hombre de 89 años se me acercó llorando y me dijo: «Gracias por esta película. Estuve en el 25 de abril en Lisboa y esto es lo que experimenté, esta emoción. Me sentí transportado allí». Para mí, escuchar esto lo fue todo. Más tarde, en un evento donde estaba presente un excapitán de Abril, me felicitó y dijo que es fundamental seguir haciendo películas como esta para que la revolución no caiga en el olvido. Y, hablando de otra cosa, en una sesión en Oporto, a la que fui discretamente con una camiseta de la película, una chica de unos 15 años se me acercó al final y me preguntó si formaba parte del equipo. Dije que sí (sin revelar quién era el director) y ella dijo: «Gracias a quien hizo la película, porque ahora finalmente entiendo el 25 de abril». Estos momentos me demuestran que lo que aún queda por rescatar de la revolución no es solo información, sino también emoción, empatía y conexión humana. Y esto solo se puede lograr cuando podemos contar estas historias con veracidad y cercanía. Ahí es donde el cine juega un papel esencial.
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-¿Considera que esta película es más necesaria de ver en personas que hayan votado a la ultraderecha recientemente (Chega) o no existe por su parte una intención política al recordar estos hechos y por qué se produjeron?
- Mi película nunca tuvo intenciones políticas ni partidistas. Mi deseo siempre fue contar la historia de estos personajes olvidados de la Revolución de Abril: personas reales, con nombres, rostros y vidas que quedaron fuera de los libros. Pero creo que, inevitablemente, vivimos en tiempos en los que mirar al pasado se vuelve urgente. Siento que nos dirigimos hacia un lugar donde ya hemos vivido, como sociedad. Y, por eso, películas como esta pueden ayudarnos a recordar cómo era vivir sin libertad, sin derechos, bajo censura y represión. No se trata de señalar a nadie, sino de ofrecer memoria y, quizás, consciencia.
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