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María del Mar Silva delante de la imagen del Amarrao, en la ermita de La Soledad de Badajoz. :: pakopí

María del Mar Silva, la primera mujer que guiará a los costaleros

Extremadura en femenino ·

Capataz del paso del Amarrao de Badajoz

Lunes, 26 de marzo 2018, 08:04

Tiene 24 años y esta Semana Santa se convertirá en la primera mujer de Extremadura que dirija un paso portado por costaleros. Es María del Mar Silva Ramos, una pacense con una estirpe cofrade que le ha enseñado a vivir la Semana Santa desde dentro.

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Su padre es José María Silva de Lima 'Joselón', una institución entre las hermandades de Badajoz, que falleció prematuramente en 2012. De su mano ha tocado el llamador de varios pasos cuando no levantaba un palmo del suelo, pero este Jueves Santo será ella quien diga eso de «Todos por igual valientes. A esta es».

ALGUNOS DATOS

  • Personal María del Mar Silva nació en Badajoz. Es hija única y vive con su madre.

  • Profesional Es masajista, osteópata, reflexóloga podal y auxiliar de fisioterapia. Actualmente trabaja en una tienda de ropa.

  • Semana Santa Ha sido aguadora, nazarena y costalera. Este año se estrena como capataz.

  • Aficiones La Semana Santa y viajar para ver procesiones en otras ciudades.

María del Mar es la capataz del paso del Amarrao de la Hermandad de la patrona de Badajoz, La Soledad, que va portado por una cuadrilla de 54 hombres. Entre ellos, su pareja, que también irá debajo, siguiendo sus órdenes. Sabe que muchos ojos se fijarán en ella y le enorgullece. «Siento la responsabilidad de ser la primera pero también el orgullo de que puedo abrirle el camino a otras mujeres».

«Mi padre me castigaba con no ir a los ensayos o no salir en las procesiones»

Reconoce que la Semana Santa ha sido tradicionalmente una fiesta de hombres. Lo ha visto en su casa. «Mi madre está muy vinculada a la Semana Santa pero su trabajo nunca se ha visto. Sin embargo, sus consejos han sido fundamentales. Y como ella, muchas mujeres de capataces y costaleros que han ayudado sin que se las viera».

Poco a poco el mundo cofrade va incorporando a las mujeres a las hermandades y a los puestos de responsabilidad dentro de los cortejos, permitiendo que no solo salgan de mantilla o alumbrando. A María del Mar nunca le han gustado ni lo uno ni lo otro.

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Su primera participación activa en la Semana Santa fue como aguadora, encargada de asegurar la hidratación de los costaleros. Era tan pequeña -recuerda- que cuando tenía que entrar en un bar para que le rellenaran la botella, tenía que levantarla para que el camarero la viera porque no llegaba a la barra. También procesionó un año como nazarena, pero no ha repetido.

Su pasión la descubrió muy pronto. A ella lo que más le gustaba era estar debajo del paso. Tenía cinco años cuando acompañó a su padre la mañana del Viernes Santo a ver cómo habían preparado al Yacente. «Él entró en la sacristía y me dejó junto al paso. Como cualquier niño movido por la curiosidad me metí debajo y empece a llorar y a llorar. Sentía que yo quería ser costalera».

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Y lo consiguió, con 17 años. Le hizo firmar un papel a su padre para que si ella sacaba buenas notas, le dejara salir de costalera. Y así fue. «Mi padre me castigaba con no ir a los ensayos o no salir en las procesiones», recuerda.

Ser costalera le facilita su labor como capataz, ella misma ha experimentado lo que se sufre debajo de un paso. Es más, para ella el costalero es la figura más importante de un cortejo. «Imprescindible en una procesión es el costalero, sin él no hay ni capataz ni paso».

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Por eso, su obsesión es estar pendiente de ellos, tanto que revisa hasta si están bien fajados. Ella será no solo sus ojos sino también su aliento. «La voz del capataz ayuda mucho de vuelta a casa, que es cuando más pesan los pasos». Su misión es velar por ellos pero también porque el paso regrese intacto a casa.

«Hay que estar pendiente de la calle, de si sobresale un cartel, de los cables, tienes que estar con mil ojos para proteger al paso y a los hombres que van debajo».

Sabe como hacerlo, lo ha visto muchos años al lado de su padre. De hecho su experiencia y su compromiso fue lo que llevó a que la Hermandad pusiera su nombre encima de la mesa. Esta Semana Santa lo hará por primera vez sola, pero -repite- «mi padre es el primero que estará conmigo, él sale de casa todos los días a mi lado desde que falleció».

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