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Virtudes Cubero con su inseparable carrito con el que cada día recorre las calles de Monesterio. ISABEL AMBRONA

Vivir en Monesterio

Virtudes Cubero Contreras
«Mi padre me inculcó que el correo era sagrado y así lo he considerado siempre»

Desde hace más de 30 años. Virtudes Cubero trabaja como cartera en la oficina local de Correos y ha sido testigo del crecimiento del pueblo y de su gente

Sábado, 3 de agosto 2024, 07:46

A pesar de no ser su pueblo de nacimiento, lo cierto es que Virtudes Cubero conoce Monesterio y a sus gentes como la palma de ... su mano. Podríamos decir que alberga en su cabeza una especie de archivo humano de las calles y habitantes de la localidad, ya que identifica con total normalidad la mayoría de los nombres y apellidos, lugar de residencia y caras de los vecinos de Monesterio. Todo ello se debe a su trabajo como cartera durante más de 30 años en la oficina local de Correos.

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Es habitual verla pasear por las calles del municipio con su inseparable carrito amarillo, repleto de correspondencia y paquetes, y su uniforme. Una rutina que realiza desde el año 2006, que fue cuando consiguió su plaza fija en la oficina de Monesterio.

Años atrás, y desde hace ahora 32, trabajó de forma esporádica para cubrir vacaciones. También lo hizo en Calera de León, su pueblo natal y de residencia, o en Los Santos de Maimona, donde estuvo dos años antes de asentarse definitivamente en Monesterio.

«Fui muy bien acogida por los vecinos de Monesterio y quedan pocos que no me hayan ofrecido sus casas»

«Mi padre era el cartero de mi pueblo, Calera de León. Fue él quién me inculcó que el correo era sagrado y así lo he considerado desde ese día», explica Virtudes Cubero.

Se emociona y recuerda con nostalgia a sus primeros compañeros de profesión, que además considera maestros que le enseñaron todo lo que sabe. Se refiere así a Manolo Matuto y a Manolo Espacio, ambos vecinos de Monesterio.

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«Matuto me decía: tienes que olvidarte de calles y números y aprenderte el nombre y apellidos de la gente. Hasta entonces no desarrollarás bien el oficio». Al escuchar este consejo Virtudes pensaba: «Este está loco, ¿cómo voy a recordar los nombres de tanta gente como hay en este pueblo?», rememora entre risas, pero admite que tenía razón y que fue la única forma de desarrollar su trabajo de forma eficiente.

Los inicios

La cartera de Monesterio también confiesa que la que más temía en sus inicios era la calle Zurbarán porque los números de las casas estaban mal colocados: «En cuanto me daba la vuelta las vecinas se intercambiaban las cartas porque no había acertado ni una», revive como anécdota y recuerda con especial cariño a una de ellas, a Valentina. «Ella siempre me esperaba y me decía: ¡Cartera, tú dime el nombre y yo te digo dónde es!».

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Así, poco a poco y gracias al cariño y apoyo de numerosos compañeros y de los vecinos, Virtudes hizo de Monesterio su pueblo y no hay nadie que a día de hoy no la conozca.

«Fui muy bien acogida por los habitantes de Monesterio y quedan pocos que no me hayan ofrecido su casa para lo que necesite, como ir al baño, tomar algo fresquito en verano o caliente en invierno», expresa agradecida.

COVID-19

«El peor momento que recuerdo fue durante la pandemia, cuando la gente no cogía los paquetes por miedo a contagiarse»

Durante más de 30 años ha sido testigo del crecimiento del pueblo. «Cuando llegué Monesterio no era ni la cuarta parte de lo que es ahora. No estaba terminada ni la barriada del centro de salud y mucho menos las calles posteriores que llegan hasta la piscina. Tampoco el barrio de la calle Constitución, la zona de detrás de la gasolinera, de la Era de Don Pedro o El Chorrito», apunta Virtudes Cubero, que ha visto crecer a numerosas generaciones de niños y niñas, hoy ya convertidos en madres y padres.

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También ha vivido la incorporación de las nuevas tecnologías en su trabajo, que le han facilitado muchísimo su tarea; ha sido maestra para otros muchos compañeros; y ha sobrevivido a los votos por correo de las pasadas Elecciones Generales, en pleno verano.

Le cuesta inclinarse por cuál ha sido su peor momento durante todos estos años de trabajo en Monesterio porque considera que no ha tenido ninguno, más allá de los de la cotidianidad de los días, pero le vienen a la mente los años de pandemia. «Quizás fue la peor época porque la gente que quería recibir paquetes, pero luego no querían recogerlos por miedo a contagiarse».

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Virtudes Cubero forma ya parte de la historia de Monesterio, un pueblo que no la ha visto nacer pero sí crecer y desarrollarse como persona y como profesional.

Recorre desde hace más de 30 años las calles de Monesterio para repartir correspondencia y paquetería como cartera en la oficina local de Correos. Además, conoce sus calles y a sus gentes como la palma de su mano.

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