Francisco Julián Chamorro, coordinador del Museo Luis de Morales y conferenciante, este sábado. Pakopí

Guerra Civil

Un museo que esquiva la matanza más sangrienta de Badajoz

En la charla sobre leyendas de la ciudad ha tocado hablar de argucias para no ser delatados en la Guerra Civil, pero también de los eufemismos de los paneles del Museo de la Ciudad Luis de Morales para no hablar de 'matanza' sino de 'Toma de Badajoz' y suavizar la cifra de asesinados

Sábado, 17 de agosto 2024, 14:19

Hay que ser valiente para dos cosas: una, programar una charla sobre la historia de Badajoz en plena mañana de sábado del puente de agosto; ... la otra, trabajar en el Museo de la Ciudad como coordinador y renegar en público de los títulos de algunos carteles que explican el pasado de la ciudad. Francisco Julián Chamorro, coordinador de Museo Luis de Morales, ha llenado de nuevo las aproximadamente cuarenta plazas que salen para unas conferencias mensuales tituladas de manera genérica '12 meses, 12 leyendas', aunque admite que prácticamente la mitad de los asistentes suelen ser las mismas personas.

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La de esta mañana la tituló 'Milagros entre la matanza', referida a la masacre que perpetró el bando nacional en Badajoz el 14 de agosto de 1936, hace ahora 88 años y tres días.

Tras explicar los antecedentes -turnismo, dictadura de Primo de Rivera, II República y sus tres procesos electorales entre 1931 y 1936-, Chamorro señaló dos de los carteles. Uno de ellos dedicado a la II República para matizar que precisamente en Badajoz hubo tres repúblicas. Y es que diez años antes de la primera, que se sabe duró poco, apenas dos años, y ocurrió en 1883, durante unas horas de 1873, también en un ambiente de agotamiento de la Monarquía, la ciudad proclamó por unas horas la república, precisamente con Rubén Landa (padre de Matilde Landa), entre otros, al frente. «Lo que pasa es que se quedó en intento, era una época sin móviles y no había comunicación con otras ciudades y en el resto del país fracasó, pero en Badajoz fue la única capital donde se proclamó la república, la primera, durante unas horas, lo que luego provocó exiliados y detenciones.

A continuación el conferenciante, al llegar al segundo cartel, titulado 'Toma de Badajoz', tampoco se anduvo por las ramas. «Toma de Badajoz o alzamiento son conceptos que no encajan. No me suenan bien, para mí el alzamiento fue un golpe de estado y a las cosas hay que llamarlas por su nombre», ha indicado el coordinador actual del espacio. En este sentido, tampoco se explica que el cartel se titule 'Toma de Badajoz' «cuando en realidad fue una matanza».

Chamorro, licenciado en Geografía y con varios historiadores esta mañana como público, admitió que «88 años después este sigue siendo un tema espinoso», pero conviene abordarlo. También es consciente de que queda cada vez menos gente, por no decir casi nadie, que haya vivido aquellos hechos. Por eso agradeció a pacenses como Francisco Pilo que recopilara testimonios de la época en su libro sobre la Guerra Civil 'Ellos lo vivieron'.

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Aquella 'Toma de Badajoz' previa a la matanza la ha relatado este sábado Chamorro a través de mapas de manera minuciosa y cronológica hasta llegar a un punto controvertido del episodio donde el general Yagüe, del ejército golpista, ajustició a los pacenses. Ese debate tiene que ver con las cifras, aunque el propio militar reconoció a un periodista norteamericano que sus hombres mataron a 4.000. Lo razonó diciendo que no iba a llevar a 4.000 «rojos» mientras avanzaba con su columna de militares por toda España, concretamente por la Vía de la Plata, de la que se desvió en su camino desde Sevilla porque consideró Badajoz un lugar estratégico.

Hay historiadores como Pío Moa que cifran la masacre en 350 asesinados y otros como Justo Vila que hablan de 9.000. «La tesis de Francisco Espinosa es que fueron en torno a 1.300 documentados, aunque algunos en fosas comunes», ha seguido explicando Chamorro, que también citó varios diarios, leyó extractos de algunas crónicas y apuntó como clave para entender aquel asesinato masivo la presencia de periodistas extranjeros, sobre todo portugueses y franceses. En cualquier caso, el conferenciante y coordinador actual del Museo de la Ciudad avisó de que «la cifra que da este panel no se moja, por eso se lee que la cifra no fue inferior a 700 personas».

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Al margen de ese debate de números, también ha apuntado que, ya en este siglo, la Junta de Extremadura decidió derribar la plaza de toros donde ocurrió la matanza. Allí ha levantado un palacio de congresos, lo cual ha sorprendido a historiadores que llegan de otros países para estudiar los hechos y ha indignado a algunos defensores de la memoria de las víctimas, sobre las que existe una placa en el interior que recoge los nombres de fallecidos y asesinados de ambos bandos. Además, ha recordado que Luis Plá, pacense recientemente fallecido y que vivió los hechos en primera persona, propuso dedicar esa plaza a los muertos con unos jardines y un memorial cuyo boceto existe y fue rechazado y que ha sido mostrado esta mañana.

Leyendas y milagros

Los asistentes han escuchado los hechos y solo cuando la charla ha llegado al punto de las leyendas sobrevenidas de aquellos días han interpelado a Chamorro para añadir algún detalle. El título era 'Milagros entre la matanza' y principalmente hubo dos que han sido relatados. A juzgar por las caras, son pasajes menos conocidos que todo lo anterior.

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El primero ha sido la historia de José Merchán Luengo, miliciano pacense que huyó a Campomayor, se tuvo que disfrazar con las ropas de un muerto para no ser apresado y acabó trabajando en los astilleros de Oporto haciéndose pasar por mudo durante cuarenta años para que nadie pudiera delatarlo. Se casó con una portuguesa y tras la Revolución de los Claveles y la muerte de Franco volvió a su barrio de Badajoz, en la Estación. «No se sabe bien si fue en el Bar Morales o en el Bar Cárdenas donde, delante de su mujer, pronunció de repente 'ponme un chato de vino'», para pasmo de ella y los parroquianos.

Otra historia similar, en este caso con otro pacense sordomudo, fue escuchada por el dramaturgo Miguel Murillo y el productor Javier Leoni de boca de un anciano en Campomayor, lo que finalmente dio lugar a una obra teatral estrenada en 2008 en Badajoz que se tituló 'El ángel de la luz'.

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El segundo milagro que esta mañana ha cerrado la charla sobre leyendas de Badajoz tiene que ver con un capìtulo del libro '50 historias de Badajoz', de Jesús Bartolomé. Chamorro lo ha bautizado como 'El milagro de la señora Águeda' nacida en Olivenza, madre de seis hijos y residente en el barrio pacense de San Roque, quien salvó de ser fusilada a una persona en un momento en que los chivatazos y represiones estaban a la orden del día.

El solo hecho de tener moratones en el hombro era indicio de haber usado una ametralladora los días antes tratando de defender Badajoz de las tropas nacionales. Dos regulares marroquíes de los que acompañaron al general Yagüe identificaron a un posible miliciano y cuando estaban a punto de llevárselo la señora Águeda obró el 'milagro' y los convenció de que era panadero y tenía así el hombro de cargar sacos de harina. En este punto una persona del público intervino para recabar más detalles de Águeda, a la que cree haber conocido a finales de los noventa y al que le sonó mucho esta historia que ahora es presentada como leyenda e incluso milagro.

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Dentro de este ciclo, el mes próximo, concretamente el 28 de septiembre ya dentro del ambiente de Al Mossassa, tocará abordar 'Batalways Legendario', donde no será posible recabar versiones tan cercanas a los hechos. Según reza en el folleto, «en septiembre de 875 nacía Batalyaws y con ella leyendas de amor, fantasmas y tesoros (Torre de las Siete Ventanas, Mirlo Rupestre) o de gobernantes y batallas (Ibn Marwan, Al-Mutawaki, Sagrajas).

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