La mina de litio,otra oportunidad perdida
El Ayuntamiento de la segunda ciudad de Extremadura no puede dar carpetazo a un proyecto de 10.000 millones de euros diciendo que la mina de litio es un expolio . Esto no es la Venezuela de Maduro. Aquí la ley faculta cauces administrativos para que dentro del cumplimiento de las normas establecidas, se decida sobre lo que es bueno y malo para Extremadura
Extremadura es una región en la que podemos contar casi tanto las oportunidades que hemos tenido, como las que hemos dejado escapar: la refinería, la siderúrgica… Extremadura ha sido siempre un desequilibrio permanente entre el que «inventen otros» y una necesidad innegable de poder sacar la cabeza de nuestro charco económico estructural en el que estamos sumidos. El siglo XXI ha traído nuevas formas de pensar. Formas en las que la Economía Sostenible es el paradigma de gestión. Y no podía ser de otra manera, ya que Extremadura es una de las regiones que mayor riqueza natural atesora.
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Esta pretendida sostenibilidad supone conciliar la defensa medioambiental y el respeto y uso racional de nuestros recursos con el desarrollo económico y social de nuestras gentes para que las capacidades productivas favorezcan un empleo de calidad y tener igualdad de oportunidades con otras comunidades y la cohesión y arraigo de sus gentes.
Por eso no es congruente lo que estamos viviendo con el proyecto del litio en Cáceres. Y no lo es porque ninguno podemos posicionarnos a favor o en contra. Falta el elemento fundamental. Falta que la Administración Pública funcione de acuerdo al mandato de los ciudadanos, ofreciendo la transparencia debida en la información de este proyecto.
El Ayuntamiento de la segunda ciudad de Extremadura no puede dar carpetazo a un proyecto de 10.000 millones de euros diciendo que la mina de litio es un expolio. Esto no es la Venezuela de Maduro. Aquí la ley faculta cauces administrativos para que dentro del cumplimiento de las normas establecidas, se decida sobre lo que es bueno y malo para Extremadura.
El resto de extremeños que pagan sus impuestos para la sostenibilidad de la ciudad de Cáceres tienen el mismo derecho a decidir lo que es bueno para su región. Por eso no es de recibo que el gran triunfo de un Ayuntamiento sea paralizar por aclamación el procedimiento administrativo que es la garantía de la seguridad jurídica de todos los ciudadanos, para que tanto unos como otros aleguen, participen, apoyen y se posicionen y en definitiva, se gestionen los asuntos que afectan a todos, de acuerdo a las leyes.
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Que una empresa se vaya de Extremadura por inseguridad jurídica es una vergüenza regional, porque no ha habido un informe medioambiental negativo ni un procedimiento administrativo incumplido. El paso atrás de la empresa que pretendía desarrollar el proyecto ha sido por la inseguridad jurídica con que la gestión del mismo estaba realizándose.
El proyecto para los detractores, entre los que se encuentra el Ayuntamiento de Cáceres, podría perjudicar como afirma la postura vecinal a los jarales, alcornocales y olivos que llenan de paz y les unen a la naturaleza, como plantean en su escrito de hace pocos días.
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Por el otro, el proyecto pretendía invertir 340 millones de euros en Cáceres de los que 280 millones lo serían en empresas auxiliares, crearían entre 500 y 900 puestos de trabajo y se pagarían 11 millones de euros anuales en sueldos que revertirían en consumo en la ciudad. A Extremadura le quedarían 200 millones en impuestos y una empresa con domicilio social en nuestra región.
En cuanto al equilibrio medioambiental parece ser que la mina, que ya existe desde 1970 cuando se extraía litio entre otros minerales, no tiene impacto visual desde la ciudad, no afecta a La Montaña, y el agujero que se hará, de unas dimensiones de 700x400x20 metros, se convertiría en el futuro en un lago con urbanizaciones alrededor para lo que dedicarían en el proyecto 16 millones de euros de regeneración de espacios.
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Para la extracción del litio parece ser que se utiliza el sulfato potásico, fertilizante que ya se usa en nuestros campos extremeños y de los acuarios caseros en algunas ocasiones, y está ya incluidos en la comida de los peces, y es utilizado también para aportes vitamínicos humanos. Respecto al agua necesaria para la puesta en marcha de la explotación, se calcula que se utilizaría aproximadamente menos del 1% de la que consume la ciudad de Cáceres, y con posibilidades de reutilización, porque el procedimiento no supone toxicidad alguna.
Recordad Valdecañas, en donde se arrancaron 10.000 eucaliptos y se sembraron 7.000 encinas, y donde se recuperó la fauna, la flora y la población, que ha aumentado un 40% en los pueblos aledaños y ha bajado el paro mientras subía en el resto de Extremadura. Esto es un ejemplo de lo que suponen los proyectos empresariales a nuestra región.
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En Sudamérica al litio le llaman «el oro blanco», y tal es su valor que parece ser que Chile, Bolivia y Argentina van a constituir una especia de OPEP. Con la mayor reserva de litio de Europa, nosotros no seríamos tan ambiciosos, pero tener un proyecto con transversalidad tecnológica podría suponer el establecimiento de industrias punteras en I+D+I. La Universidad de Extremadura se vería afectada positivamente, y la Formación Profesional también, porque el 90% de los trabajadores serían de nuestra región.
Otro aspecto a tener en cuenta es que se necesitarían nuevas infraestructuras de comunicación, cuya construcción estarían justificadas para la salida de productos terminados: un buen tren, un aeropuerto con más vuelos para atender a los nuevos trabajadores y directivos de empresas auxiliares que necesitarían viajar a Cáceres, e incluso, posibles fábricas porque el litio del proyecto sería un producto terminado. Todo ello supondría mayor arraigo para nuestros jóvenes en la región, así como el aumento del PIB en Extremadura. Un proyecto así mueve, obligatoriamente, todo el puzle económico regional.
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La cuota de reserva de la Biosfera la tenemos más que superada en Extremadura, y corre de cuenta del bolsillo de los extremeños, porque vivir de los turistas que vienen un fin de semana a comerse el bocadillo al campo mientras se maravillan con nuestra naturaleza parece sostenible para los pájaros, pero no tanto para los jóvenes que se marchan a una media de 2.500 al año, y para una región que sigue ocupando los últimos puestos en los ranking de sueldos medios y PIB, mientras que, como no tenemos empresas que aporten, somos los primeros en presión fiscal a sus ciudadanos.
Algunos políticos no deben tener miedo de que los ciudadanos sepan. Y si lo tienen porque sus planteamientos electorales están por encima, entonces que no se preocupen, los extremeños empezamos a no creernos sus cuentos y estamos hartos de hacer cuentas para llegar a fin de mes. Extremadura merece más mucho más.
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