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Manuel Sánchez González divulga la historia de Cedillo. JORGE REY
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Manuel Sánchez: «No todo Cedillo quiere puente»

Investigador en Cedillo. Ejecutivo de Entrecanales y escritor de varios libros sobre su pueblo

Sábado, 12 de octubre 2024, 08:03

Los padres de Manuel Sánchez González (Cedillo, 1949) eran agricultores. Él estudió Primaria, empezó a trabajar en el embalse de su pueblo y acabó como ... jefe de oficina administrativa en grandes obras que su empresa, Entrecanales, hoy Acciona, realizaba en unión (UTE) con otras (Iberdrola, Enagás, Agromán, Dragados) en España y Gibraltar. Su pasión es investigar sobre Cedillo y ha publicado varios libros sobre su pueblo, que, asegura, «en los años 20 tenía el mejor nivel de vida de la comarca».

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–¿Y eso?

–Las tierras de Cedillo eran del hermano de Fernando VII, el infante Carlos de Borbón, y el rey las puso a la venta en la desamortización. Eran 20 fincas. Tres las compraron dos señores de Badajoz y de las otras 17, los marqueses de Hinojares compraron siete y los condes de Campo Alange, diez. Los Hinojares no tuvieron hijos y dejaron tierras al pueblo. En Cedillo, al casarse el primogénito, llevaba la casa y una pareja de mulos. Los de Herrera llaman a los de Cedillo 'caracoles', porque llevan la casa a cuestas. La pequeña burguesía vivía en la llamada calle de los Papás, que va del bar Suizo al ayuntamiento, porque llamaban papá y mamá a sus padres, mientras que la clase baja hablaba portugués y decía pai y nai.

–¿Su padre era 'caracol'?

–Sí, era hijo único, pero conoció la crisis, que llegó cuando los descendientes de los Hinojares pleitearon para que les devolvieran las fincas de los marqueses. En el juzgado de Valencia de Alcántara y en la Audiencia de Cáceres, ganaron los aparceros, pero en el Supremo ganaron los aristócratas, se quedaron con la cosecha de ese año (1954) y llegaron a Cedillo la ruina y la emigración. De 1.500 cedilleros se pasó a 700, solo a Vizcaya emigraron 500. He publicado un libro sobre Julio Rosa, que estudió en el Seminario financiado por los Hinojares, fue comisario de la Brigada Político Social, se enfrentó al pueblo, apoyó a los marqueses y preparó el caso para presentarlo en el Supremo.

–¿Otros libros?

–Desde niño, escribía en cuadernos las conversaciones que escuchaba. Después, seguí apuntando mis investigaciones y cuando tenia un montón de cuadernos, los llevé a una academia de informática de Madrid, los transcribieron y he editado ese material en un libro de 1.110 páginas sobre la historia y costumbres de Cedillo. He escrito otros sobre quienes huyeron del pueblo a Portugal, y no los entregaron, en la Guerra Civil y sobre el último alcalde republicano, Baltasar Robledo, que escapó por Lisboa en el buque Nyassa con los refugiados de Barrancos, combatió en Madrid y en Francia contra los nazis, que lo fusilaron. En Francia es un héroe, aquí, un desconocido.

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–1969, el embalse.

–Cedillo pasó de agrícola a pueblo de industria y construcción. En el poblado vivían 2.000 personas, empezó a entrar dinero, el cura consiguió que se dieran cursos de formación y los jóvenes, al acabar el pantano, nos fuimos con la empresa a levantar las nucleares de Almaraz y Cofrentes. Hoy, entre los impuestos del embalse y de las placas solares, Cedillo vuelve a ser rico: tenemos un cementerio de lujo, polideportivo, residencia y hogar de ancianos, piscina, impuestos muy reducidos… Vuelve a tener el nivel de vida de antes de la sentencia. Cedillo está aislado, pero tiene de todo.

–¿El puente internacional?

–Una parte de Cedillo no quiere puente porque piensa que lo cruzarán delincuentes extranjeros, habrá atracos y robos y será un descalabro, algo parecido al miedo que se mete ahora con la emigración. Otra parte lo quiere porque vendrá personal, mercancías y cristaleros, fontaneros, profesionales que no hay en Cedillo.

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