Beatriz Cáceres Marzal ejerce como arquitecta desde 1997. José Vicente Arnelas
Extremadura en Femenino

Integrar espacios como profesión

Beatriz Cáceres Marzal / Arquitecta ·

Lunes, 9 de mayo 2022, 07:17

Es hermana menor de arquitecta, pero esto no indica que abunde esta profesión en su familia teniendo en cuenta que son ocho hermanos. En Beatriz Cáceres Marzal su vocación empezó de manera natural. «Me gustaba dibujar desde pequeña, así me recuerdo en los veranos en el campo, a las afueras de Badajoz, siempre pintando cosas, haciendo manualidades, muy creativa. Luego vi que se me daban bien las matemáticas, la física y asignaturas de ciencias puras, así que todo eso dio lugar a que eligiera arquitectura». Y estudió en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Sevilla, formación que completó en Italia antes de empezar a ejercer en 1997.

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Desde Badajoz dirige su estudio B11 Arquitectos, a través del cual rehabilitó el Convento de San Juan de Dios en Olivenza, proyecto que concluyó en 2017, pero que recientemente le ha valido un premio en la modalidad de 'Rehabilitación' de la Junta de Extremadura, que a través de la Consejería de Movilidad, Transporte y Vivienda puso en marcha en 2020 los Premios de Arquitectura de Extremadura, galardón que se concede cada dos años.

¿Obra nueva o rehabilitación? «Me gusta todo –responde–, me encanta la rehabilitación porque los edificios históricos son siempre interesantes y tienes que valorar otros factores, sobre todo de respeto al edificio y estudiar la historia y por qué se hizo así y tiene esa tipología. Si te vas metiendo en el edificio sin darte cuenta es más fácil acertar con lo que haces. No obstante, un edificio nuevo también me gusta mucho porque es enfrentarte a un papel en blanco y eso supone un reto. En general, ser arquitecto es tener delante muchos factores externos, darle a cada uno su importancia y aglutinarlos para encontrar la mejor solución».

Clientes y concursos

En el caso del Convento de San Juan de Dios de Olivenza tuvo en cuenta su posición estratégica y que fue convento y hospital militar durante las guerras, «pero lo curioso –dice– es que las murallas abaluartadas que se ven ahora las trazaron muy cerca del convento y como los baluartes hay que rellenarlos de tierra prácticamente enterraron una parte del convento durante siglos, así que hubo que buscar un equilibrio entre el baluarte y el convento. Ahí estuvo la clave, así como en el acceso del espacio exterior y usar mucho la tierra como material».

Como arquitecta cuenta que tuvo suerte durante la crisis de la construcción que envió al paro a muchos de su gremio. Ella suele vivir de encargos de particulares y de concursos de la Administración, que en ocasiones reconoce que son muy interesantes, pero solo gana uno de cada diez o quince, calcula. En aquella época, alrededor de 2008, encadenó varios encargos de viviendas unifamiliares mientras montaba una pequeña escuela de arte para niños en su propio estudio.

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Proteger o no proteger

Si últimamente en Extremadura existe un debate sobre la protección medioambiental, en los cascos históricos también se viven tensiones sobre si algunos están o no demasiado protegidos arquitectónicamente, lo que en ocasiones espanta a promotores. En opinión de Beatriz, «hay soluciones para todo y no tienen que ser excesivamente costosas. Me parece que el patrimonio hay que protegerlo y que tener una vivienda protegida es un valor añadido. Lo que se necesita son ayudas para acometer obras en edificios con una protección alta. Cuando no es así y solo está protegida la fachada, que es en la mayoría de los casos, en realidad hay un montón de opciones para hacer una vivienda completamente nueva por dentro».

Por otro lado, cree que en los pueblos en Extremadura hay un patrimonio «impresionante» del que no somos conscientes. «Vas por los pueblos y no solo son valiosísimos edificios civiles o religiosos sino también industriales que son muy desconocidos», dice antes de mencionar una almazara que rehabilitó en Villafranca de los Barros que le sorprendió, además de otros ejemplos de elementos olvidados como una bóveda con la que se topó en el Convento de Santiago en Lobón, similar a las que se ven en la Alhambra de Granada, afirma, aunque es consciente de que mantener edificios sin uso en mitad del campo –y pone de ejemplo los castillos– es complicado.

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Preguntada sobre cómo puede mejorar la arquitectura el mundo rural, donde chirrían muchos elementos constructivos en los pueblos, ella pone de referencia a los portugueses. «Todo es valorar lo que tenemos y respetarlo. Los caseríos populares son muy bonitos cuando están bien mantenidos y en nuestros pueblos hay que tener en cuenta su historia y usar materiales acordes con el mundo rural. Parece que los gustos de la gente van por otro lado, pero en los pueblos portugueses veo un respeto que aquí a veces falta y por eso ha realizado mucha obra sin conocimiento y sin control durante una época. Supongo que hace falta educación para valorar la arquitectura».

  • Personales Sexta de ocho hermanos, tiene cinco hijos.

  • Académicos. Estudió en el colegio de la Compañía de María en Badajoz y luego en el Instituto Zurbarán antes de licenciarse en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Sevilla, formación que completó con un curso en la Facultad de Arquitectura de la Sapienza de Roma, orientado a la Restauración Arquitectónica.

  • Profesionales Ejerce desde 1997, casi siempre como autónoma salvo etapas breves en la Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura, el Ayuntamiento de Villanueva de la Serena o el Colegio Oficial de Arquitectos de Extremadura. Su estudio se llama B11 y, entre otros proyectos, rehabilitó el antiguo Banco de España en Badajoz, hoy Conservatorio Superior de Música.

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