Algunos ejemplos que podemos encontrar en Extremadura. Arriba a la izquierda, el del Monasterio de Guadalupe y debajo el de la parroquia de Valverde de Llerena. En el centro, el reloj de la concatedral de Mérida. A la derecha, en la parte superior un reloj de la catedral de Plasencia y debajo un reloj solar romano. José Manuel Romero/HOY

La huella del tiempo a través de los relojes de sol

Extremadura conserva más de medio centenar de estas piezas que no solo miden el paso de las horas: también encierran lecciones de historia y ofrecen nociones de ciencia

Tania Agúndez

Badajoz

Domingo, 12 de diciembre 2021

No emiten el característico tic-tac de un reloj moderno, no disponen de alarma y tampoco se pueden llevar en el bolsillo. Los relojes de ... sol suenan a algo del pasado, sin embargo ni el paso de los siglos ni el avance de la tecnología han conseguido acabar con ellos.

Publicidad

En Extremadura la huella del tiempo aún perdura en más de medio centenar de relojes históricos que se conservan dispersos por toda la región. Aunque su utilidad original ha desaparecido, muchos continúan midiendo el transcurso de las horas con gran precisión y detallando el momento del día a través del juego de luces y sombras que rige su funcionamiento.

Incluso aquellos que han perdido su función, bien porque sus partes se han deteriorado o porque estaban mal diseñados o incorrectamente orientados, siguen adornando de manera discreta pero elegante los edificios en los que fueron instalados. Estas piezas, que salpican toda la geografía extremeña aunque en muchas ocasiones pasan desapercibidas, ya forman parte del patrimonio cultural de la región.

Debido a la necesidad de regular la vida de sus vecinos y saber cuándo trabajar y cuándo descansar, antiguamente cada población contaba con su propio reloj solar pintado en una pared, aunque fuera básico y pequeño. Al estar en el exterior, expuestos a la lluvia y otras inclemencias meteorológicas, las líneas horarias y números acabaron borrándose y estas obras desaparecieron casi sin dejar rastro. Hasta nuestros días solo han llegado los que se realizaban en materiales más nobles y duraderos, como los grabados en bloques de piedra.

Publicidad

La mayoría de los que aún se pueden ver en la región se encuentran colocados en la pared sur de edificios notables, como las iglesias, situados en plazas públicas que se abren hacia dicha fachada. Un buen ejemplo de este tipo de relojes es el de la concatedral de Santa María, en Mérida. También se pueden encontrar sobre paredes de espacios donde se reunía la población para celebrar algún evento, como subastas, o pintados sobre la superficie de lugares de paso.

Con el objetivo de difundir los que aún perduran, José Manuel Vaquero, catedrático de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Extremadura (UEx), ha elaborado una guía que recopila los más relevantes. El libro, editado por la Junta y enmarcado en el proyecto de fomento al astroturismo 'Extremadura Buenas Noches', incluye casi 60 piezas que destacan por su importancia histórica, cultural o científica. Se ubican en trece localidades de la provincia de Cáceres y doce de la provincia de Badajoz. La intención de Vaquero es seguir incorporando a este trabajo todos los que siga descubriendo. Por ahora el inventario va en aumento.

Publicidad

«En Extremadura, a pesar de que tenemos pocos en comparación con otras regiones, contamos con algunos muy destacados»

José M. Vaquero

Catedrático de la UEx

«Hay muchos más que no he tenido en cuenta porque se trata de dispositivos modernos que muchos particulares compran o elaboran ellos mismos para instalarlos a modo decorativo. Principalmente he incluido los que tienen un mayor interés para el patrimonio», explica Vaquero.

Distintas épocas

El año e incluso el siglo en el que fueron elaborados y colocados estos relojes de sol son difíciles de determinar en muchas ocasiones, pero lo que sí que se sabe con certeza es que en Extremadura los hay de muy distintas épocas. Algunos de los más antiguos que se conservan son de época romana y están en el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida. También los hay del siglo XVI, XVII, XVIII y siglos posteriores, e incluso se siguen haciendo en la actualidad.

Publicidad

Su estado de conservación es muy variable. En algunos casos solo quedan unas leves señales en la superficie sobre la que fueron colocados que acreditan que existieron. Sin embargo, otros no solo están en buen estado sino que sobresalen por su diseño, historia o valor patrimonial. «En Extremadura, a pesar de que tenemos relativamente pocos en comparación con otras regiones porque se han perdido, contamos con algunos muy destacados», asegura.

Por toda la región

  • - 25 localidades cuentan con relojes solares de interés. Doce de ellas se encuentran en la provincia pacense y trece en la cacereña.

  • Provincia de Badajoz: Badajoz, Mérida, Olivenza, Zafra, Alburquerque, Fregenal de la Sierra, Medellín, Montijo, Llera, Valverde de Llerena, la Roca de la Sierra y La Garrovilla.

  • Provincia de Cáceres: Guadalupe, Cuacos de Yuste, Hervás, Plasencia, Cáceres, Casar de Cáceres, Granadilla, Navalmoral de la Mata, La Garganta, Talayuela, Saucedilla, Navaconcejo y Zorita

Vaquero apuesta por su preservación y considera que protegerlos debe ser una prioridad para los organismos encargados de cuidar el patrimonio cultural, del que también forma parte la riqueza gnomónica (ciencia que enseña el modo de hacer los relojes solares) de la región.

Publicidad

Pero con los avances tecnológicos, ¿qué sentido tiene preservar o hacer nuevos relojes solares? Muchos pensaron que los mecánicos los desplazarían y acabarían sustituyéndolos. Sin embargo el efecto fue justo el contrario. «Los aparatos mecánicos fueron poco a poco instalándose en muchas torres de templos, ayuntamientos y otros edificios públicos. Curiosamente, cerca de cada uno de ellos se podía encontrar un reloj de sol o una línea meridiana para determinar el mediodía. Se volvieron entonces imprescindibles, ya que estos elementos eran indispensables para poner el mecánico en hora y ajustar sus adelantos o atrasos. Esto se observa, por ejemplo, en la Torre del Reloj de Olivenza», indica.

Valor

En plena era digital, en la que los protagonistas son el móvil y los relojes inteligentes, los antiguos relojes de sol no solo perduran sino que, además, se diseñan y construyen otros nuevos. Aunque ya no se usan para conocer la hora, aportan un valor patrimonial e histórico a los enclaven en los que se encuentran. «En el Monasterio de Yuste, por ejemplo, se conservan relojes que supuestamente usó el emperador Carlos V para poner en hora sus relojes mecánicos, algo que les confiere un interés importante».

Noticia Patrocinada

Testigos de otra época, no solo hablan de la gente que los usaban y cómo estos dispositivos regulaban sus vidas, sino que también dicen mucho de su mentalidad y cultura. «Esas personas tenían hace 300 o 400 años un conocimiento mucho más amplio de matemáticas, astronomía y ciencia que el que tiene una persona normal hoy en día. Entender cómo funcionaba un reloj de sol implicaba conocer el movimiento aparente del astro a través de la bóveda celeste, conocer cómo el arco diurno del sol iba aumentando hasta el solsticio de verano y cómo iba disminuyendo hasta su valor mínimo en el solsticio de invierno. Entender un reloj de sol implicaba comprender el ritmo de la naturaleza, algo que en la actualidad muchos desconocen».

Decoración y ciencia

Otro motivo por el que se mantiene el interés por estas piezas es el ornamental. Sus formas geométricas y estilosas líneas contienen una belleza intrínseca que atrae a muchos. «Cualquier lugar público se ennoblece con la presencia de este tipo de objetos».

Publicidad

Su finalidad didáctica también llama la atención a particulares y administraciones, que siguen incorporando estas piezas en las fachadas de sus casas o en las calles de la ciudad para que los ciudadanos las redescubran. De igual modo, muchos centros educativos han incorporado este tipo de relojes. «Nos enseñan cosas que hoy pasamos por alto. Son elementos que van muy unidos a la ciencia. Nos hablan directamente del cielo y de la tierra. Ya no estamos acostumbrados a mirar al cielo. Los jóvenes tienen poco contacto con la materia. Aprenden los movimientos de la Tierra o por dónde sale y se pone el sol en el colegio. Con el reloj se comprueba de una manera práctica».

Los relojes de sol hacían mucho más que detallar el tiempo a través de la información que llegaba directamente del cielo. Entonces, y todavía hoy, nos conectan también con el universo.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Primer mes sólo 1€

Publicidad