¿Qué ha pasado este viernes, 5 de diciembre, en Extremadura?
tLa CampiñaUno de los lugares favoritos de José del Moral es la Campiña Sur, en Badajoz.

«Me gusta la anchura luminosa, casi ascética de La Campiña»

La Extremadura de... ·

José del Moral de la Vega, investigador de Fitopatología

Sábado, 1 de agosto 2020, 08:14

Nació en Villanueva de la Reina (Jaén) en 1948, y llegó a Badajoz en febrero de 1970. Aunque ahora está jubilado, sigue trabajando en la investigación de Sanidad Vegetal, escribe libros y artículos, y participa en la organización de eventos científicos y tecnológicos.

Publicidad

–¿Por qué vino a Extremadura?

–Me contrataron para trabajar en un laboratorio de patología que el Servicio de Protección de los Vegetales había instalado en el centro de investigación de La Orden –actualmente Cicytex–.

–¿Qué impresión tuvo al llegar?

–En los años 70, que fue cuando yo llegué a Extremadura, las Vegas del Guadiana y Tajo habían sido transformadas mediante un gigantesco proyecto de ingeniería agraria para producción hortofrutícula y ganadería intensiva. Aquella transformación asombraba a todo el que la contemplaba por la mejora social y económica que produjo en el mundo rural.

–¿Cuál es la mayor diferencia entre el modo de vida de aquí y su lugar de origen?

–La zona andaluza de la que procedo y la extremeña en la que vivo son bastante parecidas, aunque en los habitantes de Extremadura aprecio aún más conformismo.

–¿Cómo le recibieron aquí?

–Una de las características que define a los extremeños es su generosidad con las personas que llegan de fuera, y yo me sentí un privilegiado por haber llegado a esta tierra.

Publicidad

–¿Tardó en habituarse a vivir aquí?

–Cuando llegué a Badajoz todo fueron parabienes. En mi trabajo, en La Orden, había un ambiente donde predominaba la ilusión, la responsabilidad y el compañerismo. Muy pronto encontré a otros jóvenes con los que construí una amistad entrañable que todavía perdura. Casi enseguida descubrí a una chica buena, guapa y alegre con la que me puse de novio, nos casamos y tenemos tres hijos maravillosos. Entonces yo tenía inquietudes sociales revolucionarias y con otros extremeños me comprometí activamente en el advenimiento de la democracia. En ese ambiente de amor, amistad, trabajo y compromiso social me sentía realmente feliz y a la felicidad no hace falta adaptarse, se disfruta.

–¿Hay algunas costumbres o tradiciones que le hayan llamado especialmente la atención?

–Ninguna que haya visto especialmente diferente de las andaluzas.

–¿Qué echa de menos en el lugar donde vive?

–Nada material, pero sí una mayor implicación de personas en actividades sociales.

Publicidad

–¿Cómo ha cambiado su visión de la región en el tiempo que lleva aquí?

–Desde que yo llegué a Extremadura, hace 50 años, la urbanización de la mayoría de los pueblos de Extremadura ha mejorado extraordinariamente y sus ciudades se han dotado de una buena infraestructura hotelera, turística y cultural aunque, desgraciadamente, el sector industrial no ha crecido como en otras comunidades.

–¿Qué es lo que más le conquistó de esta tierra?

–Sus paisajes naturales y la sencillez y generosidad de su gente.

–¿Suele recomendar a sus familiares y amigos que vengan de vacaciones o a visitar Extremadura? ¿Por qué?

Publicidad

–Por supuesto que sí, por sus riquezas naturales y arquitectónicas sorprendentes; por la gastronomía, donde los jamones, quesos y vinos son más que excelentes; por los precios de alimentos y servicios, más que competitivos y, sobre todo, por la cordialidad de los extremeños.

–¿Le gusta el clima extremeño?

–En general es bueno. Sus otoños largos, templados y luminosos podrían ser calificados de medicinales, pero las primaveras, con una humedad extraordinariamente baja, provocan alergias polínicas insufribles para los que somos sensibles a ellas.

Publicidad

–¿Qué destacaría de los extremeños?

–Como cualidades positivas su sencillez y generosidad, como defecto, su conformismo.

–¿Qué cree que necesita Extremadura para su desarrollo?

–Mejorar su infraestructura ferroviaria y crear tres o cuatro grandes industrias pero, sobre todo, para un verdadero y creciente desarrollo, Extremadura necesita una sociedad civil creativa, trabajadora, ambiciosa y honesta, una generación que debería haber surgido ya del enorme esfuerzo que la Comunidad y el Estado han hecho en formación en los últimos 40 años.

–¿Los servicios públicos con los que cuenta son suficientes?

–A mí me parecen aceptables, pero su mejora debe ser continua y su extensión debe llegar a todos.

–¿Cuáles son sus sitios favoritos de la región?

Noticia Patrocinada

–De Badajoz, me gusta la anchura luminosa, casi ascética, de La Campiña. Esa comarca es para mí como la representación de un poema de Machado. De Cáceres me encantan Las Villuercas-Ibores-Jara; su geoparque y Guadalupe son dos tesoros inmensos que la naturaleza y la historia han regalado a los extremeños.

–¿Qué rincones recomendaría visitar de la ciudad/pueblo en el que vive?

–La contemplación al atardecer de la Alcazaba de Badajoz, cuando se viene de Cáceres por la N-523 es, quizás, el perfil más representativo y bello de ciudad mudéjar que hay en España.

Publicidad

–¿Dónde ha viajado o va a viajar este verano?

–Veremos qué nos permite esta pandemia, pero probablemente a algún lugar de Andalucía o Extremadura.

–¿A qué dedica su ocio?

–Estudiar, leer, oír música, pasear, escribir...

–¿Suele acudir a fiestas de interés turístico o a acontecimientos culturales ?

–No, porque no me gustan las aglomeraciones. Al Festival de Teatro de Mérida sí he ido en alguna ocasión.

–¿La cercanía con Portugal es un aliciente?

Publicidad

–A Elvas, a pasear y comer. Y al Alentejo en veranos pasados.

–¿Qué es lo que más le gusta de la gastronomía extremeña?

–El jamón, las aceitunas machadas y el vino tinto de la zona de Matanegra.

–Para terminar, defina Extremadura en tres palabras.

–Extremadura, naturaleza sin necesidad de adjetivos.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Primer mes sólo 1€

Publicidad