La Guardia Civil anticipó el perfil del asesino de Chavero un año antes de detenerlo
Español, conocido de ella, vinculado a Monesterio, que podría vivir cerca del domicilio y con una «motivación sentimental o sexual», concluyeron los perfiladores
cruz morcillo
Miércoles, 3 de marzo 2021, 07:05
«Hombre, español, conocido de Manuela, vinculado al pueblo de Monesterio y que podría vivir cerca del domicilio de la víctima. Lo más probable es ... que actuase en solitario, empleando un arma blanca o su fuerza/cuerpo, estando la motivación criminal relacionada con un contexto sentimental o sexual». Es el perfil que elaboró la Sección de Análisis del Comportamiento Delictivo (SACD) de la Guardia Civil de la persona que estaba detrás de la desaparición de Manuela Chavero, ocurrida en Monesterio el 5 de julio de 2016.
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El informe, al que ha tenido acceso este diario, lleva fecha de 12 de septiembre de 2019. Un año y cinco días después la UCO detenía a Eugenio Delgado, un vecino de la víctima, por la desaparición y muerte de la mujer, a la que enterró en una finca de su propiedad. Tal y como habían plasmado los perfiladores, Delgado vivía a solo unos metros de Chavero, se conocían, actuó solo y el móvil que siguen barajando los investigadores es sexual, aunque él lo niega y la autopsia no ha podido aclararlo. En esas mismas conclusiones, el SACD recomendaba a sus compañeros «priorizar» a los sospechosos con perfiles compatibles con el que habían trazado. Acertaron plenamente, aunque se necesitó otro año de indagaciones hasta lograr el arresto y que el detenido los llevara hasta el cadáver de la mujer.
A Manoli, de 42 años, como la llamaban, parecía habérsela tragado la tierra. La UCO, tres años después de la desaparición, pidió ayuda a los expertos en análisis del comportamiento del Cuerpo. Partieron de las diligencias del caso y de la inspección ocular de la casa. Desde el minuto uno planeó la certeza de que estaban ante una desaparición de alto riesgo, forzada y que a la mujer la habían matado. Si la hubieran secuestrado, se habría pedido un rescate. Pero ni Manoli tenía dinero ni creían que hubiera sufrido un accidente, que se hubiera suicidado o que se hubiera marchado de forma voluntaria.
Una vuelta de llave
Era la misma de siempre, no estaba en tratamiento psiquiátrico y tenía planificados los días siguientes (matrícula del instituto para su hijo, iba a pedir asistencia jurídica gratuita para lo que había quedado con su mejor amiga, quería viajar...). El escenario (su vivienda, puesto que no había escena del crimen) apuntaba a que pensaba regresar a su casa aquella madrugada poco después y el único problema personal que tenía era el derivado de su divorcio.
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Esa última escena, su vivienda, se analizó con lupa. Los testigos la encontraron a la mañana siguiente cerrada con una vuelta de llave (lo hacía cuando iba a volver enseguida). Dejó encendidas las luces del salón, del pasillo y de la cocina. Nada estaba forzado y había orden y limpieza. Su coche estaba en el garaje y las llaves en un mueble. Su bolso en una silla con su monedero y la documentación. Encima de la mesa del salón dejó preparados los papeles para pedir abogado de oficio. Llegó a destapar la cama y a prepararse el camisón. Los vaqueros que había usado esa noche estaban doblados y las joyas en la cómoda.
Los perfiladores detallaron cada indicio de que Manoli llegó a su casa sin intención de volver a salir. Hallaron en la mesa de la cocina una bolsa de plástico con bisutería y dentro de la papelera un colgante, una pulsera y un anillo, así como un pantalón vaquero con un chicle pegado. Con todos esos elementos describieron la escena como si la estuvieran grabando. Manoli llegó a casa, se quitó la ropa y la bisutería, preparó la cama, mientras wasapeaba con distintas personas.
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«En un momento cercano a su último whatsapp (01.55) alguien tuvo que acudir a su casa, de manera inesperada, pidiéndole hablar con ella o que le acompañase un momento a algún lugar. Manuela tuvo que percibir que le iba a llevar muy poco tiempo, por lo que dejó su teléfono y bolso en casa, así como las luces y la televisión encendida». Un año después Delgado contó ante el juez que llamó a su puerta con el pretexto de devolverle una cuna que ella le había prestado, discutieron y Manoli murió al caerse contra el suelo.
Los investigadores concluyeron que Manuela se fue con alguien conocido, hasta cerró su puerta con llave
Según los perfiladores, el agresor debía de ser alguien conocido puesto que de lo contrario nunca se hubiese ido con él a esas horas. Y tampoco la mujer hubiera podido cerrar la puerta con llave.
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Los agentes analizaron también la personalidad de la víctima. Chavero llevaba una vida tranquila, estaba en paro, con una vida social muy activa desde su divorcio, cuidaba de sus hijos cuando le correspondía. Alegre y conciliadora, mantenía una buena relación con su familia y amigos, no tenía ni deudas ni enfrentamientos, salvo los litigios con su exmarido. «No estaba expuesta a riesgos que la llevasen a convertirse en víctima, excepto que mantenía relaciones esporádicas con distintos hombres, algo que trataba de llevar con discreción».
Riesgo bajo
Desde ese análisis era una víctima de riesgo bajo, que fue seleccionada por el agresor, la hizo salir de su casa y la llevó a otro contexto más seguro para consumar lo que se hubiera propuesto. De ahí, que los sospechosos estuvieran en su entorno.
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Incidieron en que Manoli no fue una víctima de oportunidad, sino que el homicidio tenía que ver con una venganza o cuestiones sexuales/sentimentales. La venganza solo podía provenir del entorno de su exmarido, que fue descartado.
En el móvil sexual/sentimental, en cambio, los potenciales agresores aumentaban. Para los perfiladores había que buscar a un merodeador que viviera cerca de ella: un hombre que actuó solo.
El retrato que plasmaron en ese informe coincide casi en su totalidad con quien ahora está en prisión provisional por la muerte de Chavero. La autopsia, como se ha dicho, ni siquiera es concluyente respecto al mecanismo de la muerte, probablemente a golpes que fracturaron tres costillas y la nariz. Según ese informe la muerte es compatible con una caída o golpe contra un mueble, contra el suelo o también desde una cierta altura y con una muerte violenta producida con un palo, un martillo o a golpes, por ejemplo con los puños.
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La Fiscalía pidió un informe complementario al Instituto de Medicina Legal de Badajoz en el que se afirma que no existe compatibilidad entre la declaración de Eugenio Delgado (muerte accidental) y las huellas antropológicas halladas en el cadáver y que el transporte del cuerpo en una pala excavadora campo a través tampoco permite explicar las lesiones encontradas.
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