26 grados, alerta roja
Contrastes. En Galicia, con 30 grados, la prensa titula: «Calor infernal en la ría»
La semana pasada estuve en Vilagarcía de Arousa, la ciudad donde viví 20 años, presentando un libro en su feria, que allí se llama Cidade ... do Libro y contó con media docena de escritores de primer nivel caso de Manuel Vilas, Juan Tallón, Paloma Sánchez Garnica, María Oruña, que presentó su última novela 'El albatros negro' en la isla de Cortegada, o la extremeña Inma Rubiales, que no solo provoca unas colas gigantes en la Feria del Libro de Badajoz, sino que en esta feria gallega era necesario inscribirse en una web para conseguir su firma, tal era la expectación despertada por nuestra escritora de Almendralejo. También estaba previsto Juan Gómez Jurado, pero tiene problemas.
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Algunos días hizo calor o lo que allí se considera calor: 30 grados. En algunas ciudades del norte de Galicia, la alerta roja por calor se decreta cuando hace una temperatura que en Extremadura consideramos ideal: 26 grados. Pero esto del calor es un tema muy personal o, mejor dicho, muy regional. En Galicia, cuando el termómetro se acerca a los 30 grados, los periódicos titulan alarmados: «Calor infernal en la ría». Un extremeño se queda perplejo ante estas diferentes maneras de entender el calor, aunque bien cierto es que la humedad convierte esos 30 grados en una sensación pegajosa y tropical.
Pero en el norte, las noches son frescas sí o sí y durante el día, está el agua del mar para refrescarse, que en Vilagarcía y en la ría de Arousa es la más fría de España por el efecto de coriolis, ese que empuja el agua de las profundidades marinas a la superficie y hace que te duelan los tobillos, aunque también sales del agua como nuevo, o provoca que el agua del lavabo gire en el sentido de las agujas del reloj mientras en Australia gira al revés.
Con el efecto de coriolis, además de subir el agua fría a la superficie, también sube el plancton y los peces tienen más alimento. Esta situación se da sobre todo ahora, al principio del verano. Por esa razón, existe un refrán tan popular como práctico que debemos tener en cuenta: «Polo San Xoán, a sardiña molla o pan». Y lo moja porque tiene más grasa y está más sabrosa. Así que ya saben, estos días de junio son los mejores para comprar sardinas, manjar clásico en las noches gallegas de San Juan, cuando se monta una hoguera en cada barrio y al lado, varias parrilladas de sardinas y algunas cazuelas de queimada.
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Y si la sardina está ahora en sazón, el mejillón está viniendo pequeño. Los pedimos en O Grove, capital mundial del mejillón, y se negaron a servírnoslos por su tamaño mínimo. Tampoco es buena época para el marisco, que ya saben que está lleno en los meses con erre. Ahora corren el peligro de que salga 'foul', que es como se dice popularmente en Galicia cuando una nécora, un buey de mar o un centollo están vacíos.
Como casi siempre que viajo fuera de Cáceres, me sorprendieron los precios. Mi amigo Simi me ha enseñado cartas y facturas de restaurantes de Marbella y de restaurantes catalanes, los ha comparado con las de restaurantes cacereños del mismo nivel y Cáceres es más cara. En Galicia me ha pasado lo mismo en restaurantes tanto punteros como populares de la ría de Arousa, donde comíamos por 50 euros dos personas lo que aquí nos cuenta 70.
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Aunque la prueba definitiva es la del café y el agua mineral con gas: a 1,40 y 1,50 respectivamente en una terraza del paseo marítimo de Vilagarcía frente a los 1,60 y 2,50 respectivamente de bares cacereños sin lujos ni veraneantes. En un café de moda, pagué 1,30 por un expreso y medio cruasán. En fin, son costumbres, hábitos, estilos, maneras de estar en el mundo.
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