Diario HOY, en el centro de la catástrofe
«Cuando hay ganas de ayudar nada nos frena»Voluntarios desde Extremadura | La avalancha de solidaridad genera historias variopintas, como un chófer sacando barro, tres amigas durmiendo en un coche o sorteos para elegir quién va a la zona cero
María Rosa es universitaria, tocó la corneta desde las redes sociales y fletó un autobús de su tío desde Ribera del Fresno hasta la zona ... cero de Valencia; los policías locales de Olivenza hicieron un sorteo porque solo podían venir dos agentes a Catarroja; Laura, Bea y Nuria se conocieron a través de una idea de la asociación de vecinos y viajaron en un Dacia Sandero a Valencia y durmieron en el coche porque no había alojamiento; José Román, de Valverde de Leganés, tiene una empresa de excavaciones, así que maneja el 'toro' elevador con soltura, lo cual han aprovechado en un polígono industrial de Algemesí.
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Las historias de voluntarios son inabarcables. Y por las que ha ido escuchando este diario sobre el terreno, se puede concluir que hay infinitas maneras de ayudar en una tragedia.
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Aquí hay varios ejemplos reales de extremeños que han hecho sin dudar las siete horas de viaje hasta Valencia.
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María Rosa Quintero
Con 21 años ha fletado un bus de su tío con 20 personas
Este domingo a las siete de la tarde regresaron a casa un grupo de voluntarios de varios pueblos extremeños que atendieron la llamada en redes de la más joven, María Rosa Quintero, de 21 años y estudiante de Magisterio en el centro universitario Santa Ana de Almendralejo.
Su soltura y decisión ha mejorado, aunque sea un poquito, la vida en Algemesí, también afectada por la riada de hace dos semanas. «Mi tío se enteró de que quería ir con mi coche a ayudar a Valencia y como mi familia tiene una empresa, Autocares Canito, ofreció un autobús y un chófer. Empezó a responder gente a mi mensaje en Facebook y este jueves pasado a las doce de la noche salimos de Ribera del Fresno con gente del pueblo, de Hinojosa del Valle, de Villafranca de los Barros, de Puebla de la Calzada y de Mérida. Los había de todas las edades, la más joven yo y el mayor con 70 años».
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«Puse un mensaje en redes y respondió la gente, la más joven soy yo, pero ha venido gente con 70 años»
Tras varios contactos previos apostaron por Algemesí porque al estar más alejado de Valencia estaba llegando menos gente. «Contactamos con Dani, coordinador de voluntarios en la parroquia Pío X y a las nueve de la mañana del viernes ya estábamos repartiendo comida y productos de limpieza por el pueblo. La trajimos de donaciones de Ribera del Fresno gracias al almacén que cedió la cooperativa. Nuestras mochilas iban arriba y aprovechamos todo el maletero para cosas que se necesitaban en Valencia».
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Después de repartirlo todo se dedicaron a quitar barro y limpiar garajes. Solo habían conseguido habitación para esa primera noche en un albergue de Valencia y, aunque el sábado debían volver, aprovecharon ese día para ayudar en uno de los barrios más deprimidos de Algemesí, El Raval. «Sus casas se habían inundado hasta el techo, vimos imágenes muy duras». Tras seguir quitando barro, a las ocho de la tarde dieron por concluida su misión y el chófer, que usaba la pala como uno más, los llevó a dormir a un convento en Alcoy, lo que les ahorró este domingo una hora en el viaje de vuelta.
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Manuel y Eduard
Dos policías de Olivenza en Catarroja por sorteo
Una de las poblaciones peor paradas ha sido Catarroja, arrasada por completo. En las tareas de recuperación están participando muchos efectivos extremeños, sobre todo bomberos, pero también policías locales. Allí el ritmo de trabajo es frenético y hace falta controlar y organizar el paso de personas que se mueven entre el barro y los vehículos porque la maquinaria pesada trabaja a destajo y puede haber accidentes. De un cruce de calles en la principal avenida de Catarroja, la Rambleta, se encargaban la semana pasada dos policías locales de Olivenza: Manuel Arias y Eduard Felip Gutiérrez. «Requerían personal y voluntariamente nos presentamos. Había más compañeros deseando venir y al final se hizo un sorteo. Nos ha tocado a nosotros pero venimos en representación de toda la plantilla, ya que gracias a ellos podemos estar aquí porque nos sustituyen en el servicio ordinario», señala Arias a HOY.
«Estamos representando a toda la plantilla de Olivenza porque los que se han quedado tienen que sustituir nuestro servicios ordinario»
Llegaron el miércoles pasado. «Desde el PMA (puesto de mando avanzado) –explica el compañero– nos han encomendado tareas de protección del tráfico, de protección a bomberos y a maquinaria, gestionar que todo el mundo pueda trabajar con seguridad». Su impresión personal es que cada día que pasa el panorama, mejora un poco, «pero nada más llegar esto era horroroso».
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José Román
Aporta su excavadora y manejo con el 'toro' elevador
José Román llegó el lunes pasado por la mañana de Valverde de Leganés. De 24 años, en su pueblo tiene una empresa de excavaciones. «Vi la necesidad que había de mano de obra y vine a colaborar. Hemos traído el coche y una máquina excavadora, pero ahora mismo estoy con el 'toro' que me han dejado vaciando los camiones que traen los militares y repartiendo palés por estas naves. Hago lo que se necesite», explicaba esta semana a HOY en la zona industrial de Algemesí.
En esos momentos era más útil subido al 'toro', pero en realidad él trajo una máquina excavadora, la cual transportó un empresario de Jaén en una de esas cadenas de favores surgidas para ayudar al pueblo valenciano. Hablé con dos amigos, Pepe y Pedro, y en seguida me dijeron que se venían conmigo. «Seis manos harán más que dos», dice.
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«Vi que había que colaborar y me traje una excavadora, pero aquí hago lo que se necesite»
Este pasado fin de semana tenía previsto estar ya en casa, pero no se le olvidará lo que vio al llegar, hace ya siete días, a la zona cero. «Me sorprendió la falta de comida, parecía una guerra, y que no hubiera coordinación una semana después. Era un caos. Al menos ya se notan avances y se puede circular por muchas zonas gracias al trabajo de los militares. Para que esto llegue a la normalidad van a pasar años».
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Laura, Nuria y Beatriz
Se conocieron para llevar cosas y han dormido en el coche
Lo que han hecho Laura, Nuria y Beatriz se parece a una locura de adolescentes, pero les ha salido de dentro. Dos de ellas son madres y han aprovechado que los hijos le tocaban este fin de semana al padre para prácticamente ir y venir a Valencia en el día desde Badajoz. No solo han llevado artículos necesarios sino que han ayudado a quitar barro entre las tres. Y eso que no se conocían.
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Laura Morales, argentina que lleva diez años en Badajoz, lo explica. «El martes pasado me quedé en el paro y el miércoles por la mañana lo dediqué a llevar cosas a Ifeba para donar. En el grupo de guasap de mi barriada había una chica, Nuria, que planteó ir el viernes después de trabajar a Valencia a llevar cosas. Quería compañía en el viaje, así que me ofrecí. Fui con ella en su coche y con otra chica, Beatriz».
El coche, un Dacia Sandero, lo llenaron con pañales de adultos, cajas de chuches para los niños, ropa de bebé, guantes de trabajo, mascarillas, botas de agua para niños pequeños y para mayores y la tienda de chinos de Las Tres banderas les dio seis cajas con ropa interior, lejía y leche. «Mi hijo también me dio sus estuches nuevos por si lo necesitaban otros niños y la gente del barrio nos aportó dinero para la gasolina», completa Laura.
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«Mi hijo me dio sus estuches por si los necesitaban otros niños y en el barrio han puesto dinero para la gasolina»
Con ese cargamento se pusieron rumbo a Valencia y a las doce de la noche llegaron a una explanada embarrada de Benetússer, población situada entre Paiporta y Catarroja y por tanto gravemente dañado por la gota fría del pasado 29 de octubre. Como está pasando desde hace días, no hay alojamiento, todo un trastorno para la gente que desea echar una mano durante varios días. «Unos militares que estaban de guardia nos dijeron que estuviéramos tranquilas, así que dormimos las tres en el coche entre el horror de lo que veíamos, los nervios y las risas por la situación de las tres. Yo aproveché las bolsas de pañales para estar más cómoda».
Al amanecer, una señora, dueña del restaurante El Molí, que estaba enfrente, las dejó pasar al baño y les sirvió café. Allí daban de comer a todo el que lo necesitara. Se volcó con las tres pacenses, que pasaron el día repartiendo lo que trajeron y ayudando hasta las ocho de la tarde en que regresaron porque había que atender otras obligaciones en Badajoz. Lo que vieron las tres Laura lo describe «como una película apocalíptica», antes de dejar un mensaje: «cuando hay ganas de ayudar nada debe frenar a las personas».
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