Extremadura realiza 13 excavaciones para localizar y exhumar represaliados de la Guerra Civil
El Servicio de Memoria Histórica y Democrática, dependiente de la Junta, propicia el inicio de campañas anuales de recuperación de restos en las 206 fosas localizadas
Conchita Viera, hija de Amador Viera Amores, alcalde de Valencia de Alcántara en 1936, ha recordado y se ha emocionado este mediodía en el ... conventual de Santa Clara de Mérida. La hija del regidor valenciano que fue asesinado tras el inicio de la Guerra Civil ha venido a la capital de Extremadura, en el acto de presentación de la revista 'Al Alba', para «dar vida al recuerdo de mi padre» y animar a la Administración extremeña y a las asociaciones de memoria histórica a seguir trabajando en busca de «la verdad, la justicia y la reparación».
Publicidad
En Extremadura, el Servicio de Memoria Histórica y Democrática, dependiente de la Consejería de Cultura, ha realizado entre 2021 y 2022 trece intervenciones en la región. Sus resultados se exponen en la revista Al Alba, que pretende ser un instrumento informativo anual para mostrar los resultados de los trabajos de recuperación de las personas represaliadas por la dictadura franquista.
Una de las intervenciones ha sido la llamada Mina Terría, en Valencia de Alcántara. Allí fue arrojado Amador Viera, tras ser fusilado, cuando su hija Conchita tenía 3 años. Se tiene constancia de que el alcalde de Valencia de Alcántara y otros 24 vecinos de la localidad cacereña fueron asesinados y llevados a la mina. Allí se ha reactivado un proyecto de exhumación de víctimas que se traslada también a un paraje, Alpotrel.
La primera fase de prospección en el pozo-mina de la Paloma, en Zarza la Mayor; la realización de catas arqueológicas para localización de personas en Alcuéscar, en la finca El segador bajo; la intervención en el cementerio pacense de San Juan; en el de Cabeza la Vaca, en el de Castuera y la exhumación de víctimas enterradas en el camposanto de Fregenal de la Sierra; el trabajo de investigación en el cementerio de Fuentes de León (con cinco intervenciones en tres años); la localización, excavación y exhumación de fosas clandestinas en Medellín y la localización de cuerpos de represaliados en el cementerio de Miajadas son parte del trabajo realizado.
Publicidad
Lo mismo que la intervención y exhumación en el pozo El Salamanco Chico, junto a Feria anque en el término de La Parra, al lado de la N-432; las catas arqueológicas en El Rebollar y la localización de la fosa común junto al monumento de la Cruz de los Caídos en Santa Amalia completan el trabajo de la entidad dependiente de la Junta de Extremadura.
«Todo este trabajo se hace por justicia, no por humanidad. Para devolver la memoria a los olvidados», ha refrendado el presidente de la Junta, Guillermo Fernández Vara, en la presentación de la revista Al Alba.
Publicidad
Extremadura ya tiene localizadas 206 fosas comunes, hasta ahora documentadas de la Guerra Civil y la Dictadura. No son todas, lo dice Candela Chaves, técnica de la Consejería de Cultura, encargada en su día de presentar la información de ese mapa: «Creemos que en cada pueblo hay una fosa común, en su cementerio, en fincas, en las cunetas o en enterramientos naturales como el Tajo».
Ese mapa se puede consultar en una página web. Se trata de un mapa virtual que localiza por municipios las 169 fosas comunes de la provincia de Badajoz y las 36 de la de Cáceres, así como dos en Castilla y León (Ciudad Rodrigo y Burgohondo) y el Valle de los Caídos.
Publicidad
Cada enterramiento clandestino está acompañado de una ficha que recoge los nombres de los víctimas, bien las recuperadas o las que por las investigaciones se tiene constancia de que fueron sepultadas en cada uno de ellos, imágenes del lugar, situación de la fosa (si se ha estudiado, abierto o solo está localizada) y el contexto histórico para conocer cómo fue la represión en cada municipio. «Se trata de dar a conocer la geografía de la violencia, pero también de homenajear a las víctimas», destacaba Chaves.
En el mapa virtual se pueden consultar las llamadas «fosas al alba», aquellas que abrieron los familiares con pico y pala desde los primeros años de la Transición hasta los 90, y los enterramientos clandestinos exhumados y excavados, que son los que se han abierto a partir de 2003 con metodología científica, es decir, con arqueólogos, antropólogos forenses e historiadores a pie de terreno
Primer mes sólo 1€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión