¿Qué ha pasado este viernes, 5 de diciembre, en Extremadura?
Una funcionaria fija la temperatura a 27 grados en una oficina del Ayuntamiento de Badajoz. J. V. ARNELAS

Extremadura no quiere subir a 27 grados

Empleados públicos, hosteleros y comercios temen las molestias y la pérdida de clientes que puedan suponer las medidas de ahorro energético

l. monteserín/n. reigadas

Miércoles, 3 de agosto 2022, 20:39

«No es lo mismo poner el aire acondicionado a 27 grados en Extremadura que en el norte de España. Esperemos que haya sentido común ... y que nos podamos adaptar a las circunstancias». La reflexión es de Benito Román, presidente regional de CSIF, y refleja las reticencias que despiertan las medidas de ahorro energético entre los extremeños. Con muchas jornadas superando los 40 grados y noches en las que los termómetros no bajan de 20, el aire acondicionado es un salvavidas para muchos.

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La principal medida impulsada por el Gobierno de Pedro Sánchez es que, durante los próximos 16 meses, los termostatos no deberán bajar de 27 grados en verano y no deberán subir de 19 en invierno. Esto se aplicará en edificios públicos, hostelería, museos o grandes superficies entre otros. Además, los escaparates de las tiendas que no estén abierta deberán apagar sus luces a las 22.00 horas y también los monumentos su iluminación ornamental.

Entre los empleados públicos el anunció ha sido un jarro de agua fría, o más bien caliente, ya que sus oficinas se verán afectadas, pero no las empresas privadas. «Lo que sentimos es que los empleados públicos vuelven a ser los pagadores de una crisis, en este caso de la crisis energética», dice Román. El presidente de CSIF recrimina a las administraciones que no se haya hecho nada para acondicionar los centros escolares de la región, pero que ahora se impongan las temperaturas sin hacer una consulta o un estudio previo. «Tendrían que adecuar los centros de trabajo, pero con sentido común».

Las administraciones

Todas las administraciones extremeñas, eso sí, han mostrado su voluntad de obedecer las medidas, aunque con distintos grados de entusiasmo.

En el Ayuntamiento de Badajoz hay reticencias. La alcaldesa accidental, Blanca Subirán, ha dicho que acatarán las medidas «porque las normas están para cumplirlas, pero pido ejemplaridad al Gobierno». En concreto Subirán ha recriminado al presidente Pedro Sánchez sus gastos de transporte. «Nos piden que seamos ahorrativos. Sin embargo, ello no dan ejemplo en ningún caso. Sobra decir los desplazamientos del presidente para trayectos cortos en los que usa el Falcon o el Súper Puma».

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Sin embargo en el Ayuntamiento de Cáceres creen que encaja con el modelo de ciudad que buscan. «Estamos estudiando cómo nos va afectar el decreto no sólo al Ayuntamiento sino a toda la ciudad. Ya hemos tenido una primera reunión», resalta desde el Consistorio. «Tenemos que ahorrar y ser eficientes porque nos jugamos la sostenibilidad de una forma de vida».

Desde la Diputación de Cáceres, aunque no entraron en detalles, aclararon ayer que ellos «llevan con medidas de ahorro energético desde mucho antes de este decreto».

La hostelería

En la hostelería es dónde más resistencia hay. José María Pérez, de la Federación Regional de Bares y Restaurantes, tiene título de arquitecto y asegura que «es una perogrullada». «Marcar 27 grados en el termostato no sirve para ahorrar porque en una habitación llena de gente una máquina debe hacer más esfuerzo o estar más tiempo para alcanzar esa temperatura y se gasta lo mismo».

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Pérez duda que la medida sea realista y se pueda aplicar, y denuncia otros problemas en los locales de ocio. «Dicen que, si el aire está puesto, las puertas deben permanecer cerradas ¿Ya nos hemos olvidado del covid? ¿Nos morimos por covid o nos morimos por el calor?».

A pesar de las dudas, algunos bares esperan que sí suponga un ahorro energético. Juan Luis Sánchez es hostelero y dueño de un negocio en Cáceres: «Si es cierto que subiendo la temperatura uno o dos grados se produce un ahorro, no tenemos ningún problema con ello». El termostato del establecimiento lo tenían a 25 grados antes del anuncio de esta medida.

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En las tiendas también hay inquietud. Paki Campos, presidenta de la Asociación de Empresarios del Comercio de Cáceres, lamenta que los pequeños negocios «sí se verán afectados». Entre los motivos destaca que las calles perderán esa vida que las caracterizaba y puede que haga que las personas consuman menos. «Muchos empresarios se han gastado dinero en instalar luces led para sus escaparates y ahora tendrán que afrontar la compra de termostatos visibles y puertas automáticas», añade con pesar. Entiende que aquellos negocios que aún mantienen halógenas o gastos excesivos «sean controlados». «Esto va a provocar una reducción de la clientela y por tanto se va a perder más que ganar», finaliza.

Sin embargo, Susana Gil regenta una franquicia en pleno centro de Cáceres y ve con buenos ojos el decreto. «Yo estuve ayer por la tarde a 27 grados, con las puertas cerradas y me encontré muy bien. No he tenido calor en ningún momento». También lleva apagando la luz del escaparate antes de que fuera obligatorio con un temporizador a las diez de la noche. «Quizá en ciudades grandes como Madrid les afecte más, pero en ciudades pequeñas como Cáceres ¡Quién va a pasar por aquí por la noche!», concluye.

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Los clientes no están tan convencidos de adaptarse a la nueva situación. María Elena Franco estaba ayer de compras en la calle Menacho de Badajoz. «No sé. Empiezan las colecciones de invierno. A ver cómo nos vamos a probar abrigos en una tienda a 27 grados y con mucha gente en los probadores».

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