¿Qué ha pasado este viernes, 5 de diciembre, en Extremadura?

Lourdes Davara: «Extremadura necesita industrias sostenibles para que los jóvenes tengan futuro»

Disfrutar cada momento. «La región rebosa serenidad. Me conquistó su tranquilidad y la relajación con la que se vive», asegura esta Doctora en Psicología

Marisa García

Badajoz

Miércoles, 12 de agosto 2020, 07:58

Lourdes Davara nació en Madrid en 1954, llegó a Extremadura en 1979, vive en Badajoz, donde se trasladó desde Madrid. Su carrera profesional y académica ha estado orientada a la Educación Especial.

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¿Por qué vino a Extremadura?

–En 1978 mi marido –entonces éramos novios– se trasladó de Madrid a Badajoz para realizar la especialidad en el Hospital Materno Infantil. Después de un año separados, decidimos casarnos y me vine a Badajoz. Llegamos con la idea de estar unos años. Tres veces nos ofrecieron volver a Madrid, con la familia. La primera vez lo estudiamos, la segunda lo dudamos y la tercera contestamos: no tenemos que volver a casa, ya estamos en ella.

–¿Qué impresión tuvo cuando llegó?

–Fue como si hubiera retrocedido 20 años. El viaje en tren fue una odisea. Badajoz me pareció un pueblo grande. El comercio era como los antiguos ultramarinos que yo había vivido en mi infancia en Madrid. El ritmo de las personas era lento.

–¿Cuál es la mayor diferencia que ha encontrado entre el modo de vida de aquí y el de Madrid?

–La serenidad con la que se vive aquí. La gente parece disfrutar cada momento. Vas andando o en bicicleta a casi todos los lugares y el tiempo lo aprovechas más.

–¿Cómo la recibieron aquí?

–El recibimiento fue excelente. Las personas con las que fui tratando me aceptaron, enseñaron y ayudaron en todo. Badajoz me ofreció todo tipo de oportunidades personales y profesionales.

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–¿Tardó en acostumbrarse a vivir aquí o se adaptó enseguida?

–Tardé un poco en adaptarme, primero porque yo vine sin trabajo y eso, después de tiempo trabajando, se echa de menos. Segundo, porque no conocía a nadie y tuve que ir adaptándome poco a poco.

–¿Cómo ha cambiado su visión de la región en el tiempo que lleva?

–Más que cambiado mi visión, es cómo ha ido cambiando la ciudad y yo con ella. Badajoz se ha convertido en una ciudad con todos los servicios públicos, comercios, lugares de paseo y encuentros. Vivo en un barrio tranquilo, sereno y afable, donde nos conocemos. La región me sigue pareciendo lo mismo que encontré, un lugar donde el tiempo y la naturaleza se hace presente y viva. Cualquier campo de Extremadura es un canto a la vida, te invita a reposar, a pensar, a llenar los ojos de luz, a tener los sentidos alerta, pero serenos.

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–¿Podría definir Extremadura con tres palabras?

–Verde, abierta y serena.

– ¿Qué es lo que más le conquistó de esta tierra?

–Su diversidad. La cultura. Su naturaleza. Creo que Extremadura es la gran desconocida. Yo esperaba encontrar una tierra yerma, árida, y me encontré con un vergel de encinas, alcornoques. Ríos que corren entre árboles centenarios, cascadas, riberas, playas sin mar... Extremadura rebosa serenidad y se vive con tranquilidad y relajación.

«Esperaba encontrar una tierra yerma, árida y me encontré con un vergel de ríos, encinas, cascadas...»

«No damos valor a nuestro patrimonio. Una comunidad como esta debería cuidarse más

–¿Y lo que menos?

–Lo poco cuidado que lo tenemos. No damos valor a nuestro gran patrimonio. Una tierra como esta debería cuidarse y valorarse más.

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–¿Qué destacaría de los extremeños?

–La sencillez y la amabilidad. Nadie se siente extranjero en Extremadura. Y lo negativo, el conformismo general de sus gentes.

–¿Qué cree que necesita Extremadura para su desarrollo?

–Tres cosas: comunicaciones adecuadas al siglo XXI que nos relacione con el resto del país y con Portugal, es decir, un tren digno y unas carreteras interprovinciales mejores; el salto efectivo a la era digital de una forma real; e industrias sostenibles y respetuosas con el medio ambiente que permitan que los jóvenes tengan un futuro sin tener que abandonar la tierra.

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–¿Cuáles son sus sitios favoritos de la región?

–El centro de Cáceres, el Valle del Jerte, La Vera, Trujillo, Badajoz con su Alcazaba, las torres de Jerez de los Caballeros, el teatro de Mérida, los castillos de Medellín y Puebla de Alcocer, la catedral de Guadalupe, la ermita del Ara con su Capilla Sixtina, Llerena, los campos de La Siberia y Oliva de la Frontera...

–Extremadura es un paraíso natural ¿en qué sitios le gusta perderse?

–Soy aficionada al senderismo y me encantan la ruta de los 12 apóstoles de Salvaleón, la Sierra de Alor y la senda del río Jola, la ruta de los dólmenes en Valencia de Alcántara. En Badajoz me pierdo con mi bicicleta por una senda verde, paralela a la carretera de Cáceres y me relajo viendo la Alcazaba.

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–¿Qué rincones recomendaría visitar de Badajoz?

–Hay que darse un paseo por el río y ver la Alcazaba, para mí de las mejores. Contemplar un atardecer, viendo cómo las murallas cobran vida por la luz del atardecer es precioso. Y, por las mañanas, pasearse por la plaza Alta y degustar algún buen desayuno en la zona.

–¿Qué echa de menos en Badajoz?

–Me gustaría que se convirtiera en la ciudad de la tranquilidad, donde uno no se encontrara con desigualdades sociales, donde los árboles hicieran más llevadero el clima y permitiera tomar un descanso del calor en el verano, una ciudad limpia, accesible para los mayores y para las personas con discapacidad. Una ciudad que respondiera a las necesidades de los jóvenes y les permitiera un futuro y un ocio.

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–¿Los servicios con los que cuenta son suficientes? ¿Y las propuestas culturales y el comercio?

–Creo que son más que suficientes.

–¿A qué dedica su ocio?

Soy muy activa. Hago diariamente deporte. Monto en bicicleta, nado y hago senderismo todo lo que el clima me permite. Leo libros a destajo, estudio inglés, informática y Robótica educativa y hago voluntariado de lunes a jueves todas las tardes. Voy al cine, a ver exposiciones y, con frecuencia, estoy en el campo con mis amigos.

–¿La cercanía con Portugal es un aliciente? ¿Suele viajar con frecuencia al país vecino?

–Sí, me encanta Portugal. Voy a bastantes lugares: Lisboa, Troya, Marvao, Monsaraz, pero donde más voy es al Algarve, a un pueblecito que se llama Alvor.

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– ¿Le gusta el clima?

–De octubre a mayo sí, el verano es demasiado caluroso.

–¿Suele recomendar a sus familiares y amigos que vengan de vacaciones o a vivir a Extremadura?

–Para el ocio, por supuesto, a mi familia, mis amigos. A vivir, es difícil que puedan hacerlo, todos tienen su vida hecha en otros lugares.

–¿Hay algunas costumbres o tradiciones que le hayan llamado especialmente la atención?

–Una de las tradiciones que más me gusta es la Semana Santa viviente de Oliva de la Frontera. Me atrae cómo participa todo el pueblo y vive este evento. Me llama la atención también el carnaval de Badajoz.

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–¿Qué es lo que más le gusta de la gastronomía extremeña?

–Tengo relación con la Cofradía Extremeña de Gastronomía y he podido comprobar la calidad de los productos extremeños. Me encanta la carne de retinto, el jamón, el lomo, las aceitunas 'machás', los repápalos, las flores fritas, el aceite de Los Santos, las perrunillas, los bombones de higo, el queso de la Serena... Y la variedad de desayunos de Badajoz.

–¿Dónde ha viajado o va a viajar este verano?

–Ya que este año no parece conveniente salir al extranjero, pensamos ir a Cantabria.

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