Un director de instituto: «A veces la palabra acoso se usa con banalidad»
«En la primera fase del protocolo lo paramos porque la persona que acosa no es consciente»
J. L. G.
Domingo, 11 de febrero 2024, 14:14
El director de un instituto con el que ha contactado este diario tiene experiencia contrastada en un centro escolar de ciudad extremeña. No elude hablar ... sobre cómo gestionan los casos de acoso que llegan a su despacho, pero prefiere no dar su nombre. «El acoso está muy bien definido y acotado en el protocolo y eso a los centros escolares nos sirve de mucha ayuda. Lo que ocurre es que la inmensa mayoría de los casos surgen fuera del centro educativo, casi siempre por ciberacoso, que es una lacra tremenda. En las redes sociales los alumnos no son conscientes de que todo queda registrado. Se dan cuenta cuando se tramita una denuncia».
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El protocolo de acoso de la Consejería de Educación tiene tres fases. La primera, de Detección. Aquí la denuncia puede venir del Servicio de Inspección, del centro educativo o de la Fiscalía de Menores.
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La segunda fase es de Observación y Análisis, la cual incluye una reunión con el tutor de los afectados y el orientador o educador social del centro, la adopción de medidas preventivas e información a las familias. Todo ello antes de ser constituido un equipo de valoración, comunicar el caso a la Inspección Educativa y recoger información, lo que incluye reuniones con los implicados y las familias.
La tercera fase es la de Intervención, con un informe de la dirección y la comunicación de la resolución a la Inspección Educativa si existe o no acoso entre iguales. De haberlo, se aplican medidas disciplinarias recogidas en el Decreto 50/2007. Este no recoge la palabra 'acoso' o 'maltrato' en sus 57 artículos. Ante una 'conducta gravemente perjudicial para la convivencia' el decreto, sobre derechos y obligaciones de los alumnos, habla de una expulsión de entre tres días y un mes. Reconocer los hechos, disculparse o cambiar de actitud son atenuantes.
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Según este director de instituto, en cuanto el centro interviene el caso de acoso se ataja casi siempre. «Tras la fase de Observación no va a más. Lo paramos porque a veces la persona que está haciendo acoso a otra no es consciente, pero cuando lo pones ante el espejo y le explicas las consecuencias para. Normalmente la familia del acosador colabora porque hay evidencia y le pintamos las cosas como hay que pintarlas, ya que podrían ser imputables ante la ley. Y aun viendo que ha parado el acoso lo seguimos manteniendo en observación», asegura.
Sin embargo, otra reflexión que hace es que algunos estudiantes tienen la piel muy fina. «A veces se llama acoso a algo que no es acoso. Esta palabra se termina usando con mucha banalidad. En el protocolo se define bien y un hecho puntual no se considera acoso».
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Interrogatorios sutiles
No obstante, prosigue, al mínimo indicio él es partidario de activar el protocolo. «No es más que investigar –explica– . Se les pregunta a los alumnos de manera sutil para que no se sientan unos chivatos y normalmente colaboran, igual que los familiares, pero hay veces que es difícil determinar un caso de acoso escolar». Por otro lado, cuando se dan estos conflictos y «tiramos del hilo», afloran condicionantes familiares que explican estos comportamientos.
En cualquier caso, a este director de Secundaria lo que más le preocupa hoy es el uso de los móviles en el centro. «No hay capacidad para detectar si te das la vuelta y hacen una foto o si lo usan en el baño. ahora mismo en el protocolo anti acoso se echa de menos una normativa de referencia regional o estatal respecto al uso de los móviles», pide.
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