La parada extremeña del tren sangriento
CRÓNICA NEGRA DE EXTREMADURA ·
El Crimen del Expreso de Andalucía. En 1924 cinco hombres fueron detenidos por atracar un vagón de Correos y provocar una masacre, uno de ellos fue arrestado en AlmorchónEl 12 se abril de 1924 era Sábado Santo. A primera hora llegó a Córdoba el tren procedente de Madrid. Uno de sus vagones era ... para Correos. Cuando abrieron la puerta en la estación andaluza, encontraron dentro los cadáveres de los dos vigilantes y varias sacas de dinero desaparecidas. España se obsesionó con el crimen y los responsables fueron ejecutados 29 días después.
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Se han rodado dos películas, se escribió una novela, hay canciones, se grabó un capítulo del popular programa 'La huella del crimen' e incluso hay una recreación de la sangrienta escena en el Museo de Cera de Madrid. Sin ninguna duda, el Crimen del Expreso de Andalucía es uno de los sucesos más conocidos de la crónica negra española y tiene un capítulo final extremeño. Además, también está relacionado con el tren. Uno de los culpables fue detenido gracias a un avispado revisor en la estación de ferrocarril de Almorchón (Cabeza del Buey). Esa fue la última parada del llamado tren sangriento.
La fascinación en torno al crimen fue inmediata porque no solo incluía el atraco a un tren y dos asesinatos. También mezclaba una pareja homosexual muy peculiar, un crupier en paro y un plan casi perfecto.
El plan surgió de la mente de Honorio Sánchez, el propietario de una pensión de Madrid. También era prestamista y a él le debía dinero José María Navarrete, un exempleado de Correos muy aficionado al juego y con mala suerte. En amores sí era afortunado porque su pareja era José Donday, un ciudadano cubano afincado en España y conocido como 'El Pildorita'. El mote se le adjudicó por su afición a las drogas.
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El prestamista le propuso a la pareja saldar sus deudas atracando un vagón de Correos aprovechando que Navarrete había trabajado en este servicio. 'El Pildorita' aportó sus drogas, ya que la idea era narcotizar a los vigilantes y llevarse el botín limpiamente.
Para completar el equipo ficharon a dos maleantes «de los bajos fondos», como indicó la prensa. Eran Antonio Teruel 'El Albañil' (excrupier) y Francisco de Dios Piqueras, apodado 'Paco Fonda' porque su familia tenía un negocio de este tipo.
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La pareja de delincuentes habituales se subió al tren en la estación de Aranjuez junto a Navarrete y el plan perfecto empezó a hacer aguas. Lograron acceder al vagón porque los operarios de Correos reconocieron al extrabajador. Una vez dentro, les invitaron a licor que, según creían, estaba adulterado con drogas y les dormiría.
Lo que no sabían los tres atracadores es que la noche antes del robo, José Donday había perdido jugando el dinero que le habían dado para comprar los narcóticos. No había drogas en el licor y no avisó a su novio.
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El error fue fatal porque los atracadores se pusieron nerviosos cuando se dieron cuenta de que los vigilantes no se dormían. Se desató la violencia. Teruel usó unas tenazas de gran tamaño para liarse a golpes con los operarios y los otros dos le siguieron. Se desconoce quién sacó una pistola y quién una navaja, pero en unos minutos había dos cadáveres.
La autopsia posterior reveló que uno de los vigilantes había sufrido un traumatismo grave en la cabeza y posteriormente fue estrangulado. El segundo recibió tres heridas de arma blanca y dos tiros en el pecho.
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Los ladrones se bajaron del tren en Alcázar de San Juan, pero estaban tan nerviosos que el botín fue mucho menos de lo que esperaban. La ruta de Andalucía solía llevar muchos billetes porque eran los pagos que iban para los funcionarios de las colonias en África.
El suceso tuvo lugar al principio de la dictadura de Primo de Rivera y la respuesta fue contundente. De hecho, el Gobierno prohibió a los periódicos informar para que los delincuentes no huyesen. Seguirles el rastro no fue muy difícil porque los ladrones fueron en taxi a la estación de tren de Madrid.
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Navarrete fue detenido en su casa de Madrid y su pareja, el cubano, huyó a París, pero finalmente se entregó a la embajada española. Honorio, que financió el plan, fue arrestado en su finca de Ciudad Real.
El siguiente fue Antonio Teruel, pero cuando la policía estaba llegando a su casa, decidió pegarse un tiro en la sien. La foto de su cadáver se publicó en todos los medios. La policía encontró parte del dinero escondido en los tubos de metal de la estructura de su cama junto a una carta de despedida para su madre y hermanos. «No tengáis rencor a mi mujer, no sabe nada de lo ocurrido (...) Yo no nací para esto, me lo propusieron una vez y luego otra; yo entonces no tenía para comer. Yo no pensaba que ellos tuvieran hijos, si no, no lo hubiera hecho».
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En Extremadura
Faltaba por caer Francisco de Dios Piqueras y fue en Extremadura. El delincuente cogió un tren en Puertollano hacia Badajoz. Su idea era pasar a Portugal, y de ahí, a Hispanoamérica. En Almorchón el revisor del tren entró en un vagón donde solo había una mujer y un hombre que viajaban separados. Sospechó inmediatamente porque el varón se caló el sombrero para taparse la cara. Al sellarle el billete vio un lunar cerca de su ojo que le había descrito la Guardia Civil y avisó a una pareja de este cuerpo que estaba en la dársena. Fue arrestado inmediatamente.
La detención del último atracador no fue la única huella extremeña en este famoso crimen. Teruel, 'El Albañil' había residido, por temporadas, en Cabeza del Buey, a solo unos kilómetros de dónde sería detenido su cómplice años después. Fue una casualidad porque Piqueras se dirigía a Badajoz, pero es llamativo. Los periódicos destacaron que incluso Francisco Piqueras había estado en Cabeza del Buey antes de ser arrestado en Almorchón, ya que había visitado a Teruel.
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'El Albañil', según destacó 'El Correo de la Mañana', no tenía buena fama entre los vecinos de Cabeza del Buey. Explicaron que solía golpear a su mujer y era sospechoso de varios robos, curiosamente, también en un tren, pero nunca fue detenido por este motivo.
Cuatro semanas después del crimen, un tribunal militar juzgó a los cuatro implicados que seguían vivos. Navarrete, Honorio y Piqueras fueron ejecutados dos días después y Donday pasó 20 años en la cárcel.
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