El cosario de Reina
Crónicas de un pueblo. Una revista que se publica en verano para leer en las tardes de otoño e invierno
Los mensajeros con paquetes de Amazon, Temu o Shein ya los habíamos inventado en Extremadura hace siglos. Nuestros conseguidores eran bien comerciantes tradicionales, bien viajeros ... impenitentes a quienes pedíamos cualquier cosa y la teníamos en casa a los pocos días. Hace nada, estaban Antonio, en Ceclavín; Canchaca, en Montánchez; los Mendo, en Arroyo de la Luz; Carlos Sánchez, en Burguillos del Cerro… Algunos resisten a pesar de competir con Jeff Bezos, el de Amazon. Son herederos de los recoveros de toda la vida y su eficacia se resume en la frase publicitaria de uno de ellos, José Carlos, dueño de La Cochera de Helechosa de los Montes, establecimiento conocido en La Siberia como El Corte Inglés, que se anunciaba así: «Lo que no encuentres en Talavera, vete a La Cochera». No hace falta explicar que los recoveros de La Siberia compraban antes en Talavera (a 96 km), que en Badajoz (a 189 km).
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Conseguidores, recoveros, cosarios… ¿Cosarios? Cada año, a finales de agosto, me llega por correo tradicional, nada de mensajeros, la revista 'Reina', que edita el ayuntamiento de este pueblo extremeño de 142 habitantes (ha perdido uno con respecto al año pasado) con motivo de las fiestas en honor de Nuestra Señora de las Nieves. La revista es perseverante, va por el número 27, y tiene calidad: no solo porque aparezca en la bibliografía consultada por el hispanista Paul Preston en alguno de sus libros, sino también porque es un placer leerla, tiene un rigor exquisito, está bien editada y ayuda a comprender Extremadura a partir de la historia local y comarcal.
'Reina' es una revista que se publica en verano para leerla en las tardes de otoño e invierno, tranquilamente, descubriendo historias y vicisitudes del maestre Pelay Pérez Correa, del carlismo en Extremadura, del desembarco de Alhucemas, Gibraltar, las pseudociencias, los microplásticos, el rebusco, Zurbarán, los científicos en el cine, el viaje en la novela de aventuras, el laberinto de los derechos humanos, el gallo en la cerámica de Úbeda, Trump, Selene, Casas de Reina en 1791… Temas todos ellos que se tratan en el último número con seriedad y amenidad.
No faltan las secciones participativas (microrrelatos, fotos comentadas, refranes, poemas, recetas, manifiestos) ni las que resumen fotográficamente el año (fiestas, bodas, comuniones, bebés) o se detienen en sentidas necrológicas recordando a los vecinos fallecidos durante el año (siete hombres y dos mujeres).
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Este año me ha sorprendido un artículo de Antonio Gálvez, alma de la revista y cronista oficial de Reina, sobre los cosarios, un término que desconocía y se refiere a «el que trae y lleva cosas de un pueblo a otro haciendo recados y trayendo encargos». En Reina, detalla el artículo, había un cosario muy particular que pedía a los vecinos que escribieran su pedido en un papel y lo dejaran sobre una mesa de su zaguán. Antes de partir a los recados, el cosario soplaba sobre la mesa y solo hacía los encargos escritos en los papeles que no caían al suelo. ¿Por qué? Pues porque los que seguían sobre la mesa tenían encima las monedas para pagar el pedido, las cosas, y los otros eran del tipo «ya te pagaré».
Un cosario previsor en un pueblo, Reina, desde cuyo castillo se ejercía jurisdicción sobre 15 municipios actuales, incluidos Llerena, Azuaga o Guadalcanal. En un artículo de Antonio Mateos, se explica cómo hoy, su término municipal es de 64,7 kilómetros cuadrados, pero llegó a extenderse por 1.905. Reina ya no es el municipio más importante y poderoso de La Campiña, pero su revista lo convierte en una referencia intelectual de Extremadura.
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