Emilio Serrano, magistrado de la Audiencia de Badajoz. C. MORENO
Emilio Serrano, magistrado de la Audiencia de Badajoz

«Es clave que la persona con la que se va a tener una relación sexual dé un consentimiento válido»

El magistrado de la Audiencia de Badajoz Emilio Serrano asegura que «se está incrementando de forma exponencial el número de delitos contra la libertad y la indemnidad sexual»

Domingo, 29 de diciembre 2024, 07:38

Emilio Serrano Molera accedió a la judicatura en 1989 y pronto comenzó a instruir y juzgar delitos contra la libertad y la indemnidad sexual ... , primero en el Juzgado de Instrucción número 1 de Badajoz y después en el Penal 2 de Badajoz, donde ejerció hasta incorporarse en 2008 como magistrado a la Sección Penal de la Audiencia Provincial de, una dilatada experiencia que lo convierten en una voz autorizada a la hora de valorar el repunte de los delitos de carácter sexual.

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–¿En qué situación encontramos?

–Me atrevería a decir que se está incrementando de forma exponencial el número de delitos contra la libertad y la indemnidad sexual.

–¿Qué causas pueden estar provocando ese incremento?

–Yo no me atrevo a determinar solamente una causa, son muchas. La primera de ellas supongo que tiene que ver con que antes no había determinadas figuras delictivas que ahora sí existen. Se ha elevado la barrera de la edad a la hora de determinar si el consentimiento para mantener relaciones sexuales es válido o no, de modo y manera que ahora hasta los 16 años una persona no puede consentir libremente, algo que quizás choque con las costumbres sociales, porque el despertar social de los adolescentes cada vez se produce en edades más tempranas. Sin embargo, el legislador está protegiendo a aquellas personas que son menores de 16 años, invalidando el consentimiento en tales casos. Eso ya daría lugar a que existan delitos que antes no existían, porque antes el consentimiento era válido a partir de los 14 años.

–¿Ha juzgado algún caso en el que el condenado desconociera esa prohibición?

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–Sí, sobre todo en aquellos supuestos en los que se entabla una relación sentimental que lleva aparejada la sexual entre una persona mayor de edad y una persona menor de 16 años. En alguna ocasión nos hemos encontrado que el acusado no era consciente de que tener relaciones con una persona menor de 16 años era constitutivo de delito.

¿Ha detectado algún otro factor que influya en el aumento de este tipo de delitos?

–Habría que estudiarlo, pero intuyo que el acceso a la pornografía a través de los nuevos dispositivos tecnológicos puede dar lugar a que algunas personas tengan una visión patológica de las relaciones sexuales y se lancen al terreno de lo ilícito. Y pienso que quizás también entre la gente muy joven exista una escasa predisposición a la tolerancia a la frustración y eso hace que algunas personas no sepan aceptar una negativa como respuesta al planteamiento de una relación sexual. Lo cierto es que si metemos todos esos elementos que estamos viendo, más alguno más, el resultado es que hay un aumento importantísimo de los delitos, porque yo creo que lo que ocurre en la Audiencia de Badajoz es extrapolable a nivel nacional.

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–¿Tan grande es el aumento?

–Hemos pasado de una situación en la que en las audiencias provinciales los delitos más numerosos que se enjuiciaban eran contra la salud pública, los delitos de droga, a una situación en la que los delitos más habituales son los delitos contra la libertad y la indemnidad sexual, con penas mínimas de 4 años de cárcel.

–¿Ha observado algún rasgo común en los agresores sexuales?

–Por mi experiencia, el perfil es tan diverso que lo mismo se puede dar en personas del entorno familiar de la víctima, porque hemos llegado a tener a abuelos, abuelas, padres, madres, padrastros, madrastras, primos, hermanos y sobrinos, que en personas integradas socialmente, personas en riesgo de exclusión social, personas con un nivel cultural y una formación elevada, personas carentes de ningún tipo de formación, nacionales, extranjeros... El perfil es tan diverso como la vida, hay de todo.

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–¿Qué podría hacer la sociedad para reducir estos delitos?

–Pedagogía, pedagogía y pedagogía. Educación sobre todo en los más jóvenes, haciéndoles ver que es importantísimo que la persona con la que uno se plantee mantener relaciones sexuales preste de manera rotunda, evidente, expresa y válida por razón de edad el consentimiento para mantener relaciones sexuales. Y cuando digo válida también me refiero a que esté en condiciones de prestar consentimiento, que no haya ninguna circunstancia que lo invalide, como puede ser estar bajo los efectos de alguna sustancia o del alcohol, o privada de sentido.

–¿Se denuncian hoy casos que antes no trascendían?

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–Posiblemente antes no había una conducta social tan clara como existe hoy en día de que estas conductas son reprobables, sobre todo aquellas que no son tan explícitas, en las que la falta de consentimiento de la víctima no se ha explicitado de una forma evidente. Esas situaciones con anterioridad posiblemente no fueran objeto de denuncia, como ocurría cuando un hombre se excedía respecto de su pareja y su pareja no tenía interiorizado que esa conducta podía ser un delito contra la libertad sexual. Hoy en día es más conocido por todos y por eso se denuncia más.

–¿Y qué se puede hacer con los agresores?

–La justicia condena sus delitos, pero además hay que intentar que a las personas condenadas se les impida que puedan reincidir. Al pederasta hay que impedirle que pueda desarrollar en el futuro actividades profesionales que tengan que ver con los menores. Eso ya se recoge en las sentencias.

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