Cáritas avisa de que sus recursos de acogida están al máximo de su capacidad
El 80% de los acogidos en los recursos de Cáritas son españoles y el 20% restante lo encabezan marroquíes y latinoamericanos
Cáritas de Mérida-Badajoz lleva atendidas en lo que va de año a 349 personas. En la diócesis de Cáceres-Coria, la acción social de ... la Iglesia ha visto desbordadas sus previsiones en este 2023, igualando antes de que finalice el año las atenciones sumadas el pasado, y la organización en la diócesis de Plasencia, más de lo mismo a dos meses para que acabe el año.
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«Los centros están llenos y con lista de espera», resume Jesús Pérez Mayo, director regional de Cáritas. «Pero no es algo nuevo», deja claro también. «No, que estemos completos es una situación cada vez más habitual», corrobora la coordinador del Centro de Acogida Temporal de Plasencia. «Porque son muchas las personas que viven en una situación límite, con lo justo para sobrevivir día a día, y porque además también las personas tienen más miedo a vivir en la calle, es más insegura», explica Consuelo Izquierdo.
El 80% de los acogidos en los recursos de Cáritas son españoles y el 20% restante lo encabezan marroquíes y latinoamericanos. «Pero dentro de los nacionales, tenemos un alto porcentaje de extremeños, el 39%, y de ellos un 14% son de la ciudad», detalla la coordinadora del CAT. Una situación extrapolable a otros recursos de la organización en la región, «porque ahora cuando la gente necesita ayuda, sí vuelve a su tierra; el pudor que antes parecía frenar el regreso, ya no se da», aclara.
Aunque el número de mujeres atendidas en los centros de Cáritas ha crecido, la inmensa mayoría siguen siendo hombres. «Entre los 55 y los 64 años, en muchos casos con las prestaciones sociales agotadas o insuficientes para mantener una vida autónoma, y con edades muy complicadas para acceder a un puesto de trabajo».
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Hombres y mujeres que, en muchos casos, deja claro la coordinadora del CAT, «reflejan el cambio que se ha producido en el perfil de los usuarios con el paso de los años». Y explica: «Sigue habiendo un porcentaje de personas que acaban en nuestros centros porque las adicciones les han llevado a la calle, pero no es ya el perfil mayoritario ni mucho menos».
Ahora, la falta de un empleo o un trabajo en condiciones precarias, por la duración del contrato y por el salario que se percibe, «que no les permite acceder a una vivienda ni tener un proyecto más allá de los meses en los que se trabaja, está detrás de la situación de muchos de nuestros usuarios». Algunos, además, con adicciones. «Porque cuando se acaba en la calle, comienzan las adicciones». La más frecuente, el alcohol. «Para sobrevivir en la calle hay que beber, el rechazo social que sufren es absoluto; y en una sociedad marcada por la apariencia física, soportarlo es tremendamente duro».
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