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Partido del Cacereño contra el Móstoles en el Príncipe Felipe. HOY
El país que nunca se acaba

Cacereño y BCB, medicinas

Bálsamos deportivos. ·

El fútbol en Cáceres, el baloncesto en Badajoz y una temporada estimulante

Viernes, 13 de septiembre 2024, 07:43

El Cacereño es un lenitivo, un bálsamo, una medicina. El Cacereño nació en una farmacia y es lógico que ejerza un efecto placebo sobre sus ... aficionados: no tiene acción terapéutica en sí mismo, pero provoca efectos favorables. Esta temporada, me he vuelto a hacer socio del Cacereño tras unos años de baja por razones literarias: me dediqué a escribir novelas y tuve que dedicar a la literatura todas las horas del fin de semana. Superado el trance benéfico de la literatura, he vuelto al Cacereño como euforizante o analgésico, según el día, y me va de maravilla: dos partidos, dos victorias y mi estado de ánimo roza la ataraxia: ni un dolor, ni una preocupación, ni una pizca de ansiedad.

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El Cacereño nació en la tertulia de la rebotica de Juan Núñez Boaciña, que abría farmacia en la calle Pintores. Allí se empezó a hablar por primera vez de fútbol en Cáceres y de allí surgió la idea, en 1918, de fundar el Cacereño. El proyecto fraguó un año después y aquel farmacéutico ha pasado a la historia por el fútbol y por su apodo: San Juan Boaciña. Así lo llamaban los hortelanos de Cáceres porque cada vez que organizaba un partido del Cacereño, llovía y las huertas florecían.

El deporte es un entretenimiento muy terapéutico. En Cáceres, durante años, el baloncesto fue un estimulante de eficacia garantizada. Decía mi cuñado que los días que había partido del Cáceres en ACB, se afeitaba más contento. Pero el equipo perdió poco a poco su efecto medicinal, el público salía del pabellón como había entrado, sin notar mejoría anímica, y el descenso ha acabado con su carácter farmacéutico.

Lo del Cáceres la temporada pasada fue más un dolor que un alivio. Alberto Blanco era su director deportivo y fracasó. Conozco a Alberto desde que era un adolescente. Vivíamos en Vilagarcía de Arousa, entrenó a mi hijo en el Liceo Marítimo y uno de sus tíos fue compañero de periódico. Quedé con él en hacerle una entrevista en cuanto el equipo tuviera una racha buena, pero no hubo manera. Esta temporada, a sus 54 años, ha sido fichado por la federación de Azerbaiyán para desarrollar el baloncesto en aquel país al frente de la selección nacional absoluta masculina, coordinando los equipos nacionales inferiores y dirigiendo el MOIK Bakú, equipo del ejército nacional. Espero que tenga más éxito que en Cáceres.

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Sostengo que el Cáceres volverá a tener efectos terapéuticos cuando suba el BCB pacense a su misma liga y retorne la rivalidad regional. Y vamos por buen camino porque en Badajoz, al contrario que en Cáceres, el emoliente medicinal deportivo, esta temporada, lo va a ejercer más el baloncesto que el fútbol. Ya el año pasado, el ambiente en el pabellón de La Granadilla era apoteósico. El partido del Real Madrid del pasado fin de semana fue un aldabonazo espectacular y sospecho que vamos a vivir una temporada con el Vitaly La Mar BCB actuando como excitante colectivo. Si se juntaran BCB y Cáceres en la misma división, mejor si es en LEB Oro, el baloncesto recuperaría su poder estimulante, su influjo tranquilizante. Una mezcla de Ritalin y Orfidal, pura terapia colectiva.

Mientras tanto, espero el partido del Cacereño contra el Atlético Paso de este domingo como quien padece mono de psicofármacos. La victoria por tres a cero contra el Móstoles funcionó como una dosis de lorazepam: ansiolítico porque aplacó cualquier angustia, amnésico porque olvidamos las preocupaciones, sedante porque salimos del Príncipe Felipe con sonrisa boba de sosiego feliz y relajante muscular porque dormimos a pierna suelta soñando con un ascenso a Primera, a cualquier Primera.

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