La factura del fuego
Cultivos de olivar, vid y frutales, pequeñas explotaciones ganaderas y, sobre todo, el floreciente sector turístico, pagan las consecuencias del incendio de la Sierra de Gata
Claudio Mateos
Domingo, 16 de agosto 2015, 08:03
Muchos han perdido sus cultivos de olivo, vid o frutales, algunos sus pocas cabezas de ganado y sus panales de abejas, y una familia ha visto arder su casa de veraneo. Es la huella más inmediata del incendio forestal, el más grave del verano y uno de los peores de las historia reciente de Extremadura, que entre el jueves y el domingo de la semana pasada arrasó en torno a 8.000 hectáreas (algo menos o algo más, según las fuentes), del corazón de la Sierra de Gata. Los mayores damnificados directos se encuentran en Hoyos, Acebo y Perales del Puerto, aunque el fuego ha afectado también en menor medida a otros cinco términos municipales. Sin embargo, las consecuencias del siniestro pesan ya sobre toda la Sierra de Gata, en concreto sobre su floreciente sector turístico, que según algunas estimaciones representa el diez por ciento de toda la actividad económica de la comarca, y que tiene todos los números para ser el que pague la mayor parte de la factura.
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Una vez apagadas las llamas y satisfechas las necesidades básicas afectadas por el fuego, como el suministro de agua potable o la alimentación del ganado, es el momento de hacer balance. Varias consejerías de la Junta de Extremadura se encuentran evaluando los daños para ofrecer una primera estimación, que posiblemente se conocerá la próxima semana. Cuantificar y clasificar es importante porque de ese recuento dependerá la respuesta de las administraciones. Los técnicos de la Mancomunidad Sierra de Gata, con sede en Hoyos, han recorrido la zona y se han reunido con los afectados, mientras que ayuntamientos como el de Moraleja han pedido a los vecinos que informen con detalle de las pérdidas generadas por el incendio. La Asociación Todos Somos Sierra de Gata, recientemente constituida, ha habilitado en su página web un formulario en el que se pueden señalar los daños sufridos y la cuantía económica estimada.
El efecto del fuego a corto plazo es evidente y se centra en los cultivos y el ganado. Es fácil de cuantificar y, una vez que recopile todos los datos, la Junta ofrecerá probablemente una cifra aproximada. Sin embargo, el duro golpe asestado a la imagen de la Sierra de Gata como destino natural de gran belleza paisajística es mucho más complejo y posiblemente perdurará durante meses, e incluso años. El sector turístico de la comarca se afana estos días en propagar con todos los medios a su alcance un dato que además es cierto: la superficie quemada representa apenas un seis por ciento de toda la Sierra de Gata, que sigue siendo en su inmensa mayoría verde y hermosa. Pero resulta muy difícil competir contra tres días seguidos de portadas de periódicos y aperturas de telediarios con imágenes de llamas de 20 metros y bosques devastados por el fuego. «Llevamos años luchando por poner en el mapa nacional la Sierra de Gata, y ha tenido que ser de esta manera», apunta resignada Rosa Loro, propietaria de la casa rural El Pilar, en Acebo. «La gente de por aquí sabe que lo que se ha quemado es una parte muy pequeña, pero en el resto de España la imagen que queda es otra», lamenta la empresaria, que ha tenido que llamar a sus clientes prácticamente uno a uno para conseguir que no le anulen las reservas del mes de agosto.
Y es que las consecuencias de tanta exposición mediática ya han comenzado a pagarlas, no sólo en Hoyos, Acebo y Perales del Puerto, sino en toda la Sierra de Gata, también en las zonas que han quedado lejos del fuego y mantienen todo su esplendor paisajístico. José Miguel López es el presidente de Todos Somos Sierra de Gata, y además propietario de La Almazara de San Pedro, un alojamiento de lujo situado en el municipio de Eljas. «Nos han anulado reservas de este fin de semana y las del resto del mes están cayendo a la mitad con respecto al año pasado», apunta López, quien calcula el perjuicio que le va a generar el incendio en «unos 12.000 o 13.000 euros», tan solo en el mes de agosto. De poco está sirviendo la nota explicativa que ha colocado en la página web de su negocio, en la que aclara que únicamente se ha visto afectado por el fuego uno de los seis valles que componen la Sierra de Gata, pero no el de Xálima, donde se encuentra su alojamiento.
El daño al ganado y los cultivos ha sido importante, pero limitado a los municipios que recorrieron las llamas. Los animales afectados han sido sobre todo rebaños de ovejas y cabras, tanto los que han sido directamente víctima del fuego, como los que han visto desaparecer los pastos de los que se alimentaban y las reservas de heno y paja que tenían acumulados los ganaderos. Los cultivos son principalmente pequeños olivares y vides, así como árboles frutales, aunque, al igual que ocurre en todos los incendios forestales, los espacios cultivados son los que menos han sufrido las consecuencias del incendio. De hecho, en muchas zonas se puede ver cómo las llamas han avanzado por los pinares rodeando los lugares de cultivo, que han quedado como pequeñas islas verdes en medio del paisaje carbonizado. Algunos negocios de apicultura se han visto también dañados, al igual que la actividad resinera de la zona, un modo de aprovechar los pinos de repoblación que invaden la comarca que estaba dando sus primeros pasos en la Sierra de Gata a iniciativa de algunos jóvenes emprendedores.
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El presidente de Apag Extremadura Asaja, Juan Metidieri, afirma que los cultivos y animales afectados han sido sobre todo pequeñas explotaciones que muchas familias utilizan, no como medio principal de subsistencia, sino como un complemento a sus ingresos. Por este motivo la mayor parte ni siquiera están aseguradas, pues el alto coste de las primas no compensa a los propietarios. «Ahora mismos asegurar el pasto de 400 cabezas de ganado tan solo contra la sequía puede costar entre 1.500 y 2.000 euros al año, y eso sin incluir otras coberturas como los incendios, así que mucha gente no lo hace» indica Metidieri.
Entre las consecuencias que está teniendo el incendio de la Sierra de Gata, la única positiva es que puede convertirse en el detonante del cambio en las políticas forestales de Extremadura, que tanto tiempo llevan reclamando desde diversos colectivos, entre ellos los conservacionistas. La secretaria general de la Consejería de Medio Ambiente y Rural, Políticas Agrarias y Territorio, Begoña García Bernal, ya ha dejado caer esta semana esa posibilidad al anunciar que la Junta ha comenzado a trabajar con la Universidad en el diseño de esas nuevas políticas, que incluirían, entre otras cosas, el abandono del pino como especie de repoblación y el recurso a las especies autóctonas, como los alcornoques, los robles o los castaños en el caso de la Sierra de Gata.
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También se habla ya de avanzar en la preparación de los montes contra el fuego, una tarea en la que Extremadura se encuentra a la cola de España pues, según SEO/BirdLife, se destinan únicamente 16 euros anuales por hectárea, frente a los 42 de Andalucía o los 75 de Baleares. El presidente de la Asociación Extremeña de Empresas Forestales y del Medio Ambiente (Aeefor), Francisco Castañares, calculaba esta semana en unos 100 millones de euros la inversión necesaria en toda Extremadura, y destacaba la repercusión que tendría en la creación de puestos de trabajo «de calidad».
Combatir la despoblación y el abandono de los montes es otro de los objetivos de Todos Somos Sierra de Gata. «Si el monte está habitado y tiene actividad no se quema, o se quema menos -afirma el presidente-, así que hay que crear las condiciones para que la gente no se vaya y para que llegue gente nueva con ganas de emprender en esta zona, que tiene muchas posibilidades». El incendio puede generar un cambio de mentalidad al respecto.
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