La falta de curas obliga a alternar las misas de domingo en Las Hurdes
Las semanas en las que la eucaristía toca en unas poblaciones, en las otras un religioso oficia la ceremonia de la palabra
Antonio J. Armero
Domingo, 1 de marzo 2015, 00:22
La falta de curas ha obligado a la diócesis de Coria-Cáceres a recortar la frecuencia de las misas dominicales en varias localidades de Las Hurdes, que se alternan de modo que en cada una de ellas hay eucaristía un domingo sí y otro no.
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La situación afecta a dos de los seis municipios de la comarca (Casares de Hurdes y Ladrillar) y a varias alquerías, que son pequeñas poblaciones que dependen administrativamente de un ayuntamiento cercano. En total, a una decena de núcleos de los valles de los ríos Ladrillar y Hurdano, donde las eucaristías las oficia un sacerdote que viaja desde Cáceres, una semana a unos lugares y la siguiente a los otros. Con este sistema, en la parroquia a la que no le toca misa ese día, lo que se ofrece en su lugar es una ceremonia de la palabra oficiada por un laico al que la Iglesia ha autorizado a realizar esa labor.
En los otros cuatro municipios (Pinofranqueado, Caminomorisco, Nuñomoral y Casar de Palomero), sí hay misa cada domingo. En alquerías como Carabusino, Robledo y Riomalo de Abajo, no existe un horario concreto de celebraciones, según se especifica en la web de la Diócesis, que también detalla que en el Cottolengo del Padre Alegre (en Fragosa, que depende de Nuñomoral) hay eucaristía todos los días a las nueve de la mañana.
En el único sitio
Estos pueblos de Las Hurdes altas la parte de la comarca más cercana a la provincia de Salamanca son los únicos de Extremadura en los que se ha tenido que tomar esta medida, ya que las diócesis de Plasencia y Mérida-Badajoz aseguran que no han llegado a este punto, pese a que también sufren el problema de la escasez de curas y la falta de vocaciones. Es, en realidad, un inconveniente que afecta al conjunto de España, y de hecho, en gran parte del país hay pueblos que viven una situación similar o más precaria que la de una parte de la comarca cacereña.
La reducción afecta a las misas dominicales pero también a las de los días festivos, explica la diócesis de Coria-Cáceres, que precisa que esta situación se ha producido por primera vez en el presente curso. Esta coyuntura obliga a que los horarios de misas y ceremonias de la palabra varíen cada semana. Valga como ejemplo el guion de hace dos domingos. El 15 de febrero, en el valle del río Ladrillar hubo misa a las once de la mañana en Asegur, a las doce en La Huetre y a la una en Casares de Hurdes, y ceremonia de la palabra a las once en Ladrillar, a las doce en Cabezo y a la una en Las Mestas. El fin de semana pasado, los términos se invirtieron, y así ocurre sucesivamente a lo largo del año.
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En el otro valle, el del río Hurdano, la atención a las parroquias se la reparten entre las cuatro religiosas de La Asunción que viven en Vegas de Coria, y Sebastián, un cura argentino que estudia en Salamanca y echa una mano los fines de semana en Las Hurdes. El domingo 15 de febrero, Sebastián ofició eucaristías en Vegas de Coria o Rubiaco, entre otras alquerías, y las religiosas dirigieron la ceremonia de la palabra en Fragosa y El Gasco.
«Lo empezamos a hacer a los cinco años de llegar aquí, es decir, en el año 1983, y forma parte de nuestra labor de evangelización y de hacer pastoral en colaboración con los curas», recuerda sor Gloria, que comparte vivienda con las hermanas Belén, Laura y Mariama. «Antes recuerda había cuatro sacerdotes, y ahora no hay ninguno, y nuestra labor permite a los feligreses, entre otras cosas, reunirse en comunidad, que es una faceta importante dentro de la vida religiosa». Ella y sus compañeras tiene a su cargo las parroquias de cinco alquerías: Cerezal, Aceitunilla, Rubiaco, Vegas de Coria y Arrolobos. Se turnan con los sacerdotes.
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Formas ya consagradas
En la tesitura actual, desempeñan un rol fundamental los religiosos comprometidos con la Iglesia, cristianos practicantes que cuentan con el permiso del Obispo para desarrollar tareas como presidir las celebraciones dominicales en ausencia del presbítero, que es el nombre correcto de lo que habitualmente se denomina ceremonias de la palabra. En ellas, el religioso lee la palabra de Dios, la explica y reparte el pan eucarístico que previamente ha consagrado algún sacerdote, ya que el religioso no puede hacerlo. Lo habitual es que el cura que ha oficiado la misa la semana anterior, deje consagradas más Sagradas Formas de las que va a necesitar, para que puedan cogerlas los religiosos que presiden las ceremonias de la palabra.
Para tratar de reducir las consecuencias de la falta de sacerdotes, se están ordenando diáconos permanentes. El diaconato es una etapa previa al sacerdocio, de modo que todo cura ha sido previamente diácono, pero de forma temporal. Los diáconos permanentes son laicos de probado compromiso cristiano, a los que la Iglesia procura formación para que puedan realizar algunas de las funciones de los curas. Además de ceremonias de la palabra, pueden celebrar matrimonios y bautizos y presidir exequias, y no hay inconveniente en que estén casados. Lo que no pueden es consagrar ni confesar. Además, «se están formando e instituyendo ministros extraordinarios de la comunión, que también la llevan a las casas de los enfermos», añade la diócesis de Coria-Cáceres.
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La de Plasencia asegura que todas sus parroquias «tienen un sacerdote que celebra la misa y los demás sacramentos sin necesidad de recurrir a la ayuda de religiosos o laicos». Y la de Mérida-Badajoz explica que a día de hoy, todas sus parroquias pueden celebrar la eucaristía cada domingo, algo que se consigue gracias a que los curas asumen mucha más carga de trabajo y kilómetros de desplazamiento que hace unos años. La Diócesis tiene 203 parroquias y 302 sacerdotes, incluyendo a los jubilados, que en otros lugares de España siguen en activo. En Mérida-Badajoz no, y se dedican a echar una mano a los que siguen en activo.
Jubilados y ordenaciones
La raíz del problema es la escasa renovación del clero, es decir, se jubilan más sacerdotes de los que se ordenan. Esta situación está obligando, desde hace tiempo, a que los curas rurales hagan un esfuerzo para atender aquellas parroquias donde no hay sacerdote. A esta realidad hay que añadir otra más: la despoblación que caracteriza a Extremadura, con un número importante de núcleos poco poblados diseminados en una zona geográfica amplia.
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Esta característica está especialmente marcada en el norte de la comunidad, que sufre la dispersión poblacional en mayor medida que el resto de la región. Lo saben en la diócesis de Coria-Cáceres, a la que pertenecen comarcas donde la despoblación es mayor, como es el caso de Las Hurdes. «En los últimos años explica la propia diócesis ha aumentado el número de sacerdotes que llevan más de una parroquia en zonas rurales, llegando a estar en tres y cuatro, lo que supone frecuentes desplazamientos de un lugar a otro».
El sacerdote que se encarga de viajar desde Cáceres hasta Ladrillar o Casares de Hurdes es Juan Gómez Solís, párroco de San Pedro de Alcántara, en la capital. Desde allí viaja para oficiar las misas dominicales en Las Hurdes, lo que supone cubrir habitualmente distancias superiores a trescientos kilómetros entre ir y volver.
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La escasez de sacerdotes afecta no solo a las celebraciones dominicales, sino también a las rutinas de algunas parroquias rurales. «Senota explica la Diócesis sobre todo en que están menos tiempo presentes y viviendo el día a día con los fieles de las parroquias, y no tanto en catequesis o cursos, que son animados principalmente por laicos». Esta situación no tiene visos de mejorar en los próximos años, a la vista de los datos de matriculados en los seminarios extremeños (ver información adjunta).
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