Siete mujeres extremeñas con buena nariz para el vino
Tras la cosecha, enólogas y comerciales se disponen a elaborar y vender los vinos extremeños para posicionar a la región como un referente vinícola
Acabada la vendimia en Extremadura, el mosto reposa en los depósitos y empieza el proceso de vinificación. Es el momento de los enólogos… o de las enólogas. En nuestra región, la incorporación de las mujeres al mundo del vino empezó hace años, justo cuando nuestros caldos apostaron por la calidad y perdieron aquel sambenito de vinos recios a granel.
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Enólogas, bodegueras, sumilleres y comerciales se empoderaron en el sector y a ellas se deben algunos de los mejores vinos, el éxito de la exportación o la apuesta de importantes bodegas por la excelencia, a la que se llega controlando toda la evolución del producto: desde la plantación hasta la comercialización, pasando por la bodega o el diseño de la botella. Y ahí aparecen ellas, mujeres con buenas narices para oler el vino y mejor olfato para venderlo.
Futbolistas, profesores, policías o 'youtubers'. Esas son las principales profesiones que los niños quieren ser de mayores. Sin embargo, desde pequeña, Amelia Coloma soñaba con ser bodeguera. Y no era un plan utópico, pues correteaba entre viñedos y jugaba en la sala de barricas, ya que creció en las bodegas Coloma. Años después, ya convertida en la enóloga de la firma, cuida y supervisa cada una de las etapas del proceso del vino: de la vid a la mesa. Y es que Amelia es viticultora: diseña la plantación que abastece a la bodega, poda, trata las plantas... Y simultáneamente, en la bodega, hace las funciones de enóloga, criadora de vinos y envasadora: fermentaciones, analíticas, control de calidad, preparativos, trasiego, etcétera. El resultado son unos vinos excelentes, elaborados siempre en series exclusivas, limitadas y numeradas. Además, debido al mes de julio tan suave que hemos tenido, sin golpes de calor, la calidad de la uva de este año es excelente, asegura esta enóloga de pura cepa.
Frente a las muchas vivencias de Amelia Coloma en una bodega, la ilusión y bisoñez de Patricia Carrillo. Se trata de una enóloga principiante de 28 años que va a adquirir experiencia y tablas en uno de los mejores escenarios posibles: las bodegas Habla. La joven almeriense llegó hace cinco meses a Trujillo, seducida tras una estancia Erasmus en Portugal, en la que conoció por dentro una bodega lusa. En este tiempo, ya ha tenido tiempo de vendimiar y formar parte de la creación de uno de los vinos más selectos de la firma, el Habla Duende, un 100% Sauvignon Blanc, con unos niveles altos de acidez, que consiguen aportar una agradable frescura en boca. A pesar de que el sistema de conducción de la planta es en eje vertical, algo inusual en esta región, la enóloga confiesa que la vendimia es un trabajo sacrificado, pero no en vano, manifiesta sentirse muy orgullosa de ser un eslabón más de la cadena de este blanco.
Y quien tampoco nació en Extremadura pero está totalmente enamorada de la tierra es Ara Barra. Su bisabuelo, de Usagre, era corredor de vino en bodega La Pelina, pero ella nació y vivió en Palma del Río, Córdoba. La casualidad hizo que recalase en la región hace varios años. Y también que permaneciese en ella, ya que tras una fuerte crisis personal, preparó las maletas para volver a casa, pero a última hora, decidió que iba a darle una oportunidad a su ilusión y montó la vinoteca Nabidh Vinos en la Plaza Grande de Zafra. «Hay muy buenas bodegas, enólogos y enólogas en Extremadura, pero creo que le falta un poco de visibilidad al sector. Así que pensé que la vinoteca podría ser un punto idóneo para potenciarlo», detalla.
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Se trata de un rincón especializado, con más de 50 referencias –el 95% extremeñas–, en el que realiza enoturismo, catas culturales... También divulga en las redes sociales y explica aspectos como la temperatura ideal, la historia del vino en Extremadura, curiosidades o claves para entrenar el gusto. Para ello, se sirve de un lenguaje sencillo y directo, ya que uno de sus propósitos es acercar el vino al consumidor joven. «Es una generación que se preocupa mucho por lo que come y lo que bebe, así que darle un producto de la zona y sin adulterar, me parece primordial».
Nuevamente la casualidad -o el destino- ha hecho de las suyas en esta extremeña de adopción, puesto que ahora ella también colabora con bodegas La Pelina. Les ayuda con las redes sociales y les realiza la labor comercial. «Tengo mil frentes abiertos, pero todos relacionados con el vino», asegura. De hecho, hasta su gato se llama Baco. Ara nos confiesa en exclusiva que tiene previsto sacar un proyecto muy innovador a principios de noviembre. Estaremos pendientes.
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Tradición vitivinícola
Enclavado en el corazón de Las Villuercas, Cañamero tiene un puesto importante en el mundo de los vinos extremeños gracias a su historia y tradición. En esta localidad hay aproximadamente una decena de bodegas que elaboran caldos con personalidad propia. Una de ellas es Cañalva, que produce vinos desde hace más de medio siglo. Sus 20 hectáreas de viñedos propios se riegan con agua del río Ruecas y se someten a una vendimia manual y nocturna. A veces, Claudia Rodríguez también trabaja en el campo, pero lo suyo son los idiomas, el trato con el cliente y los comercios internacionales. Nació y creció en Suiza, pero de joven decidió venir a Extremadura (su padre es de Zorita) y aquí sigue, mano a mano con Álvaro Peloche, su marido. Juntos le acaban de dar forma a Eburus, la joya de la corona de esta bodega familiar de tercera generación. Se trata de un producto que rinde homenaje a las raíces de Cañamero, ya que hace algunos años, cuando unos operarios faenaban en una obra en esta localidad cacereña, apareció una lápida fúnebre de origen celta. Era de un señor llamado Eburus y de su esposa. Así que este crianza premium, envejecido durante dos años en barricas nuevas de roble francés, hace un guiño al que se cree que fue el primer habitante de este pueblo. Y lleva su nombre a muchos países gracias a la importante labor de Claudia.
Manuela Bayón es filóloga y de esto fue de lo que trabajó la primera vez en una bodega. Gracias a su manejo de las lenguas extranjeras, la contrataron para llevar el departamento de exportación. Le gustó y empezó a formarse en este mundo tan romántico. En 2009 fundó junto a su marido Carlos Plaza la bodega con este mismo nombre. Ella se ocupa de la parte comercial, principalmente de la exportación, pero también toca el mercado nacional y regional. Y hace extraordinariamente bien su trabajo, ya que exportan el 90% de su producción a más de veinte países del mundo. Uno de los últimos en salir, y el favorito de Manuela, según confiesa, es el Carlos Plaza Merlot, llamativo por su gran intensidad y elegancia.
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Durante la pandemia, Manuela puso en marcha un proyecto que llevaba en su mente un tiempo, pero nunca se había parado a ejecutarlo. Se trata de 'Descomplicar el vino', una serie de vídeos en las redes sociales, en los que elige una palabra utilizada en el sector y la 'traduce'. «Nosotros somos conscientes de que hablamos de una manera complicada y la gente siempre nos dice que no entiende de vinos». Con esta frase surgió la idea, que tiene por objetivo aproximar el vino al consumidor final.
Por último, qué sería de nuestros vinos sin un especialista que los interprete y los recomiende. Carmen de Aguirre y Piedad Fernández son dos de las más prestigiosas sumilleres de la región. Dirigen la Escuela Europea del Vino y la Escuela Internacional de Sommelier, respectivamente.
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Acostumbrada a viajar por el mundo, Carmen de Aguirre tuvo unos inicios deslumbrantes en el sector. Tras licenciarse en Biología, realizó el proyecto final en la Borgoña francesa. Acto seguido, trabajó para las marcas Dom Perignon rosé, Dom Ruinar rosé y Moët millesimé rosé, dentro del departamento de calidad y desarrollo en la empresa Möet & Chandon. En 2012 fundó la Escuela del Vino Centroamérica en Costa Rica, un país en el que no elaboran vinos, pero con mucho interés por ellos. Una jugada que le salió bien. Tanto que dos años después creó la Escuela Europea del Vino en Badajoz, su ciudad. Su cometido es convertir a los apasionados del vino en expertos.
También fue pionera Piedad Fernández. Tuvo Pámpano Vinatería, el primer bar de vinos de Extremadura. «Las emociones son muy importantes para mí», manifiesta. Y es que la labor de un sumiller va íntimamente ligada con los sentimientos y las emociones. Siguiendo esta línea, actualmente tiene en marcha un proyecto llamado 'Sinestesia', en el que aúna el sonido vino, el sabor de la música y la gastronomía, para crear un resultado sorprendente y mágico.
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La CEO de la Escuela Internacional de Sommelier preside, además, la Asociación de Mujeres Amantes del Vino de Extremadura (Mavex). Los próximos 12 y 13 de noviembre está previsto que celebren en Almendralejo el primer foro Mavex Siglo XXI, enfocado en visibilizar el papel fundamental que desempeñan las mujeres en los distintos ámbitos del sector vitivinícola. Y es que el objetivo por el que se levanta cada mañana Piedad es promover la cultura del vino en Extremadura. Pero con emoción y pasión, mucha pasión.
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