Caldillo para uno de Cáceres

Recorrimos Almendralejo haciendo la ruta del desayuno extremeño

Jueves, 25 de marzo 2021, 11:37

No eres de la provincia de Badajoz si no distingues entre caldillo y cachuela. En ambos casos, se mezclan hígado de cerdo, especias, manteca de cerdo y pimentón de la Vera. La diferencia estriba en que el caldillo lleva tropezones de hígado y la cachuela es más molida.

Publicidad

Tampoco eres de Badajoz si no tienes la costumbre de desayunar en la calle ni sabes que el caldillo se llama en algunas zonas de la provincia menudillo, picadillo o refrito.

Uno, como es de Cáceres y entiende mucho de churros, pero nada de caldillos, ha venido a Almendralejo a conocer la historia del auténtico desayuno extremeño que, dicen, nació aquí. ¡Ya saben cómo son los de Almendralejo!

Así que tengo ante mí, en una mesa del bar El Abuelo, dos tostadas inmensas de un pan hecho ex profeso para desayunos. Sobre una, se extiende una pasta oscura con trozos de hígado. Sobre la otra, una crema de ajo, aceite y sal y unos ajos castaños y piporros de Aceuchal. Al lado, unas migas con cabezas de ajo, pimientos y huevo frito, unas pringadas con vino y azúcar, una botella de cava y lo único que forma parte de mis desayunos habituales: un café con leche.

Me acompañan históricos del desayuno extremeño, que me cuentan cómo, en los años 60, los vendimiadores o los aceituneros, antes de salir temprano al campo, desayunaban contundentemente, pero en casa. «Esto de los desayunos en los bares empezó en los 70 y ahora es un boom», especifica Raúl Honrado, 35 años, heredero de una saga de hosteleros que llegó a Almendralejo desde La Siberia en 1966.

El abuelo Clemente, al que apodaban El Rojo por su tez colorada y que acaba de cumplir los 86, vivía en Villarta de los Montes hasta que lo convencieron para que se fuera a Almendralejo. «Cogió a sus hijos y se vino en 1966. Abrió el bar Extremadura en la carretera de Sevilla y, en 1970, compró una casa a 50 metros y abrió El Cazador. Se especializó en churros y tostadas y empezó la moda de los desayunos fuera de casa», relata su nieto Raúl.

Publicidad

En esa época, otra saga de hosteleros se apuntaba a la explosión del desayuno en Almendralejo. Eran los Gil. El bisabuelo Antonio había tenido desde 1920 una taberna en la zona de Casas Nuevas, por el antiguo campo de fútbol del Extremadura. El abuelo Joaquín abrió el bar El Abuelo en la plaza de la Hierba en 1968. El nieto, Juan, inauguró en 1971 el bar Los Nietos, de 30 metros cuadrados, frente al mercado de abastos, que reformó y amplió en 1985 y hoy regenta su hijo, y bisnieto de Antonio, Joaquín Gil.

En El Cazador, Clemente Honrado, su mujer, Manuela, y sus hijos, Prudencio y Enrique, se especializaron en la que es considerada por muchos como la mejor tostada extremeña al estilo antiguo: ajo de Aceuchal, aceite de oliva y sal en la batidora, la crema resultante se extendía sobre una rebanada de pan redondo de leña y luego, la tostada se escaldaba en una sartén con aceite muy caliente. El resultado era una costra crujiente y deliciosa.

Publicidad

Mientras Clemente El Rojo triunfaba con su tostada a la antigua, los Gil arrasaban con sus migas y su caldillo con tropezones. Hoy, Joaquín Gil despacha en El Abuelo hasta 35 tipos diferentes de tostadas. ¿Pero no se repite tanto ajo a lo largo de la mañana... Y estos desayunos tremendos no te noquean?

«El ajo castaño de Aceuchal, de los piporros, sabe mucho, pero no se repite, y luego tomamos aguardiente Espino o uno casero macerado con pepino, que enjuagan y son digestivos», explica Raúl Honrado.

Convencidos de las virtudes de estas tostadas de caldillo y de ajo y aceite, de estas migas con huevo frito y de estas pringadas con vino, nos lo comemos todo, cambiamos el aguardiente por cava de Almendralejo y disfrutamos como si fuéramos de Badajoz. No repetimos el ajo, pero ese día, literalmente, no comimos y solo pudimos cenar fruta.

Publicidad

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Primer mes sólo 1€

Publicidad