Brilongo, el restaurante por el que merece la pena ir hasta Las Vaguadas

Dicen que cuando se cierra una puerta, siempre se abre una ventana. Brilongo fue, para sus propietarios, esa ventana para respirar y reilusionarse. Estamos hablando de un local de restauración, es decir, de un restaurante. Pero también de mucho más. Brilongo es un paso de agua entre España y Portugal, concretamente por la zona de la Codosera, de donde proviene María Luisa Martínez. Ella fue la fundadora de El Paso del Agua, un rincón exquisito en el corazón del casco histórico pacense, que tuvo que cerrar a inicios de la pandemia. Ahora, sus hijos han cogido el timón y han fundado Brilongo. Para ello, han cambiado de barrio y se han mudado a Las Vaguadas, asentándose en un amplio local, con capacidad para unos 40 comensales en el salón y aproximadamente 30 en la terraza. Pero es en el interior donde Brilongo brilla. Su decoración, en la que destacan los colores verde, rojo y amarillo, en un guiño a las banderas lusa y española, es elegante, cálida y sorprendente.

De su cocina salen platos interesantes que fusionan la tradición con otros sabores más exóticos.Y es que hay chefs de varias nacionalidades trabajando en este establecimiento. Pero además, la presentación está deliciosamente cuidada. Algunos de sus platos más laureados son la ensalada de pulpo y el risotto de bacalao dorado –ambos heredados de El Paso del Agua–, así como unos raviolis con carne de cocido, croquetas de pizza, o sus famosos cachopo y codillo. En cuanto a los postres, son elaborados, originales y presentados en forma de pequeña tarta, lo cual suscita mucha emoción al colocarlos sobre el mantel. Para María Luisa, que es la encargada de crear la magia y hacer que todo ruede, «los postres importan mucho, ya que son el fin de fiesta perfecto».

El servicio también es digno de resaltar, ya que en Brilongo no se consideran camareros, sino maestros de ceremonia. Laura y Juan Manuel Griñón además de hermanos, son sommelier y maître respectivamente. Miman al cliente, cuidan los detalles y adaptan los platos, si fuera necesario. También hay otros miembros de la familia en este proyecto, como José Luis Rodríguez, la pareja de María Luisa, en la cocina, o la tía de los actuales propietarios elaborando dulces y postres. Para ello, se sirven habitualmente de productos codoseranos, como el pan de pueblo para migas y tostadas, o los embutidos y el queso para los aperitivos. Tampoco falta en este nuevo concepto de restaurante un plato de cuchara diario, ya que han cambiado el turista por el cliente de barrio.

No disponen en este establecimiento de carta de vinos. Al menos, de carta fija. Hay que dejarse guiar, por tanto, por los que saben. En este caso, Laura Griñón recomienda con tino caldos con los que armonizar cada plato. Predominan en su bodega referencias de producciones pequeñas y familiares. «Nuestra lucha es dar a conocer nuevos vinos extremeños», apostilla. Además, disponen de una buena propuesta de botellas portuguesas, concretamente del Alentejo. Esto y todo lo anterior, sumado a la música relajante, al sonido del agua corriente de su emblemática fuente, del agradable mantel y la selecta vajilla, es la excusa perfecta por la que desplazarse hasta Las Vaguadas.

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