¿Qué ha pasado este viernes, 5 de diciembre, en Extremadura?
Cristo tras el triunfo frente al Villanovense el pasado domingo en el Emilio Macarro. Deme Crego
Segunda RFEF

Las secuelas de una lesión ocular no merman el olfato de Cristo

Sale al rescate del Montijo pese a que los médicos le desaconsejan jugar por un problema en la vista tras un balonazo que sufrió en el ojo hace tres meses

Martes, 2 de mayo 2023, 20:41

Los médicos desaconsejaban su regreso al césped y su familia no quería que se expusiera a una recaída o al agravamiento de su situación, pero ... Cristo no podía más. Necesitaba calzarse las botas, sentir el tacto del balón, respirar fútbol y ayudar a un Montijo que se hundía acercándose al descenso. El pasado domingo, en su tercer encuentro tras su reaparición, cazó en el minuto 90 un rechace en el área para el 2-1 ante el Villanovense que puede significar media salvación.

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Hace tres meses y medio recibió un fuerte balonazo en el ojo durante un entrenamiento. Fue un jueves y el domingo se enfrentaba al Socuéllamos. Un moratón y las molestias no le disuadieron, sin que nadie hubiese reparado en el alcance real de la lesión. «Dolió bastante, pero como otros muchos que me he llevado». Disputó 80 minutos y anotó un tanto en el triunfo rojinegro (0-2). Al despertarse el lunes, se encendieron todas las alarmas, «no sé si del esfuerzo o del movimiento me levanté al día siguiente viendo muy poco. Me fui a urgencias y me operaron 24 horas después». Padecía un desprendimiento de retina con desgarro que exigía una intervención inmediata.

Ahí se inició el vía crucis de una recuperación tediosa, incómoda y desesperante. Estuvo algo más de 20 días tumbado boca abajo sin poder moverse ni levantar la cabeza de esa posición. «Tuve que alquilar una silla especial y dormía en una camilla de masaje que tiene un agujero en medio». Aunque reconoce que lo que ha llevado peor es la prohibición de cualquier tipo de ejercicio, «no puedes hacer nada, ni correr ni ningún esfuerzo y para los que nos gusta hacer deporte es complicado».

Ese lance fortuito frenó en seco la racha productiva del ratón de Pueblonuevo, que discutió a Juan Marrero su suplencia inicial a base de lo mejor que sabe hacer, perforar la meta rival, convirtiéndose en el pichichi del equipo con 8 tantos en 18 partidos. En las once jornadas sin el '20' rojinegro, todo el Montijo ha marcado un tanto menos que los cosechados por el veterano atacante extremeño, siete. «Estaba en un buen momento y afecta cuando se va el jugador que estaba viendo portería y sobre todo por cómo fue, el equipo se quedó tocado anímicamente. Fue todo muy rápido y apenas se lo creían».

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Transcurrió el periodo estimado para este tipo de dolencias de entre un mes y medio y dos meses, pero algo no iba bien. Una secuela en la cicatrización ralentizó el proceso y exigió una cautela que a la paciencia de Cristo le costaba tolerar. «Ha quedado una especie de pliegue y eso ahora mismo no es conveniente tocarlo porque podría dañar el ojo, pero si empeora e impide la visión habría que intentar quitarlo. Toca esperar, rezar y hacer las cosas bien para que disminuya».

Estaba, por tanto, pendiente de evolución, pero al descartarse el paso por el quirófano y agarrándose a que los doctores le dijeron que podía hacer vida normal, no se lo pensó dos veces y regresó a los entrenamientos. La situación clasificatoria del Montijo y la escasez de efectivos terminaron de convencerle. Una decisión no exenta de peligros. «Me aconsejaban no jugar, que para tres partidos no arriesgara, pero lo echaba mucho de menos y creo que es una decisión acertada». Otro golpe en la zona afectada podría tener consecuencias muy graves, pero Cristo prefiere no ataviarse con una máscara protectora que pudiera mitigar los efectos de un posible impacto, «es muy incómodo y estar tanto tiempo con eso en la cara iba a ser peor para mí». Tampoco está usando unas lentillas que le recomendaron, «no me acostumbro a ellas». El objetivo era mejorar su visión, algo más reducida de lo habitual en estos casos, «ese pliegue que tengo me tapa un poco ciertos ángulos y si tenía que ver un 80%, veo un 60%».

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Esa merma le limita en el campo, sobre todo en las acciones aéreas en las que interfiere la claridad y «me cuesta a veces decidir rápido porque no veo como debería y también a la hora de controlar algunos balones». Pero, eso sí, el olfato lo conserva intacto y el pasado domingo, en el descuento, cuando los suyos más lo necesitaban, cazó un rechace del portero en el segundo palo y, sin dejarla botar, la metió en la jaula. «Suerte de estar ahí en esos momentos. Veo que queda muerto, trato de poner la mejor superficie posible y salió bien», explicaba Cristo, muy emocionado tras lo acontecido en un duelo decisivo para las aspiraciones del conjunto de las Vegas Bajas.

Jugó 16 minutos ante el Melilla, 60 frente al Atlético Paso y el duelo completo contra el Villanovense, pero admite que la inactividad le ha pasado factura, «físicamente estoy muerto, tengo 36 años, han sido tres meses sin poder hacer nada y he cogido un poco de peso. Pero mi entrenador y los compañeros me apoyan y esté como esté me voy a dejar todo en el campo».

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