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Primera RFEF

Las claves de un Cacereño que forjó su propia corona de bronce

El conjunto de Cobos ha exhibido fiabilidad y capacidad de respuesta ante la adversidad, alentado por una afición henchida de ilusión

M. Gª Garrido

Badajoz

Miércoles, 4 de junio 2025, 22:12

Para que un equipo cierre el curso con un ascenso, debe dominar muchas variables y ser capaz de manejar factores y circunstancias de calibres muy ... heterogéneos. El Cacereño no ha sido una máquina perfecta, pero sí muy fiable, regular y, sobre todo, con cintura. Un equipo dotado de un líder más que facultado y de recursos para adaptarse a los giros de la trama que se han sucedido desde aquel lejano mes de agosto en el que se inauguró un periplo remachado con una corona de bronce.

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La prórroga ante la Ginmástica Segoviana

El gol de Christian en la prórroga de la primera eliminatoria de la Copa del Rey cambió el curso de los acontecimientos. En un Príncipe Felipe anegado por la lluvia, tirando de raza, pundonor y ambición, el Cacereño dejó en la cuneta a la Gimnástica Segoviana, de Primera RFEF. Ese logro le citaba con un adversario de Primera pero, además, supuso una inyección anímica clave para el resurgir tras el letargo en el que parecía imbuido.

La eliminatoria ante el Atlético

Más allá del carácter histórico, la fiesta y el espectáculo que adornaba un compromiso de esa envergadura, el duelo ante el Atlético de Madrid fue una demostración de poderío. Tras poner contra las cuerdas a un rival de Champions, el conjunto extremeño se demostró a sí mismo hechuras para pelear por todo y sublimó el mantra de cabecera de su predicador, Julio Cobos, la competitividad.

La batuta de Julio Cobos

No deja titulares gruesos, alérgico al histrionismo y la grandilocuencia, el dogma de su catequismo es la prudencia y el trabajo, coordenadas que han llevado a su pueblo a la tierra prometida. Exigente y metódico, Julio Cobos es el autor intelectual del hito del ascenso. Sin reproches ni facturas, ha exprimido sus recursos incluso en momentos críticos. Cuando la necesidad apremiaba, empoderó a sus pupilos implicando a todo el grupo. Se recicló, centrándose en las soluciones en vez de en los problemas, que no han faltado.

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Más rendimiento que nombre

«Este equipo no estaba confeccionado para llegar a este momento, nos ha sorprendido a todos». El técnico de Valdehornillos siempre ha sido honesto y claro. Era consciente de sus mimbres, con potencial, pero con menos jugadores consolidados que en otras campañas. En algunos casos, eran melones por abrir, jóvenes talentos con un lienzo aún por descubrir. Es el caso, por ejemplo, de Carrillo, que anotó el tanto decisivo frente al Ávila en el 98 para igualar la contienda y que ha cuajado actuaciones que se han traducido en réditos; Álex Rodríguez, que se apropió de los galones de la banda derecha en el último tramo del curso; Isaac Bourdal, que contribuyó a suplir las carencias ofensivas como relevo; o Jorge Sarmiento, un valor seguro para el centro del campo.

A vueltas con el '9'

El plan pudo saltar por los aires en el ecuador del ejercicio. Christian Martínez y Álvaro Salinas eran la pareja de moda en Segunda RFEF, pero la sociedad se hizo añicos con la salida del gallego al Águilas y la delicada lesión de rodilla del murciano, que le mantuvo en el dique seco algo más de dos meses. De un plumazo, Cobos se quedó huérfano de sus dos referentes arriba. Una gran maniobra de 'scouting' permitió la irrupción de Pau Palacín, suplente en el Linares, pero que aportó alivio a base de goles. Además, las alternativas que llegaron desde el banquillo mantuvieron a flote al equipo.

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Resiliencia y capacidad de reacción

El Cacereño ha exhibido mandíbula de hierro que, a veces, es más importante que unos puños mortíferos. Los reveses son inevitables, la clave reside en cómo se encajan, la capacidad para reponerse y responder. Y en ese parámetro, roza la matrícula de honor. Las siete jornadas seguidas sin ganar en el primer tercio del campeonato no hicieron perder el norte. Tampoco las derrotas frente al Melilla y al Guadalajara con todo en juego. En el playoff, ha sabido sufrir y remontar, primero contra el Ávila y después, a lo grande, ante el Estepona.

Fortaleza en el Príncipe Felipe

En el cómputo general, la escuadra verdiblanca ha sido fiable, la segunda plaza así lo avala, pero ha sido en el Príncipe Felipe donde ha ido asentando los cimientos de su éxito, con once de las 19 victorias que ha cosechado. Solo ha hincado al rodilla en dos ocasiones (sin contar la derrota ante el Atlético en Copa) en su feudo, que se ha convertido en un escenario incómodo y temido para los rivales.

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El despertar de la afición

En el duelo inaugural frente al Móstoles se registró un aforo de 3.100 espectadores en el estadio de la carretera de Salamanca, una cifra que no se volvió a alcanzar hasta el derbi contra el Coria, en abril, con más de 3.700. De moverse en entradas que rondan los dos y tres millares, se pasó a cuadruplicar esa cifra para rozar los 7.000 y 8.000 en las semifinales y la final del playoff respectivamente. Suponía el despertar de una masa social ávida de grandes emociones que ha empujado a los suyos sin descanso. La fiesta en la Fuente Luminosa y en la Plaza Mayor auguran una fiebre verdiblanca que amenaza con extenderse.

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