¿Qué ha pasado este viernes, 5 de diciembre, en Extremadura?
Martín Fernández (derecha) en el partido de la fase previa ante el Playas de Sotavento. Pakopí
Fútbol

El técnico que revolucionó el Gévora cuando nadie quería jugar allí

Martín Fernández cogió las riendas de un club humilde sin aspiraciones para firmar cinco playoffs de ascenso seguidos y clasificarlo para la Copa

Manuel García

Badajoz

Martes, 29 de octubre 2024, 20:43

Hace cinco años el proyecto del CD Gévora dio un vuelco. Aquel club modesto cuyas aspiraciones competitivas yacían bajo un cepo presupuestario comenzó a liberarse ... de su yugo. Sin patrocinadores ni ayudas, con la liquidez justa para cubrir el día a día que aportan las cocacolas que se vendían los domingos, la directiva esquivó la afilada amenaza económica a base de tesón y mucho trabajo. Lejos de conformarse, se reciclaron y buscaron a personas sobre las que depositar su confianza para elevar un techo que aún sigue sin tope.

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En 2019, el conjunto pedáneo coqueteó con un descenso del que logró zafarse a duras penas. Era el contexto lógico para una entidad sin recursos y de una localidad de unos 2.000 habitantes. Pero había muchas ganas de fútbol y de crecer. Con esa mentalidad por bandera apareció en la ecuación la figura de Martín Fernández, que ese mismo verano asumió las riendas del vestuario. Tenía ante sí un auténtico reto, pero se remangó y se puso manos a la obra. «El primer año fue el más difícil, a una serie de jugadores que llevaban tiempo se les acabó el ciclo y nadie quería venir a jugar a Gévora», relata el técnico.

Fue una situación compleja y, en algunas fases, agónica, porque el inicio de la competición estaba a la vuelta de la esquina y no contaban con efectivos suficientes, «fue terrible, lo recuerdo perfectamente, a una semana de empezar la liga fuimos a jugar a San Jorge con 11 futbolistas justos». Ante esa tesitura, solo quedaba tocar muchas puertas para reclutar adeptos a la causa, «fueron llegando, tiramos de agenda antigua y vinieron chavales que llevaban algún tiempo sin jugar». Pese a la incertidumbre y las dificultades, fue capaz de armar un grupo de garantías y se citaron por primera vez con el playoff de ascenso de manera inesperada. «Tuvimos un año fantástico, porque estuvimos a punto de subir, perdimos en el último partido». Más allá de flirtear con el sueño de alcanzar una cota superior, aquello supuso un punto de inflexión.

Desde entonces, el Gévora se convirtió en un referente y a nivel estructural la evolución fue progresiva pero constante. «Nos hicieron el terreno de juego nuevo y llegaron mejores jugadores, cada año estamos un peldaño por encima del anterior». La consigna de Martín Fernández en su vida y en su faceta en el banquillo es querer «siempre más y más, la directiva me acompaña y va conmigo a muerte». Gracias a ello, han rozado en cinco ocasiones el sueño de la Tercera y solo el infortunio y la causalidad les han arrebatado ese premio, «lo único que falla es el último paso, no cortamos las dos orejas y el rabo, pero desde que estoy aquí ha sido increíble, porque celebramos muchas cosas todos los años». La perseverancia por fin les revertió un rédito merecido y de un calibre mayor al que podían esperar, disputar la primera fase de la Copa del Rey contra el Betis este jueves. «Esto nos ha cambiado la vida a todos», resume.

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Aliciente para los jugadores

«Tenemos una afición que ya quisieran equipos de categorías superiores, jugar siempre con 500 o 600 personas es muy atractivo»

Devoción

«Le echo muchas horas al fútbol, es mi pasión, lo único que no me cuesta la vida hacer, y me tengo que organizar mucho»

Su presidente, José Mateo, otorga un porcentaje mayúsculo de todo lo acontecido a su preparador, «siempre hace buen equipo y se sigue superando, esta plantilla es incluso mejor que en otros años, no sé cómo lo logra y además el equipo hace un juego bonito», se deshace en elogios el dirigente de la escuadra pedánea.

¿Cómo es posible haber llegado hasta aquí? «Yo también me lo pregunto», responde con tono enigmático el técnico, aunque acto seguido desgrana algunas de las claves que alumbran la fórmula del éxito, «es por lo que genera el Gévora, tenemos una afición que ya quisieran muchos equipos de categorías superiores, jugar siempre con 500 o 600 personas es muy atractivo y vale más que los 40, 50 o 100 euros que les puedan pagar en otros lados». Porque los chicos no reciben ni un euro del club, ni siquiera por disputar el playoff recibieron primas porque desde la directiva no quieren comprometer la sostenibilidad del proyecto prometiendo unas recompensas que no puedan cubrir.

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La retribución que ofrecen es de otro tipo: «Los chavales quieren estar con nosotros, este año han vuelto 3 o 4 que se fueron a Tercera; hay algo especial, el que está no se quiere ir. La directiva trata a los niños como si fueran sus hijos, no les falta de nada».

Trabajador nato

Martín Fernández regenta una empresa de asesoría energética. Se pone en marcha cuando aún no han asomado los primeros rayos del día, sobre las 6.30 horas, para realizar todo el papeleo de oficina antes de salir de casa y encargarse del resto de la faena. Con mucha dedicación y esfuerzo aprieta para facturar lo máximo y así liberarse un poco las tardes para poder dedicárselas a su devoción. «No somos profesionales pero trabajamos como si lo fuéramos, le echo muchas horas al fútbol, es mi pasión, lo único que no me cuesta la vida hacer, y por eso me tengo que organizar mucho». Él sí percibe una nómina del Gévora por su labor «y le tengo que corresponder como mínimo con mucho trabajo».

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Reconoce que su deseo era jugar en el Nuevo Vivero, pero en el Francisco de la Hera también vivirá una cita muy especial, «yo entrené un año al juvenil del Extremadura cuando ascendimos junto al primer equipo. El campo era una pasada y ahora han cambiado el césped y han hecho bastantes cositas allí, va a ser increíble».

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