El Diocesano alimenta el sueño copero

En medio de un extraordinario ambiente de fútbol, con alrededor de 2.000 espectadores en un feudo arroyano que para la ocasión albergó gradas supletorias, el equipo colegial supo competir sin ningún tipo de complejo ante una escuadra que milita en el fútbol profesional, dos categorías por encima de los cacereños. De esta forma, los rojillos aguaron el debut del técnico visitante, un Fran Escribá que se sentaba por primera vez en el banquillo maño.

Con más tensión que vistosidad, el encuentro no dejó un gran número de oportunidades de gran calado. De hecho, especialmente en la primera mitad, la batalla se planteó en el centro del campo. Mollejo, en los visitantes, fue el más incisivo e intentó ser el catalizador del ataque del Zaragoza, pero ni Gueye ni Giuliani Simeone pudieron encontrar buenas situaciones ante un férreo y solidario Diocesano. Zapater, que cumplía su partido número 400 con la camiseta del Zaragoza, tampoco tuvo su día.

Por parte del Diocesano, Assan logró imponer su fortaleza física en varios lances individuales. Mientras, Javi González tuvo que asumir un papel más bregador que creativo para intentar reducir a la mínima expresión la teórica superioridad técnica de sus oponentes.

La jugada que marcaría los designios del partido llegaría en el minuto 27, cuando el portero visitante, Álvaro Ratón, cometió un penalti que sería transformado dos minutos más tarde por Dani Sales. El gol del equipo local no solo no enfureció al Zaragoza, sino que los rojillos, henchidos de moral, gozaron a continuación de sus mejores minutos. Cabe destacar que el portero visitante vio la tarjeta amarilla en esta acción y posteriormente, con el partido ya finalizado, recibió la segunda por sus protestas al colegiado, por lo que fue expulsado.

Más por obligación que por convicción, el Zaragoza sí se adueñó de la pelota en la segunda mitad y puso cerco a la portería de Miguel Cordero en varias acciones a balón parado. No obstante, el Diocesano se mostró imperial en labores defensivas, con la ayuda de un Miguel que solventó con toda seguridad las acometidas del equipo blanquiazul. Todo ello tras regresar a la titularidad.

A pesar de que el equipo extremeño no pasó grandes apuros, el resultado escueto ponía por sí solo toda la emoción en una recta final del partido que se hizo eterna para los seguidores locales y que se consumía a la velocidad de la luz para el puñado de aficionados zaragocistas presentes en el Municipal de Arroyo de la Luz, algunos de ellos llegados desde diferentes puntos de Extremadura.

Toda vez el colegiado andaluz Quintero González señaló el final del partido tras cumplirse los tres minutos de descuento, la alegría se desbordó entre jugadores, cuerpo técnico, directivos, aficionados y canteranos del Diocesano con imágenes que ya son toda una postal para el recuerdo. Estos últimos, los más animosos en una de las gradas supletorias, fueron el fondo ideal para la postrera foto de familia.

Tras eliminar al Zaragoza y alimentar así su sueño copero, el Diocesano se asegura en la segunda ronda de la Copa del Rey una nueva eliminatoria como local y ante otro equipo de superior categoría. De esta forma, el club presidido por Alfonso Abreu tendrá la oportunidad de continuar escribiendo con letras de oro nuevas hazañas. Este miércoles tendrá lugar el sorteo, en el que los equipos clasificados conocerán sus emparejamientos.