Una 'loba' en tierra de hombres
Guerrera argentina. Así es el mote de la albiceleste, surgido por la idea de manada que impera en la selección de la alero del Mideba, acostumbrada en su país a pelear contra ellos
«Lo que más me gusta de ella es que no se arruga ante nadie, pelea mucho y no le importa ser una mujer que ... lucha contra hombres», opina de ella su entrenador Jorge Borba. Lógico, pues María Luisa Chirinos es una 'loba'. Con este sugerente calificativo definen a las integrantes de la selección argentina femenina de baloncesto en silla de ruedas, a la que pertenece la última incorporación del Mideba Extremadura. Un apelativo surgido y aprobado desde dentro. Fueron ellas mismas, según recuerda la paralímpica albiceleste, las que decidieron tal denominación, fruto del concepto de 'manada' que impera en el combinado nacional. María Luisa sonríe cuando se le espeta que en España este término tiene algún significado que dista mucho del original y agradece el aviso. «Queríamos tener una identidad propia. El nombre de las 'lobas' se nos ocurrió porque somos como una manada con su líder y que está siempre junta, ayudándose las unas a las otras. Si algo le ocurre a alguna, dentro de la cancha o fuera, las demás estaremos ahí. Somos un gran equipo y esa identidad está muy marcada. Alguna vez nos han dicho desde otras selecciones que puede tener otro significado, pero en mi país no. Ni siquiera lo sabíamos», aclara.
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Nacida en Buenos Aires hace 29 años, la alero midebista es una incansable luchadora, prácticamente desde el primer suspiro de vida. Una paraparesia desde muy niña, infección que le afectó a las piernas impidiéndole caminar como lo hacían las demás, la conminó a unas muletas en primera instancia y a la silla de ruedas posteriormente, convirtiendo su existencia en una lucha constante. Ella no rehuyó al reto, por duro que fuera, y ese espíritu guerrero que la ha acompañado desde entonces se deja sentir sobre el parqué, donde debe competir con la inferioridad de condiciones físicas que se supone a una mujer frente a hombres. «En Argentina ya estaba acostumbrada a jugar en Primera División contra hombres, no es nuevo. Está claro que ellos son más fuertes, también mis compañeros, que algunos son de la selección masculina. Yo soy más chiquita y los tengo que defender, pero eso no me intimida, la verdad. Creo que soy una jugadora muy inteligente y me apoyo mucho en mis compañeros. Hablo mucho en la cancha, tanto en ataque como en defensa, defiendo muy fuerte y siempre pienso que, si me vas a superar, al menos que te cueste. Conozco mis fortalezas y mis debilidades, y las entreno mucho».
El baloncesto no fue algo buscado en su vida. Le llegó casi de rebote mientras trabajaba en la ONG Cilsa, que tenía un programa de inclusión que auspiciaba el deporte. Su jefe jugaba en la selección masculina y en 2013 le invitó a un partido, algo así como inocularle un virus que se ha extendido hasta hoy. Quiso probar y le gustó, empezando por una escuela de iniciación y continuando por la Segunda División. Con el tiempo alcanzó la cima de la Primera con el Cilsa Buenos Aires –que es mixto, como el Mideba, además de ser doble campeón nacional– y su internacionalidad.
María dice sentirse muy bien recibida en Badajoz. Llama la atención que recrimine el frío que hace en su nuevo destino cuando el termómetro apenas hace horas que abandonó los 20 grados. Asegura que la han acogido muy bien sus nuevos compañeros, de los que habla maravillas. «La adaptación muy bien. Estoy muy contenta con el equipo y con mi entrenador. Es verdad que es un auténtico equipazo. Tengo compañeros increíbles. Solo por mencionar algunos están los ingleses (Bates o Prat, por ejemplo) o Matt Scott, a los que he visto en torneos internacionales y nunca imaginé que iba a jugar con ellos. Son de los mejores del mundo. Es una locura, un sueño. Muy lindo». El Mideba ha comenzado la liga de cine y hoy buscará seguir invicto ante Vigo en La Granadilla (17.00).
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Ella ya ha saboreado la presencia en unos Juegos, una experiencia inolvidable y que seguro ahora rememora con su actual vestuario. «Aquello fue alucinante. Vi un montón de deportes en la Villa Olímpica, la convivencia, el comedor era algo increíble. En aquel momento yo era nueva, no tenía la madurez de ahora y tuve pocas ocasiones, así que decidí que tenía que hacer más, entrenar más y convertirme en profesional, seguir en la selección y llegar más lejos, como ahora en España».
Pese a su procedencia bonaerense, reconoce no ser futbolera, aunque asiente con que su país resultó conmocionado por la muerte de Maradona. «Charlé con gente de allí y todos los decían. Vi las imágenes de la gente llorando y eso, como argentina, te deja tocada porque fue muy difícil».
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Futbolera no, pero deportista sí. Tanto que el deporte la equipara al resto de los mortales olvidándose de las limitaciones. «Me marcó mucho Río 2016. Ver competir a los paralímpicos me hizo ver la discapacidad de otra forma. Yo estoy muy orgullosa de lo que soy y la discapacidad a mí no me condiciona, al contrario. Hago deporte, estudio Relaciones Públicas a distancia, trabajaba en mi país...». Lo dicho, una guerrera.
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