Para tener también en cuenta
Interesante. Repaso de prosas de diferente índole: relato corto, reflexiones con cierta carga memorialística y novela
Enrique García Fuentes
Sábado, 26 de abril 2025, 14:52
Sigue teniendo tan buen pulso la poesía en Extremadura que corremos el riesgo de olvidarnos del género prosístico, sobre todo de aquellas obras y autores ... de los que nos tememos alcancen menos repercusión por las habituales rémoras de distribución que parecen asolar a nuestras editoriales (y también a otras de fuera donde nuestros escritores logran meter cabeza). Resolvamos, siquiera como voz de atención, estas carencias con un somero repaso, a modo casi de apresurada revista, de prosas de diferente índole (relato corto, reflexiones con cierta carga memorialística o novelas puras y duras) que se han acumulado en mi mesa de trabajo estas últimas semanas y así poder ofrecer al lector un catálogo interesante para que, si alguien no se aventura; que no sea por desconocimiento.
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Tras 'Fronteras', animosamente saludado por Eduardo Moga en el momento de su aparición, («que podría quedarse en mero compendio de anécdotas o acercarse peligrosamente a la crónica costumbrista o, peor aún, al tratado sociológico, se lee, en cambio, como una novela. Simón Viola escribe felizmente, con buen pulso y sentido del ritmo, sin caer en tentaciones elegíacas o patrióticas, sin melancolía (o con una melancolía sutil, bien metabolizada)», que decía el poeta catalán, nos llega ahora, en la ERE, 'Palabras', a quien enjundiosamente se refirió Ángel Borreguero en estas páginas; y como suscribo desde la cruz a la fecha cuanto dijo, más no tengo que añadir sobre esta mezcolanza sabiamente diluida de narración, ensayo y biografía, donde el autor deja meridiana la alianza insoslayable de vida y literatura en casi todas y cada una de sus facetas. Pero no quería dejar pasar la posibilidad de reivindicar, una vez más, la obra (y tras leer esto, la vida) de un autor que ha otorgado a la literatura lo mejor y acaso más feliz de su existencia
En el caso de Fernando Tomás Pérez lamenta uno que su prematura muerte (y, ¿por qué no?, su exigencia desmedida por cuanto tenía que ver con las cosas bien hechas –que le forzó seguramente a dedicar mucho más tiempo a su sólida labor ensayística y encomiable dedicación a la ERE–) aminorara la valía indudable que fácilmente se rastrea tras los relatos aquí amorosamente compilados por su hijo Fernando Pérez Fernández con la inestimable colaboración de Isabel Pérez, hermana del autor y tía del editor. Pérez Fernández corona con un hondo y cariñoso recorrido por la vida y obra de su progenitor, con especial incidencia a las obras aquí recogidas, esta interesante propuesta. En ella, esbozos, sobre todo; muy numerosos aquellos que seguramente podrían dar mucho más de sí. Cree el lector adivinar un latido de impaciencia por crecer esperanzados en un tiempo oportuno de revisión y ajuste que revelaría con plenitud el gran escritor que fue quien los pergeñaba. De 'El cuaderno de hule negro (Relatos)' –casi explícito homenaje al homónimo que portaba Rubén Darío– cabría esperar seguramente la culta y trabajada dicción de la que disfrutamos en sus anteriores 'Artículos y ensayos', que editó el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Extremadura, y salvo alguno que puede darse por definitivo, como esa suerte de novela corta que es 'Un suceso de la mina', a casi todo el resto seguramente le esperaban horas de repaso, de aperturas y más ajustados cierres, a algunos acaso una leve pincelada más y a otros ('Labrarás la tierra') el definitivo engranaje que sostuviera el alarde de su apuesta.
Se antoja un buen momento, próximas a cumplirse dos décadas desde su partida, para que disfrutemos también de esa faceta menos conocida del enorme intelectual que fue. Veintidós narraciones, casi todas inéditas, compuestas con un estilo sobrio y sencillo, sin grandes pavoneos, no tan azoriniano como el de su padre, pero exento aposta de virguerías novedosas, en las que destaca esa «preocupación por la palabra justa, el término técnico, la cohesión estilística y el rigor de las descripciones», que su hijo y editor pone de relieve en el prólogo, sentimental, sí, pero muy lejos de la hagiografía.
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Por cuanto se refiere a nuestro infatigable «mestizo» Antonio María Flórez (su bibliografía empieza a ser inabarcable) recibimos una preciosa edición colombiana (editada a la par de la que se hizo también en Don Benito) de su última novela, 'Llámame tiempo', ebria, como casi todo lo suyo, de su desaforada pasión por contar. No se aburrirá quien se acerque por sus páginas, pues, como viene siendo habitual en la literaria del autor, partimos de un personaje central (acaso trasunto del autor, eso es lo de menos) sobre el que pivotan una larga serie de secuencias que mezclan, compromiso político (un encuentro con un antiguo guerrillero, Eduardo Franco Isaza, que va pautando un poco el desarrollo de la novela), Historia –con mayúsculas, sí–, erotismo, reflexiones metafísicas (tal vez un poco enfollonadas) y unas inmensas ganas de vivir y disfrutar. Ambientada esta vez en la Bogotá de comienzos de siglo, nos retrotraemos en ella a sucesos ocurridos en su querida Marquetalia, donde pasó su infancia el autor y donde ubica muchas de su obras, así como asistimos a una abracadabrante comunicación vía e-mail con una misteriosa dama que no deja de jugar con el protagonista y en la que él halla consuelo a su condición de médico con problemas económicos, con un hijo al que no puede ver. Todo narrado con ligereza, lenguaje pulcro y asequible, que engalana aún más su llamativo conjunto.
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