Pablo de Tarso, trayectoria vital
Biografía ·
Acosta se aproxima a la figura del genial apóstol, resaltando sus aportaciones a la cristiandad, pero sin caer en novelaciones sin fundamento histórico, ni mostrarse hagiográficoManuel Pecellín
Viernes, 17 de enero 2025, 23:15
Benito Acosta (Zalamea de la Serena, 1937) es, sin duda, uno de los autores extremeños más prolíficos. Hombre polifacético, cultiva la música, la pintura y, ... sobre todo, la poesía y el ensayo. Autor de un largo centenar de obras, sobresalen entre las mismas las 60 que ha venido haciendo sobre cuestiones teológicas y escriturísticas. En todas ellas cabe destacar como rasgos sobresalientes la excelencia del lenguaje y la originalidad de sus interpretaciones, basadas en el dominio de la bibliografía oportuna y el conocimiento de las lenguas originales (hebreo y griego). Se permite así manejarse siempre con versiones propias de los textos bíblicos, preferentemente los neotestamentarios, aunque procura confrontar las suyas con las de los traductores más acreditados.
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En Saulo Pablo de Tarso ha querido aproximarse a la figura de este genial apóstol, resaltando sus aportaciones a la cristiandad, pero sin caer en novelaciones faltas de fundamento histórico, ni mostrarse ingenuamente hagiográfico.
Para establecer la trayectoria vital y apostólica de tan gran hombre, Acosta se atiene a lo que del mismo puede conocerse a través de sus propios escritos, las famosas cartas paulinas, y de cuanto sobre él relatan los 'Hechos de los Apóstoles', libro que el ensayista no duda en atribuir a San Lucas, también autor del tercer Evangelio y acompañante de Pablo durante numerosos periplos por Asia Menor y Europa.
Resulta imposible recoger en una reseña periodística, forzosamente corta, el sustancioso contenido de un volumen con casi 600 páginas. Procuraré incidir en lo que me ha parecido más interesante.
En primer lugar, el retrato psicológico del protagonista, un genio del espíritu en vaso de barro, según la metáfora que le gustaba repetir. Aquel judío de la diáspora, natural de Tarso, que no pudo conocer personalmente a Jesús, el Mesías, era un hombre con temperamento fogoso y delicada sensibilidad, de carácter dominante, endeble salud (sobre todo, tras los innumerables sufrimientos, cárceles, azotes, naufragios, hambrunas… que hubo de soportar), proclive a la ironía e incluso al anatema (cosa poco cristiana). Formado en la escuela jerosolimitano de Gamaliel, nunca superaría del todo su educación con los fariseos. Excelente conocedor del idioma griego, las filosofías y religiones orientales Pablo desarrollará tras convertirse una formidable labor teológica. Por cierto, el ensayista avanza que la célebre caída del caballo se produjo no camino de Damasco, capital de Siria, sino dirigiéndose a Qumrán, la comunidad a la que también se le daba alegóricamente tal nombre.
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Acosta traslada ajustados apuntes históricos sobre las ciudades que Pablo visita en sus afanes propagandísticos (siempre comenzando por la sinagoga de cada centro) y desde donde o hacia las que escribirá las cartas (algunas perdidas) hoy recogidas por el canon del Nuevo Testamento. Se hace un análisis de sus principales contenidos, siempre a partir, según dije, de la propia versión al castellano (y son numerosos los pasajes que permiten diferentes lecturas). Escudriñar las etimologías helénicas, deduciéndoles sugestivos y novedosos significados es una constante en el libro. De Jerusalén a Roma (¿también a España?), donde morirá o lo ejecutarán (no se sabe documentadamente cómo ni cuándo).
Van deduciéndose así las principales enseñanzas paulinas en torno a cuestiones tan importantes como la justificación por la fe y/o las obras, el hombre nuevo, la vigencia de la ley mosaica y los profetas, la igualdad entre todos los humanos, la libertad de los hijos de Dios, la iglesia concebida como cuerpo místico, la propuesta salvífica para todos los humanos, la esclavitud o la homosexualidad.
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Seguramente, es la Carta a los Romanos la epístola de mayor alcance doctrinal, por lo que recibe atenciones máximas. En la versión de sus textos, a menudo alegóricos, el estudioso exhibe gran dominio de los recursos literarios, sobre todo las anáforas, hendíadis, metáforas y paráfrasis. No pocos de sus capítulos son presentados en estrofas de versos blancos y libres (algo que también encontraremos más adelante, v.c., el himno cristológico en la epístola a los Filipenses).
No obstante, las páginas más atractivas tal vez resulten las dedicadas a las autoapologías, patéticas en ocasiones, compuestas por el apóstol para defenderse ante críticas más o menos fundamentadas, tal como se recogen en II Corintios o Gálatas (tal vez excesivamente concisa esta última, pese al magisterio de J. M. González Ruiz, que siempre ha reconocido Acosta).
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Numerosas erratas, producto de fallos en la aplicación de las programaciones, entorpecen la agilidad de lectura tan recomendable.
San Pablo de Tarso
Benito Acosta. Editorial: Jákara Editores. Málaga 2024.
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