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«Ut musica poesis»

Poesía. Estos poemarios tienen un claro referente musical: el rock en el caso de Tente Garrido y el flamenco en el de Marino González Montero

Enrique García Fuentes

Viernes, 23 de mayo 2025, 23:16

Adivino la sonrisa –entre cínica y pedantuela– del lector avezado al fijarse en el título de estas palabras, parafraseo consciente, por lo demás, del archiconocido « ... ut pictura poesis», tópico ancestral en la historia literaria. No trato de ser ocurrente, pero justifico mi elección por el hecho de que los poemarios aquí concitados tienen un claro referente musical que me permite asociarlos; el rock en el primer caso (o así me lo parece), el flamenco en el otro, en este caso todavía más evidente; y ambos, hasta cierto punto, transmiten en su esencia lo mismo que las guitarras (españolas o eléctricas) producen en el oído de quien escucha.

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Algo tendrá Tente Garrido (Plasencia, 1980) para que alguien como Fermín Solís (quien, según confesión propia no se acerca demasiado al mundo de la poesía) no solo acceda a prologar este libro, sino que confiese al final, entregado y agradecido, no solo su simpatía por el contenido del mismo, sino hasta casi su redención e incorporación como acólito al mundo de los versos. Por aquí ya tuvimos ocasión de referirnos brevemente a la obra anterior de Garrido (criado en Montehermoso y actualmente avecindado en Valverde del Fresno), Temperamentos básicos, «serie de disparos nocturnos y melancólicos que estallan y conmueven al lector poco avisado, pero que en seguida se vuelve cómplice de las emociones aquí vertidas», decía quien firma, y resaltábamos su condición musical que parece repetir en esta nueva entrega. Y si allí fueron los «temperamentos» los que conferían unidad al abanico de poemas que lo componían, ahora toca el turno de los «santuarios» (aquí «al borde del camino», «de jardín», «domésticos», «del templo»), los que dotan de compactación a este nuevo LP donde Garrido vuelve a exhibir un evidente latido musical (rockero, heavy) que se instala ya como seña de identidad principal de su escritura. Tras su paso por la ERE, es ahora la editorial granadina Averso la que edita con cuidado y buen gusto esta serie de poemas afilados y casi faltones (no olvidemos su condición de letrista punk), donde lo escatológico no es más que el desahogo que necesita hacer explotar (eficaz y provocadoramente) la a veces casi insoportable sentimentalidad que expelen, producto de consumadas vivencias y continuos choques con el entorno hostil de una vida que tratamos de disfrutar pese a todo lo que se nos opone: «Yo también lloro cuando me acuesto / –a veces no estoy solo– / Y me como los mocos cuando / nadie me ve». Hasta sentirnos casi vencedores en nuestra continua derrota: «Odio tanto con tanto empeño… / Pero le pongo pocas ganas».

De Marino González Montero (Almaraz, 1963) ya se ha dicho mucho en estas páginas. Lo encontramos de nuevo embarcado en una de las curiosas colecciones que componen su editorial, la 'Lunares', exclusivamente dedicada a los diferentes cantes flamencos, de los que es conocedor, admirador y, como ya tuvimos ocasión de ver en su momento, creador. Antes de estas 'Alegrías' (de Guadiana, según se especifica en el propio título) de hoy ya le oímos entonar sus 'Tangos' y sus 'Bulerías'. Otros nombres ilustres de las letras extremeñas se han dejado también caer por la colección, como José Antonio Zambrano, Carlos Lencero o Irene Sánchez Carrón, entre otros.

Los entendidos (entre los que no me incluyo en absoluto) saben que la alegría es un palo festero, del grupo de las «cantiñas» gaditanas; que su estrofa o copla, se estructura en cuatro versos octosílabos y que su melodía es festiva e incita al baile, pero aquí estamos ante un madurado apropiamiento que algunas veces sigue estas pautas y otras (las más) se torna particular y hasta íntimo a la hora de desgranar unos versos que sujetan ese júbilo interior, y quizá no invitan tanto al jaleo y al desenfreno sino más bien al recogimiento placentero de sentir lo que se siente y guardarlo para sí. Dominan las de tema amoroso, leves apuntes la mayor parte de las veces dotados de un lirismo muy hondo («La luna sabe del bronce / del frío de las estatuas / tus caderas son la fragua / por donde el fuego se esconde». En otras ocasiones sí se alude a asuntos más populares («Me viá comprá una barquilla / y la viá pintá de verde / que de llegar no me vean / las bogas del Guadianilla»), con cariñoso homenajes explícitos («Los tangos y los jaleos / bajaron Guadiana en barca / preguntando a tó la gente / ande toca Miguel Vargas»), o se recuerda a los franceses durante la Guerra de la Independencia, y hasta se permite el autor una página entera aludiendo a su más reciente dedicación: Tartesos.

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Como es costumbre en la colección hay un casi igual número de láminas ilustrando los cantares de manera muy sui generis; en este caso, fotos de la joven emeritense Nazaret Nova se encargan de ello y logran un conjunto de gran riqueza lírica y plástica al unísono.

Santuario

Tente Garrido. Editorial: Averso. Granada, 2025. 94 páginas. 12 euros

Alegrías del Guadiana

Marino González Montero. Editorial:De la luna libros. Mérida, 2025. 68 páginas. 12 euros

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