Javier Cercas y la trascendencia
Muy personal. El autor de 'Soldados de Salamina' mezcla géneros literarios para contar su viaje a Mongolia con el Papa Bergoglio
Iñaki Ezkerra
Sábado, 26 de abril 2025, 14:50
El sentido de la trascendencia está empezando a asomarse tímidamente en los autores españoles. En 2021, Pablo d'Ors nos invitaba, en su ensayo 'Biografía ... de la luz', a una lectura no confesional sino cultural de los Evangelios. En su recién publicada novela 'Todo empieza con la sangre', Aixa de la Cruz plantea una desprejuiciada forma de espiritualidad en la experiencia amorosa a través de un personaje femenino. Y, en su nueva entrega narrativa, Javier Cercas se zambulle en la religiosidad católica. 'El loco de Dios en el fin del mundo' es un texto personalísimo en el que narra su singular experiencia en el viaje que realizó a Mongolia en el verano de 2023 acompañando al Pontífice Bergoglio.
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El punto de arranque del libro es el encuentro del escritor en Turín con Lorenzo Fazzini, un sujeto que se presenta como el responsable de la Librería Editrice Vaticana, la editorial de la Santa Sede. Javier Cercas se hallaba en esa ciudad italiana firmando libros y Fazzini le informa de una iniciativa que había surgido de la propia cúpula vaticana: invitarle a él a ese viaje papal para que escribiera un libro con el enfoque que el deseara en torno a esa vivencia. En ese momento, el novelista recuerda una llamada telefónica que tuvo unos días atrás de alguien que dijo ser oficial del Dicasterio para la Cultura y la Educación de la misma institución romana. Con esos pasos a los que el autor, que será también el narrador en primera persona del libro, da un carácter de intriga, se pergeña la aventura que constituirá un argumento 'sui géneris' con el que se combinan distintos géneros: la crónica, el ensayo, la glosa personal, las entrevistas, la biografía y la autobiografía.
Tanto en la contraportada del libro como en declaraciones del propio autor, se ha insistido en el carácter de 'thriller' que supuestamente tendría este texto que se acerca al medio millar de páginas. Hay que entender que la utilización de ese término es metafórica, una mera licencia literaria porque no hay nada en estas páginas que se acerque a otros misterios que no sean el de la Santísima Trinidad o el de si hay vida después de la muerte, que la confesión católica da por un hecho consumado. En este sentido, el trabajo de Cercas alberga una contradicción de partida. Por un lado, se abre con una nota explícita: «Soy ateo. Soy anticlerical. Soy un laicista militante, un racionalista contumaz, un impío riguroso. Pero aquí me tienen, volando en dirección a Mongolia con el anciano vicario de Cristo en la Tierra, dispuesto a interrogarle sobre la resurrección de la carne…». Por otro lado, la pregunta sobre la vida eterna llega a convertirse en un verdadero y relevante 'leit motiv' del libro. El autor podría haberla justificado en el afán afectivo y filial de llevarle a su madre creyente la respuesta literal del Papa a la pregunta que se hizo cuando quedó viuda: si volvería a ver a su marido tras la muerte. Pero, sin embargo, Cercas se implica emocionalmente en la necesidad de obtener una respuesta y contempla esa cuestión como un colosal misterio a la vez que se reconoce empujado a ese viaje por el ansia de inmortalidad.
La contradicción se hace más flagrante por su innecesaria insistencia en la condición de ateo. ¿Estamos ante la misma impostación progresista que le llevaba en 'El monarca de las sombras' poco menos que a pedir perdón por haber tenido un tío falangista que pereció durante la Guerra Civil? Y es que ni siquiera su anticlericalismo resulta convincente por el modo en que se rinde ante la figura del Papa Francisco en un auténtico alegato publicitario. Un anticlerical irredento no se pregunta por los múltiples, complejos y antagónicos Bergoglios que en su interior puede ocultar el Papa Bergoglio.
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La vertiente más interesante de 'El loco de Dios en el fin del mundo' no está ni en las reflexiones metafísicas del autor ni en la figura del Obispo de Roma sino en las conversaciones más relajadas que se recogen con personajes próximos o muy profundamente ligados a la vida vaticana como son el citado Lorenzo Fazzini, el cardenal y teólogo José Tolentino, los periodistas Andrea Torniellin y Lucio Brunelli, el jesuita Antonio Spadaro, Paolo Ruffini, Prefecto del Dicasterio para la Comunicación de la Santa Sede… A ello se añade el valioso reportaje sobre el personal religioso y laico que vive entregado a las obras sociales de hospitales o escuelas en un país cuya comunidad católica no pasa de los mil quinientos miembros y que hacen más llevadero para los desfavorecidos su paso por el reino de este mundo.
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