Informe de daños

Kureishi mezcla la crónica del día a día con la memoria y la reflexión en un libro duro, lúcido y por momentos luminoso

Pablo Martínez Zarracina

Viernes, 18 de julio 2025, 20:08

Kureishi mezcla la crónica del día a día con la memoria y la reflexión en un libro duro, lúcido y por momentos luminoso «Qué ingenuos ... parecemos cuando no conocemos nuestro destino». Es una de las últimas reflexiones que Hanif Kureishi incluye en 'A pedazos', un libro que reúne textos que funcionan como informes enviados desde el centro mismo de la desgracia. El pensamiento remite al invierno de 2022, cuando el autor británico de origen paquistaní, que por entonces tenía sesenta y ocho años, pasaba una temporada feliz en Roma. El día de San Esteban, después de un paseo por la Villa Borghese, se desmayó en el apartamento de su pareja mientras veía un partido de fútbol. Al caer, se rompió el cuello. Inmovilizado desde entonces, ingresado en distintos hospitales con un diagnóstico de paraplejia severa y sin poder utilizar las manos para escribir, Kureishi comenzó a dictar unos textos urgentes y personales que mezclan la crónica del día a día con la memoria y la reflexión más amplia.

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A pedazos

Hanif Kureishi

Trad: Mauricio Bach.

Ed: Anagrama. 254 páginas

20,90 euros (ebook: 10,99)

El resultado es un libro duro, pero también lúcido y por momentos luminoso. El autor de 'El buda de los suburbios' no esquiva en él la desesperación, pero utiliza como asidero la misma energía sensual, provocadora e ingeniosa que define su literatura. En la descripción, por ejemplo, del paso de una vida autónoma y placentera a una dependiente y medicalizada: «Es como si cuatro policías me hubiesen agarrado en plena calle y me hubieran metido en un colegio extraño: un universo alternativo irracional y claustrofóbico». Postrado en el hospital, Kureishi repasa su vida y reflexiona sobre su identidad, que se demuestra inseparable de la literatura. También sobre el cuerpo y el deseo, la rutina hospitalaria, la dependencia absoluta de los demás, los compañeros de ingreso o las visitas que a veces lo animan y a veces lo entristecen. El recurso al humor es constante y oscila entre lo escatológico y lo autoparódico. El autor llega a comparar su situación con la de «una tortuga boca arriba sobre su caparazón, moviendo desesperada las patitas, rogando que le den la vuelta». «Yo mismo me he visto envuelto en una catástrofe», concluye Kureishi, y añade de inmediato: «Pero eso no conforma la historia completa: la amabilidad y la bondad no son muy espectaculares, pero están por todas partes». Detrás de este libro hay un hombre atrapado en su propio cuerpo que se obliga a buscar algo valioso que lo mantenga a flote y comprende que contar la historia completa es lo que define a un escritor.

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