El nuevo libro de Aranoa es una recopilación de piezas breves. CARLOS LUJÁN

La forma exacta

En el estilo literario de León de Aranoa impera la sobriedad, como en sus películas, aunque asume riesgos

J. Ernesto Ayala-dip

Viernes, 6 de junio 2025, 23:22

Asaltando a Baltasar Gracián, a propósito del nuevo libro del director de cine Fernando León de Aranoa, 'Leonera', podríamos afirmar que la buena literatura, si ... es breve, dos veces buena. (No es el caso de este autor, pero recuerdo que hubo unos años en que se puso de moda la narrativa de frase breve, con el consiguiente cansancio narrativo de los lectores). Esa apelación a lo escueto se vio como necesaria, pero con el tiempo se comenzó a vislumbrar como un truco. Por suerte todo vuelve a la normalidad, que consiste en alternar los dos estilos, el amplio y el concentrado. El de León de Aranoa apela y redunda en la sentencia, por lo menos así nos lo mostró en su libro anterior, 'Aquí yacen dragones'.

Publicidad

Ahora todo es distinto, además de igual. Quiero decir: Aranoa alterna la línea a lo Ramón Gómez de la Serna en sus inmortales 'Greguerías', sólo que más narrativas. (Una greguería: «El agua es el silencio que habla en cascadas» para mí la mejor definición del sonido del agua). Un ejemplo del libro de Aranoa: 'Sospecha': «¿Y si el cielo fuera en realidad un falso techo?». Creo que don Ramón hubiera envidiado esta greguería. Libros como este nos alivian de la abundancia sintáctica innecesaria. Nos recuerdan que las cosas tienen una exactitud, un perímetro ajustado a la importancia de lo nombrado. Ni una letra más ni una menos.

Fernando León de Aranoa es un cineasta que se ha ganado el prestigio con tres o cuatro películas fundamentales del cine español. (Yo siempre recordaré una que debería recuperarse en los cineclubs, 'Familia', donde hace brillar con luz propia a la actriz Amparo Muñoz, dueña de algo más que de una silenciosa belleza). En el cine de Aranoa impera la sobriedad de imagen y palabras. como en su nuevo libro.

Pero 'Leonera' no solo se desliza por lo casi invisible, sino que cada tanto se arriesga a prolongar su radio de acción sintáctica. Cuando eso sucede, esa amplitud da lugar a una contaminante imaginería de primer orden. Veamos, por ejemplo, el relato 'Adagio n 4'. Hay un músico polaco llamado Darius Dobrzynski, barroco. Aranoa nos cuenta que este adagio fue prohibido en algún momento, dado que quien lo escuchaba terminaba suicidándose. La historia es absolutamente verosímil, sólo que en realidad este músico nunca existió. Este adagio era interpretado por las tropas polacas durante sus campañas militares en el siglo XVIII. Cuando la triste melodía llegaba a los oídos de los soldados enemigos, por sí solo sucumbían.

Publicidad

No me resisto a compartir con los lectores este texto de 'Leonera': «No es más libre el perro que tiene la correa más larga. Es más delito robar abrigos en invierno. No es más justa la sociedad que fabrica más balanzas». Recomiendo este libro a todo el mundo, pero sobre todo a los matemáticos y lógicos tipo Ludwig Wittgenstein, que existen.

La leonera

Fernando León de Aranoa. Editorial Seix Barral. 192 páginas. 19 euros.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Primer mes sólo 1€

Publicidad