¿Qué ha pasado este viernes, 5 de diciembre, en Extremadura?
El diestro García Pulido con su primer toro en el primer festejo de la Feria de San Isidro en el que comparte cartel con los diestros Morante de la Puebla y Diego Urdiales, lidiando reses de Alcurrucén y El Cortijillo, este viernes en la Monumental de Las Ventas. EFE/ Mariscal
Toros | San Isidro

Dos toros notables de Alcurrucén en la apertura de San Isidro

Con uno confirma dignamente alternativa García Pulido y con otro se deja sentir Diego Urdiales, excelente con la espada. Retazos sueltos de Morante con un toro gigantesco

Barquerito

Viernes, 10 de mayo 2024, 22:55

El toro de Alcurrucén con que se estrenó San Isidro fue el mejor de la corrida. Cinqueño, con el cuajo propio de la edad, abierto ... de cuerna, negro mulato, frío de partida, picado solo lo justo, tuvo unas cuantas virtudes: prontitud y son, embestidas codiciosas, humilladas y repetidas, fijeza. Con él confirmó la alternativa Guillermo García Pulido solo tres meses después de haberla tomado. En un cartel armado en torno a Morante y Diego Urdiales parecía de partida el convidado de piedra. No lo fue. Decidido y firme, puesto enseguida, se acopló sin pruebas con el toro, que tuvo dos docenas primeras de viajes espléndidos. Más centrado por la mano diestra, buenos pases de pecho en los remates, menos fino por la otra. Cuatro tandas sin demasiado ajuste pero bien resueltas. Al acortarse distancias, bajó el tono. Un cambio por la espalda y una tanda de sedicentes bernadinas se celebraron con ruido. Una estocada valerosa, ligeramente desprendida.

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La primera mitad de corrida fue sensiblemente mejor que la segunda. No solo porque el cuarto, zurrado en el caballo, fuera toro reservón, ni porque el quinto, de preciosas hechuras, solo pegara topetazos a la defensiva, ni porque el sexto, dócil y noblote, se parara demasiado pronto. Fue porque, además del notable primero, contaron un segundo cinqueño de extraordinario volumen -la caja inmensa del antiguo toro de Rincón- que fue toro de particular personalidad y un tercero ágil, elástico y ligero que se empleó sin duelo por las dos manos.

Contra costumbre, se jugaron por delante los tres toros de más cara. Morante, descuidado en la lidia del segundo, que desmontó a Aurelio Cruz y lo tuvo a su merced en la arena pero sin hacer por él, se dobló con genuina torería, se dejó sentir en los recortes cambiados y buscó sin terminar de pararse en el fondo del toro. Había que traérselo enganchado y aguantar la repetición. Hubo muletazos notables. Cuando ligó el natural con el de pecho, se escuchó por primera vez en la feria el rugido de las Ventas. Puesto por delante, el toro no le dejó pasar con la espada. Ocho pinchazos, dos avisos, un certero golpe de verduguillo.

Corretón de salida, el tercero tardó en fijarse, se escupió de un primer puyazo y esperó en banderillas. Diego Urdiales lo lidio con primor y paciencia, y después de un segundo puyazo quitó a la verónica. El único quite de la corrida. Le gustó el toro a Diego y brindó al público, el único brindis de toda la tarde. La apertura, modélica, estriándose y andándole al toro hasta los medios, fue preámbulo de una faena de impecable asiento, muy copiosa, resuelta, algo pasada de velocidad, con tandas abiertas en distancia de hasta seis y el de pecho, ligadas en el sitio, de logros y ajuste desiguales, pero con el sello propio de la pureza, del toreo de muleta planchada, con vuelo, suelta. Una estocada de soberbia ejecución. Y una vuelta al ruedo memorable por su brevedad -el paseo por la raya de dentro y sin pararse a posturear- y su sobriedad. Como tiene que ser.

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Ficha

  • Plaza Las Ventas.1ª de feria. Lleno. 24.000 almas. Veraniego. Dos horas y cuarto de función.

  • Ganadería Seis toros de Alcurrucén (familia Lozano).

  • Toreros Morante, pitos tras dos avisos y pitos. Diego Urdiales, vuelta al ruedo y silencio. García Pulido, que confirmó la alternativa, ovación tras un aviso y silencio.

Morante solo se dejó ver en la tanda de apertura del cuarto, que se había orientado en banderillas y fue toro receloso y sin entrega. Lo cazó con la espada a la primera. Urdiales, aplomo natural, intentó lo imposible a pesar de los violentos topetazos del quinto, que al escupirse del castigo en varas había coceado el caballo hasta tres veces. García Pulido volvió a escena con un inmenso toro cuatreño de casi 600 kilos. Hicieron su aparición los nervios que tan bien había sujetado en el toro del estreno. No le encontró el cómo a un toro apagado pero de buen trato.

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